Sí estas embarazada, seguramente habrás escuchado el término de sufrimiento fetal. En términos simples, podríamos definir como sufrimiento fetal al fenómeno que ocurre cuando, por alguna razón, el bebé que está dentro del útero no recibe oxígeno y/o alimento adecuado para su normal desarrollo.
El sufrimiento fetal puede manifestarse de dos formas: agudo o crónico. El agudo se produce cuando la falta de oxígeno se genera de forma brusca. Es el que suele detectarse durante el trabajo de parto y la presencia de contracciones a las cuales el bebé no puede adaptarse. También puede deberse a un accidente con el cordón umbilical o una alteración en la placenta. Cuando se detecta que el bebé esta sufriendo, se indica apresurar el nacimiento a fin de que pueda dañarle la falta de oxígeno.
El sufrimiento fetal crónico se produce cuando la falta de oxígeno y de nutrientes se instala de forma lenta, dándole tiempo al bebé a acostumbrarse a este medio. Este tipo de sufrimiento no está considerada como una urgencia obstétrica sino una indicación para extremar los controles del bebé e intentar modificar la causa que lo provoca.
Para evitar que se produzca sufrimiento fetal, se debe realizar un correcto control durante el embarazo y el parto para evitar daños futuros en el bebé.