Alimentación infantil: no mezcles miedo con nutrición

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Se llama el “Club del plato limpio’, y está compuesto por mamás y papás que con la mejor de sus intenciones (¿o no?) insisten,sugieren y hasta obligan a sus hijos para que acaben la comida que se les sirve. Ya existían cuando éramos pequeños, y antes de eso; probablemente sea de esas prácticas que hacían contigo y aborrecías, aunque por alguna extraña razón te ves reproduciendo con tus propios hijos.

No sirve para nada, para nada bueno me refiero. Es decir: los peques no responden a tus expectativas comiendo, y tu intentas ajustar, pero lo ‘mejor’ que puedes conseguir es que el momento de la comida familiar acabe siendo una experiencia desagradable (para algunos niños es incluso aterradora). Y de rebote podrías estar contribuyendo a engrosar las cifras de sobrepeso infantil. Pero tranquila, que hay solución; además seguro que eres de las que te preocupas porque te sientes insegura acerca de si tus hijos se están nutriendo bien.

Así que te diré que el único que sabe ‘cuánto es suficiente es el niño’, preocúpate tú de que su alimentación sea equilibrada y saludable, de poner raciones en función del apetito, edad y peso, y ellos se preocuparán de comer. Si un día no acaban pueden estar enfermitos, tener más ganas de beber líquidos porque hace calor, o podría ser que tengas tú la culpa porque le has dado de merendar un bollo y una horchata, y eso era a las 7 de la tarde, y has puesto la cena a las 8,30.

¿Que de normal no se acaba el plato aunque reduzcas la ración?, entonces tendrás que ponerle todavía menos, y que sea la niña o el niño quien te pida más si se queda con hambre. Parece fácil, y lo es, lo que ocurre es que los progenitores debemos desaprender muchas cosas que nos han transmitido, y entender que formamos equipo con los hijos, no estando enfrentados en una lucha continua (o no debiendo estarlo).

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Ni obligar, ni prohibir.

Con esta frase se resumen las prácticas a desterrar de la relación entre papás / mamás, alimentos y niños. Si quieres que tengan apego por una alimentación saludable da ejemplo, pero sobre todo ten alimentos sanos en casa, muchos de ellos son apetecibles (fruta fresca, frutos secos, tortitas de maíz, queso fresco, … además de los platos que cocines). No hace falta que les obligues, las bases ‘se sientan’ de una forma más respetuosa.

Hay peques que cuando se les obliga, se resisten de todas las formas posibles: vomitan, hacen ‘la bola’, cierran la boca; hay padres que (mientras los pequeños son aún pequeños) ignoran esas señales y siguen obligando. Imagina que lo hicieran contigo, suena muy feo ¿no?, pues lo mismo con los niños.

¿Y por qué digo que tampoco prohibir? Pues resulta que cuando en casa hay alimentos insanos (la bolsa de chuches que os dieron ayer en el cumple, chocolate, dos barras de helado – que ahora es verano 🙂 – ) lo peor que puedes hacer es prohibir que coman, porque despertarás su interés, y dificultarás que se autorregulen. Así que, lo mejor es no tenerlos, o – al menos – reducir muchísimo su presencia o restringirla a un día a la semana.

Mezclar amor con miedo: no, no…

No parece muy adecuado, sin embargo es lo que haces cuando intentas que ‘coman a cambio de’, cuando obligas, cuando piensas que tú sabes más que el cuerpo de tu hijo. Además de los problemas más directamente relacionados, resulta que tus hijos tienen emociones, y algunas son difíciles de gestionar. Comer en exceso es una ‘válvula de escape’, recurrir a las drogas años más tarde, también; igual no ves la relación, quizás no la tenga, pero he querido arrojar esta idea porque a veces forzando a comer aquello que no les apetece, o cuando no les cabe, podemos estar activando peligrosamente estos mecanismos.

El niño es el único que sabe cuándo hay bastante.

