¿Hay niños que aprueban exámenes sin comprender el contenido?

El hijo de una vecina (con la que tengo mucha confianza) estuvo parte de las las vacaciones de Navidad preparándose para los exámenes de Lengua Castellana y Literatura y Ciencias de la Naturaleza. Él va a sexto de educación primaria en un centro público. Un día su madre quería saber cómo le iba el estudio y le preguntó que le contara algo de lo que había aprendido.

Mi vecina se vio sorprendida cuando su hijo empezó a decirle al dedillo un tema del libro de texto de Lengua Castellana y Literatura. Intentó hacerle otra pregunta: «¿pero a ti que te ha llamado la atención?» ¿estás de acuerdo con todo lo que has leído? ¿qué opinión tienes acerca de lo que has estudiado?». El niño se encogió de hombres y no supo que decir.

Mi vecina se dio cuenta rápidamente de que se estaba produciendo un aprendizaje fingido y que su hijo únicamente estaba memorizando para aprobar los exámenes. Tengo que admitir que cuando me lo estaba comentando no me sorprendió absolutamente nada. Hoy por hoy son muchos los estudiantes los que tienen como máximo objetivo aprobar los exámenes y quitárselos de encima para seguir avanzando en los cursos educativos.

Entonces, ¿dónde se queda el aprendizaje activo? ¿dónde se queda la asimilación de contenidos? Pues en bastantes ocasiones esos conceptos se pierden. Cada vez son más los centros educativos que se alejan de los exámenes y de las estrictas calificaciones que etiquetan a los estudiantes. Cada vez son más maestros y profesores que fomentan el pensamiento crítico, la capacidad de análisis, la iniciativa, el debate y la comprensión por encima de todo.

Sin embargo, no todos los docentes son así. Todavía perduran aquellos que llegan a las clases, se sientan en las sillas, abren los libros de texto y empiezan a dar el temario sin ningún tipo de motivación, ilusión ni emoción (y lo sé porque tengo muchos vecinos pequeños). Y además, estos maestros y profesores prefieren mandar excesivos deberes antes que pocas tareas que favorezcan habilidades y el aprendizaje significativo.

Os voy a hablar (desde mi perspectiva) de lo que podría pasar si los estudiantes tuvieran a un docente que se preocupa por desarrollar el pensamiento crítico y la creatividad.  Y por otro lado, lo que ocurriría si los alumnos tuvieran un profesor que únicamente se dedica a impartir los temas y mandar deberes. 

Resultado 1

Los estudiantes que tienen un profesor que mira más allá de los exámenes, de las calificaciones y se esfuerza por debatir con ellos, por preguntarles, por fomentar su pensamiento crítico y su capacidad de análisis se estarán alejando de la sumisión educativa. Tendrán la oportunidad de expresar sus ideas, de desarrollar su creatividad, de hablar, de comunicarse y de compartir experiencias con sus compañeros.

A veces pienso que no nos damos cuenta de lo valioso que es lo que acabo de escribir: fomentar el pensamiento crítico de los estudiantes favorece el aprendizaje activo y la asimilación de contenidos. Es decir, que estarán aprendiendo de una forma auténtica y comprendiendo lo que leen.

Resultado 2

En el caso de los estudiantes cuyos profesores den excesiva importancia a la nota que se obtengan los exámenes, que no ofrezcan oportunidades para compartir ideas, que no fomenten el pensamiento crítico y la capacidad de análisis estarán caminando en la línea de una indiferencia educativa bastante grave. Memorizarán los temas para aprobar los exámenes, no tendrán argumentaciones para defender sus ideales y sus opiniones y estarán «aprendiendo» de forma fingida. 

Como decía antes, no es el primer caso que me encuentro de que un estudiante no comprende ni asimila los contenidos. A los niños a los que doy clases particulares (también de educación primaria) les pasa exactamente lo mismo que a mi vecino. Son capaces de recitar el libro de texto con puntos y comas pero finalmente no saben explicar qué es lo que han entendido. Para ellos es más que suficiente decir «voy a sacar un diez en los exámenes porque me lo sé todo de memoria». 


¿Cómo podría desarrollarse el pensamiento crítico de los estudiantes? ¿Y cómo podrían los maestros y profesores ayudar a los alumnos a asimilar el contenido? Se podría trabajar por proyectos, se podría aplicar la gamificación en las aulas (los juegos ayudan a desarrollar muchas habilidades y capacidades de los alumnos de una manera divertida), se podría dedicar alguna clase a debatir sobre una noticia o un libro, se podrían hacer trabajos de investigación por equipos. Obviamente, todo eso no es fácil.

Hasta para aplicar nuevas metodologías en las aulas, los profesores necesitan la autorización y el visto bueno del personal directivo y hacer varias reuniones para explicar lo que se va a hacer, cómo y por qué. Pero está claro que se puede hacer. Y se puede hacer porque ya hay centros educativos y docentes que lo están haciendo y los resultados son más que satisfactorios. Me parece importante recordar que uno de los objetivos más importantes de la educación debería hacer libres a los estudiantes y algunas ocasiones, se está haciendo lo contrario. 


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