Alteraciones del sueño: aprende sobre el ‘vamping’ en adolescentes

vamping

Hará cosa de un par de días, el director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Universidad Nacional de México, alertaba de que la causa principal del síndrome de sueño insuficiente, es la sobreexposición a los dispositivos electrónicos. Este síndrome consiste en alteraciones del sueño que dificultan una correcta atención de diversas actividades diurnas como los estudios, la práctica de deportes, etc; y podría coincidir con el fenómeno del ‘vamping’.

Viene siendo habitual la aparición de nuevas conductas relacionadas con el uso de la tecnología; se tiende a etiquetarlas si son nocivas para las personas. En cualquier caso, el uso de diferentes dispositivos con conectividad, es causa constante de discusiones en el seno de cientos de familias en todo el mundo; pues a los padres nos cuesta encontrar el punto de equilibrio, y transmitir la necesidad del cumplimiento de normas.

Esta conducta de exposición nocturna a las pantallas, se conoce como ‘vamping’, e imagino que en el nombre puesto influirá que a los vampiros (o como mínimo a los murciélagos que inspiraron estos seres de leyenda) les encanta la noche, de hecho viven en ella. Pues bien hoy en día existe una tendencia a que los adolescentes se mantengan conectados de noche.

Y no, no es necesario que nos escandalicemos porque los adultos somos los primeros capaces de pasarnos horas en el sofá frente al televisor (y en días laborables), además de que sabemos por experiencia lo tentador que es el silencio de la noche. Así, si cuando éramos más jóvenes (y principalmente en verano), salíamos de nuestras casas – con o sin permiso de los progenitores – para reunirnos con nuestros iguales; hoy la nocturnidad es percibida como una nueva oportunidad de relación, sólo que marcada por el aislamiento que marcan las paredes de la habitación.

La noche ¿les confunde?

En primer lugar cabe resaltar que la confluencia de cambios en hormonas relacionadas con el sueño (melanina, cortisol), y otras, provoca que los ciclos de vigilia se modifiquen durante la adolescencia. Es decir que a partir de cierta edad, el sueño no se concilia a la misma hora, de hecho las horas de acostarse podrían irse retrasando hasta casi los 20 años, edad en la que uno ya es biológicamente adulto.

Entendamos esto: los ritmos durante la adolescencia son diferentes a aquellos que marcan el sueño de un niño pequeño, o de un adulto. Eso explica que un adolescente aguante mejor estar despierto por la noche (cuestión de hormonas, diríamos), el problema viene cuando deben entrar al instituto a las 8 del día siguiente

Pero una cosa es eso, y otra que se permita a un menor de 13 o 14 años estar en su habitación con un dispositivo conectado a Internet… a la una de la madrugada. Sin embargo, revisemos los motivos que pueden tener, para (quizás) entenderles:

  • De noche pueden conseguir algo más de intimidad, y a la postre, los padres no tienen tantas ganas de estar interrumpiendo porque o están muy cansados, o están durmiendo.
  • Los horarios de clases, y a veces actividades extraescolares o deportivas, sumados al tiempo que chicos y chicas deben dedicar a estudiar o acabar tareas… complican la tarea de mantenerse en contacto con otros jóvenes como ellos.
  • En cualquier caso, los hábitos relacionados con la tecnología, deben ser revisados por las familias, porque todos necesitemos dormir, independientemente de la hora de conciliar el sueño. De no descansar las horas mínimas, se notará con bastante probabilidad en el rendimiento académico, ya que cuando el organismo no cubre sus necesidades más básicas, no está para metas ‘artificiales’ (por importante que nos parezca la formación, para el cuerpo lo es mucho más mantenerse en condiciones).

    Dormir poco y ¿qué más?

    Para un menor en la adolescencia temprana / media (hasta los 15 o 16 años) sería un riesgo exponerse a Internet sin un mínimo de supervisión, y ahora no es el momento de detallar todos los comportamientos o contactos inadecuados que se producen debido al mal uso. El caso es que tener varias horas por delante para estar conectado sin que nadie te moleste, puede ser muy divertido, pero facilita la exposición intensiva a (por ejemplo) el ciberbullying.

    Dormir y pasar por todas las fases del sueño es necesario para desarrollarse bien, que se regule el metabolismo, incluso para tener un estado de ánimo positivo; son razones de peso para conseguir que duerman el mínimo de horas aceptable. Me diréis ¿y cuando salen de fiesta?, creo que en este caso lo debemos considerar como una excepción, pero la regla debería incluir unos hábitos establecidos.

    ¿Soluciones?

    Se me ocurre que cuando hablamos de adolescentes, estos necesitan libertad, quizás si pueden conseguir pequeñas metas en este sentido durante el día, no necesiten robarle horas al sueño. A una persona de 14 años, por mucho que sea nuestro hijo, no podemos programarle hasta el último minuto de su cotidianidad, ni debemos perseguirlo para que nos cuente cómo le fue, y tampoco nos asustaremos por un cambio de hábitos que convierten a nuestro niñito en alguien deseoso de encajar en el grupo de iguales, o incluso de descubrir plenamente su sexualidad.


    Pero no hay libertad completa si se vive en grupo, así que en el hogar deben existir unas mínimas normas, especialmente si sugerir límites no va a afectar a su desarrollo como personas. Así que no hay más remedio que regular el uso de dispositivos, ‘más vale prevenir que curar’ reza el refrán; y en este tema os tengo que decir que ya hay descritos varios casos de afectación al rendimiento escolar por pasar parte de la noche conectados.

    Por último: aunque parezca pasado de moda, no dejes de sugerir la lectura (para que se relajen antes de dormir), e invítales a que mantengan un ritmo adecuado de actividad física diariamente, aunque no practiquen deportes reglados.


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