A continuación una selección de las frases relacionadas con la alimentación más populares en los hogares españoles:

  • “¿Es que no te acabas las lentejas (cambia garbanzos por judías o arroz)?”
  • Esta es una de las preguntas retóricas más sorprendentes que he oído jamás: obviamente si el peque se deja comida es que no se la acaba 😉.


  • “Venga, un poquito más y te habrás ganado el postre (¿?)”
  • A ver, el postre no es necesario, solo es una costumbre, ¿convertirlo en premio? eso es una idea pésima porque te ves envuelta en una trampa: te exigirán postre estés dónde estés, y si a cambio del plato les das un postre muy calórico (pastel, helado, …) los niños podrían engordar.

    Segundo problema con esta frase: ‘un poquito más’ es MÁS de lo que tu hija o tu hijo puede, porque si hubiera tenido ganas de todo se lo habría acabado. ¿No conoces ningún adulto con sobrepeso porque le han acostumbrado a comer de más en su infancia? ¡pues eso!

  • “Me voy a enfadar: en esta casa se come lo que se pone en el plato”.
  • Así al pronto, parece un poco cruel amenazar con un enfado a un peque por una cuestión de dejar el plato limpio. El amor y una sonrisa son los mejores conductores de una buena relación familiar.

Y sí, ellos son los que saben en qué momento sus estómagos se llenan, si interfieres en esto provocarás una distorsión tal que podrían seguir muchos años comiendo sin hambre, ¿imaginas las consecuencias?

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¿Niños que no quieren comer y si no les obligas no comen?

Son inexistentes, mira estas dos situaciones que se ajustan a la realidad, o a cómo lo viven los niños:

No tengo ganas de acabarme el plato.

Como ya he mencionado antes, no debería suponer un problema, siempre que no sustituyas los garbanzos por un sandwich de crema de cacao para untar. Si no tienen hambre que no coman, si les apetece otra cosa, que abran la nevera y se cojan un plátano, un trozo de pan.

¿Y no será malo que les permitas rechazar? Desde la libertad nacen muchas buenas decisiones: tu no deberías cocinar platos alternativos (o eso creo) a no ser que existan alergias, diabetes u otros problemas, pero cuando los niños escogen no siempre se equivocan.

No me gustan las acelgas.

El rechazo a alimentos concretos se llama neofobia (si se trata de alimentos desconocidos o casi para ellos), en principio no supone un problema, pues se trata de que cada día tus hijos ingieran proteínas, carbohidratos, vitaminas, minerales, alimentos con fibra. ¿Qué más dan las acelgas si come lechuga?

He dicho que no existe el niño malcomedor, aunque en ocasiones hay algún tipo de problema médico que cursa con inapetencia, pero se asocia con otros síntomas como apatía, pérdida de peso, signos de deshidratación (porque ni come ni bebe agua) como piel reseca. Entonces la solución tampoco es obligar, sino ir al pediatra.

¿Cómo hacer para que mis hijos coman?

Ya lo hemos dicho: alimentos sanos y alimentación equilibrada (presencia de todos los nutrientes a diario). ¿Más? puedes hacer otras cosas:

  • Si tienes tiempo puedes buscar presentaciones bonitas para los platos.
  • Cambia la forma de cocinar: zanahorias crudas y aliñadas en lugar de hervidas, plancha en lugar de hervidos.
  • Que te ayuden a hacer la compra, a planificar, a preparar la comida… La implicación motiva y establece vínculos con los alimentos.
  • Paciencia, paciencia, paciencia… No están obligados a aceptar el pescado: que nadie te niegue la posibilidad de volver a intentarlo en otra ocasión (a intentarlo, no a obligarles).
  • No te agobies porque no le gusten las judías, ¿come brócoli? entonces ya ingiere vitaminas, tranquilízate que lo importante es adquirir una buena base, no que antes de los 10 años conozca TODOS los sabores del mundo.

Además de estos consejos, podría añadir la importancia de hacer cinco comidas diarias (para evitar el picoteo), que no veáis televisión mientras coméis, y que recuerdes que el agua es siempre la mejor bebida para todos.

Imágenes — Franklin Park Library, The 5th Ape


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