Errar es humano, y esto no te lo puede negar nadie en el mundo. Cometer errores de disciplina es parte de ser padre o madre, la crianza no es fácil y en muchas ocasiones parece un ensayo de prueba y error.
Muchos padres sin darse cuenta se ven que de repente están gritando a sus hijos y perdiendo la calma cuando consideran que sus pequeños se están portando mal. Después de esta tormenta siempre se dan cuenta que posiblemente se hubiera podido manejar mejor la situación.
Hay formas de solucionar estos errores comunes que comenten los padres. Visualízate a ti mismo reaccionando de manera diferente a tu hijo la próxima vez que haga algo con lo que pierdes los nervios, y ten confianza en tu capacidad para cambiar su mal comportamiento y tu reacción a su comportamiento… sin necesidad de pasar por malos modos. Primero recuerda que estos errores de disciplina son comunes en la mayoría de los padres y una vez que te des cuenta, estarás creciendo como padre o madre.
No respetar a los hijos
Los padres les piden a sus hijos que les respeten, pero a veces olvidan que el respeto debe ser una calle de doble sentido. Uno de los errores más comunes que cometen los padres al disciplinar a los niños es gritar, hablar en un tono severo y enfadado, o incluso insultar a sus hijos. Dar y pedir respeto a cambio es uno de los consejos cardinales para recordar sobre disciplinar a los niños.
Para respetar a tus hijos, piensa en cómo te gustaría que te hablasen si estás resolviendo un conflicto con otro adulto y después, aplícate eso en la comunicación que tienes con tus hijos. Acércate al nivel de los ojos de tu hijo y analiza el problema en cuestión de una forma amable pero firme, y sobre todo, respetuosa. No importa lo enfadado que estés o el estrés que tengas, intenta mantener la calma. No grites y jamás menosprecies a tus hijos. Si alguna vez le gritas, después pídele perdón y la próxima vez cálmate contando hasta 10 antes de hablar con tu hijo.
Intentar disciplinar cuando estás enfadado
Hay cosas que no pueden ir juntas nunca como beber y conducir o escribir a alguien cuando estás en caliente puesto que estás enfadado y no te has dado la oportunidad de relajarte. Disciplinar a un niño mientras estás enfadado definitivamente está en esa categoría de no hacer. Cuando reprendes a tu hijo mientras estás enfadado por algo que hizo, es más probable que grites o digas algo que no quieres decir.
Para evitar que esto ocurra, tómate unos minutos (o más si lo necesitas) para calmarte y escoger los pensamientos antes de hablar con tu hijo sobre su mal comportamiento. Si es necesario ve a dar un paseo antes y date tiempo para reflexionar sobre el conflicto y así lidiar con la situación de una forma más tranquila.
Ser incoherente en la crianza
Imagina que regañas a tu hijo por no limpiar su habitación pero le ignoras cuando su habitación está desordenada varios días. Después le regañas al tiempo por volver a tener la habitación desordenada… tu hijo estará recibiendo un mensaje inconsistente. Una de las mejores maneras de ayudar a los niños a corregir el comportamiento es dándoles instrucciones claras sobre lo que se espera de ellos en cada momento.
En este sentido es necesario que le des a tus hijos órdenes claras y simples, si es necesario, con una lista realista de expectativas. Por ejemplo, si quieres que tu hijo limpie su habitación todas las semanas, márcalo en un calendario y permite que ese día sea el de limpieza de la habitación o que tenga un día máximo en la semana para tener su dormitorio limpio.
De esta manera sabrá qué se espera de él, y si no cumple con su obligación entonces deberá tener consecuencias ante este comportamiento. Si él no cumple, dale un conjunto consistente de consecuencias. No le des diferentes grados de castigo por la misma mala conducta. Debes ser constante y consistente en hacer cumplir las reglas y en las consecuencias establecidas.
Hablar o explicar demasiado
Dar una explicación larga y detallada del comportamiento inapropiado de tu hijo no es una buena idea. Los niños, incluso los niños de escuela primaria que se están volviendo mejores para prestar atención, pueden perder fácilmente la pista de las conversaciones que entran demasiado en detalles.
Para que esto no ocurra debes ser lo más directo posible y dividir los aspectos básicos en la conversación con tu hijo para que pueda recibir mejor el mensaje. Con los niños más mayores tendrás que hablar sobre lo que estuvo mal y hablar sobre los posibles escenarios alternativos que pueden ser mejores opciones. Con los niños más pequeños tendrás que decirles tú cuál fue el mal comportamiento y por qué fue incorrecto.
Después dile qué tiene que hacer la próxima vez, por ejemplo: ‘Entraste en la habitación de tu hermana y cogiste un juguete sin permiso. Esto le hizo sentir que no te importan sus sentimientos. Pregunta siempre antes de coger juguetes de tu hermana o entrar a su habitación’.
No practicar lo que predicas
Si le dices a tu hijo que no mienta o que no grite y luego lo haces tú, entonces estarás enseñándole de forma contradictoria que gritar y mentir está permitido. Si gritas a tus hijos pero enfadado y gritando les dices que ellos no griten… ¿Qué sentido tiene? El problema es que a menudo no ves tu propio comportamiento y te olvidas que tus hijos están observando cada uno de tus movimientos y aprendiendo cómo comportarse usando tu ejemplo.
Para evitar esto tendrás que aprender a practicar lo que predicas y ser un buen ejemplo de comportamiento que quieres que tus hijos también hagan. Si ocasionalmente rompes algunas de las reglas, tendrás que explicar a tus hijos que es una circunstancia particular y por qué te has comportado de la manera que lo has hecho. Hablad sobre cómo podríais haberlo manejado mejor y cómo podréis hacer las cosas de forma diferente en el futuro.