En busca de soluciones para el fracaso escolar

Leíamos a principios de año que el Gobierno iba a negociar con el apoyo de Ciudadanos, la inclusión en los presupuestos de 2017, un plan de lucha contra el fracaso escolar, basado en la implantación de programas que están funcionando en colegios con entornos desfavorables. El “Prefe” que así se llamaría, se desarrollaría a instancias de los propios centros educativos interesados, que recibirían fondos de cumplir los requisitos. El año 2015 se saldó con 9 puntos más respecto a la media europea, en tasa de abandono educativo temprano.

En este tema entran en juego conceptos como fracaso escolar o abandono escolar, que se interrelacionan, y merecen ser explicados. Fracaso escolar es cuando un menor de edad no es capaz de alcanzar el nivel medio en función de su edad y del nivel educativo que cursa, así pues nos referimos a las calificaciones, un factor que (como sabemos, aunque no siempre reconocemos) no es indicativo de las competencias adquiridas por un alumno. Fracaso escolar en adolescentes está relacionado con unos resultados inferiores a sus capacidades; y se asocia con el riesgo de abandono temprano de los estudios (antes de finalizar la ESO). Una puntualización interesante, la señala el psicopedagogo V. Garcia Hoz:

‘El fracaso escolar nace de convertir los exámenes en sanción social y no en acción pedagógica’

Al referirnos a abandono escolar, pensamos en adultos que han dejado las aulas solo con el graduado en ESO, y no existe en Europa otro país que acumule tantas personas de 18 a 24 años que únicamente cuenten con esa titulación. ¿Qué causa el fracaso escolar? ¿qué soluciones son posibles? Decir, antes de proseguir, que el hecho de que con la LOGSE (una de nuestras leyes educativas anteriores), se aumentara la edad hasta la que se debería permanecer en el centro educativo, no mejoró el fracaso escolar. Tampoco se incidió demasiado en prácticas organizativas generales (y sí en medidas puntuales como las “aulas de convivencia”).

Fracaso escolar: tremendo problema de origen multifactorial.

La LOMCE, con itinerarios formativos muy cerrados y provocando mayor segmentación de alumnos, no creo que mejore el fracaso escolar. Antes de finalizar el pasado año, los resultados del informe PISA 2015 casi nos hacían caer en una peligrosa trampa… Porque puede que esas pruebas internacionales, y puede que las mediciones sirvan como referencia para plantear determinadas acciones. Pero no es más que una forma de fijarnos en los resultados numéricos.

Causas del fracaso escolar.

Se trata de un problema multifactorial, cuyos resultados nos empeñamos en atribuir únicamente a los estudiantes o a sus familias; he hecho no hace mucho que aún oíamos hablar de “ninis”, en un ejercicio claro de incomprensión de todo lo que rodea a la población joven y adolescente, y en un alarde claro de adultocentrismo. Quizás el problema sea que no nos enfocamos en mejorar las condiciones y las políticas para que los niños tengan éxito en los estudios; de hecho es sabido que otros países cuentan con leyes estables, y mecanismos para motivar a su alumnado, mientras que aquí se consigue una frustración palpable una vez progresan a segundo de ESO (el primer curso es para adaptarse al Instituto y para intentar gestionar la ingente cantidad de asignaturas que deben estudiar).

Las causas son políticas, económicas, sociales, y también familiares o individuales; entre las dos últimas podríamos situar algunos trastornos del aprendizaje, o las dificultades de los padres para ejercer de mediadores entre 2 esferas: el hijo y el sistema educativo. Claramente, las escandalosas cifras de fracaso escolar en España, hablan de una educación que podría ser otra, de unas necesidades mal atendidas, de una falta de conocimiento de lo que es el mundo infantil y adolescente.

Para aclarar este último punto, puedo mencionar brevemente que las chicas y chicos de entre 11 y 17 años (edades variables), están inmersos en un proceso de construcción de identidad, complejo para ellos, incomprensible para buena parte de la sociedad adulta. En esta búsqueda necesitan más tiempo que nunca para encontrarse, por lo que el mero hecho de tener que permanecer 6 horas en las aulas, ya supone una interferencia para ellos; si además, se les está llenando la cabeza de contenidos, en lugar de permitirles ser parte activa en su aprendizaje, no nos deberíamos extrañar de falta de atención, despistes, desmotivación, etc.

¿Qué hacemos frente al fracaso escolar?

Vuelvo a mencionar al Gobierno, pues en este mes se tenían que empezar más negociaciones en temas educativos, y en concreto para conseguir un Pacto Nacional, que permita medidas duraderas para hacer frente a todos los problemas con los que los diferentes actores de la educación, se están encontrando. Además del mencionado plan de lucha contra el fracaso escolar. Lo que está claro es quede no existir medidas globales y de carácter tanto general como específico, el problema persistirá.

Desde los presupuestos destinados a Educación, hasta transformar el Sistema, pasando por esas pequeñas iniciativas para tutorizar a los alumnos con mayores dificultades, o atender las demandas de las familias que debido a una falta de compromiso de las empresas, no pueden acudir a reuniones individuales con los tutores. Quizás mayor flexibilidad en los itinerarios formativos, y acceso más fácil a cada una de las opciones, para que realmente cada uno de esos alumnos tenga capacidad de influir en su propio futuro.

Al fin y al cabo, el fracaso escolar, siendo un drama para tantísimas familias, es sobre todo un fracaso de la sociedad que no ha sabido articular medida de prevención o abordaje.



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