¡Más abrazos por favor! Que no cunda el ejemplo de St Patrick’s School

Abrazos

Imagina que vas a dejar a tus peques a la escuela por la mañana, e imagina que no les llevas a uno de esos centros “abiertos” a la comunidad, en los que los padres pueden libremente entrar y participar… Pensando, pensando, me da por pedirte también que imagines la siguiente escena: en cuanto se suelta de tu mano la niña pequeña, su profe se agacha para estar a su altura, la recibe afectuosamente y saludándote con la mano, habla suavemente con la peque mientras se dirigen al aula. Y aunque puede que esto último no es tan frecuente, sí que lo es que antes de que el mayor llegue a su grupo de compañeros, estos lo acojan con abrazos y confidencias. Te quedas más tranquila, seguro que sí.

Hasta aquí todo normal (¿estás de acuerdo conmigo?). Lo que si que resulta difícil de imaginar es el momento en que los responsables Saint Patrick’s School en Geelong (estado de Victoria / Australia), tomaron la decisión de prohibir los abrazos entre alumnos en su centro educativo. Doy por hecho de que cualquier momento no es bueno para ser abrazado, y que no todos nos sentimos cómodos cuando alguien nos quiere abrazar; sin embargo, cuando existe el respeto y la aceptación por la otra persona, los abrazos ejercen en nosotros (incluidos los niños) un enorme efecto terapéutico.

Como imaginas, la noticia ha provocado controversia, porque parece absurdo y antinatural “instruir” a las alumnas y los alumnos para que aprendan otras formas de mostrar afecto como un apretón de manos o chocar los nudillos (¿en serio?). Y no obstante, su director insiste en que se ha malinterpretado la norma, puesto en realidad no existe una prohibición general, pero se recomienda a sus alumnos que intenten otras formas. La justificación que han encontrado es el “respeto al espacio personal”.

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¡Más abrazos, por favor!

Los abrazos regalan estabilidad emocional y son muy importantes en las relaciones personales: se considera que poseen efectos curativos al liberar endorfinas y oxitocina. Pueden relajar, evitar bloqueos y aumentar la autoconfianza de quién lo recibe. Abrazar es tan simple, tan cotidiano, tan fácil de hacer que ni siquiera pensamos en sus efectos positivos.

Es verdad que debemos permitir a los peques tomar decisiones acerca de cuándo recibir abrazos o besos, y este es uno de los pilares en la prevención de los Abusos Sexuales Infantiles: conseguir que niñas y niños sean dueños de las decisiones sobre su cuerpo, y se nieguen si no desean que alguien se acerque más de lo necesario, o les toque. Entiendo que cuando en la escuela que se menciona pretenden evitar los abrazos, lo hacen pensando en cualquier tipo de abuso; pero con la medida únicamente conseguirán niños bastante confusos que se quedarán a medias en sus demostraciones de afecto.

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No es prohibir, es inhibir, pero el efecto es el mismo.

El director comentaba que no sólo se refería a abrazos entre alumnos, sino también con adultos (docentes), no veo por qué un profesor no puede abrazar a un alumno triste. Si ocurriera, nos sorprendería porque nos acostumbramos a negar afectos a los niños, o porque lo consideramos impropio, pero ¿sería lógico pensar que un alumno tuviera que pasar cinco horas mínimo al día sin recibir un abrazo aunque lo necesitara? ¿el hecho de que seas tutor es incompatible con mostrar afecto? ¡qué cosa más rara!

Seguro que piensas “¡qué barbaridad! ¡yo le diría a mis hijos que por supuesto pueden seguir abrazándose!’; pero mira, tengo un ejemplo muy cercano en el que la proximidad del docente a los alumnos (léase: le querían tanto que mientras estaba en la cafetería antes de que abrieran las puertas del colegio, hacían círculo a su alrededor para contarle sus preocupaciones y escuchar sus palabras), fue objeto de sospechas de varias madres y varios padres, quienes se quejaron al director. Y esto no ha pasado en Australia ni hace 60 años, sino en nuestro país, y hace un año.

Mucho cuidado con confundir afecto con abuso, porque a cualquiera le va bien un abrazo (consentido, por supuesto), pero especialmente a los niños y las niñas, que necesitan estar rodeados de amor. Y ya que me pongo, ¿te puedo hacer una última recomendación? Abraza cuando el otro te deje, abraza a tus hijos, tu pareja, tus padres, tus amigos,…; pero sobre todo abraza cuando te pidan abrazos: abraza a esa niña confusa que atraviesa la adolescencia, al peque que te ha chillado en un arranque de ira hace unos minutos y arrepentido te implora amor, a quien ha tenido un mal día, …

Imágenes — kainr, Caitlinator



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