La personalidad de los niños ha sido desde siempre un tema de gran interés para psicólogos, pedagogos, médicos y psiquiatras. Ahora bien, a quien más le intriga esta dimensión es sin duda a las familias, a los padres… ¿Se parecerá la niña a su padre? ¿Habrá heredado el carácter rebelde de la abuela?
Lo primero que debemos saber es que la personalidad no es algo puntual, no es algo que aparece de la noche a la mañana en nosotros. Tampoco debemos caer en el error de pensar que un bebé «carece de personalidad». Hay factores genéticos, biológicos, químicos e incluso ambientales que van a determinar ya en los primeros meses que intuyamos ciertos rasgos que nos pueden dar buenas pistas sobre el genio de nuestros niños. En «Madres Hoy» te lo explicamos.
Factores que pueden determinar la personalidad de un niño
Tal y como te hemos señalado antes, hay aspectos que escapan por completo a nuestro control, y que van a determinar en mayor parte el que una persona desarrolle un tipo de personalidad y no otra.
- Existe un componente genético.
- Tampoco podemos descartar elementos bioquímicos. Un ejemplo de ello sería un cerebro donde existe una sobreexcitación el neurotransmisor de la dopamina: en este caso, desarrollamos un comportamiento orientado a la búsqueda, la recompensa contínua… Serián rasgos claramente extrovertidos.
- Otro aspecto a tener en cuenta, es que la personalidad es un constructo psicológico que se constituye día a día a través de las experiencias, y las valoraciones que nosotros hagamos de ellas.
Partiendo de estos principios que como puedes intuir nadie puede controlar, orientar ni determinar (de ahí la magia de la individualidad humana, y la necesidad de considerar a cada niño como único y especial), cabe considerar una serie de pilares que nos pueden ayudar a asentar una personalidad más segura y madura en nuestros niños.
- El primer vínculo que el niño va a desarrollar con nosotros es el apego. Es un lazo emocional que proporciona seguridad en nuestros hijos, y que les ayuda a desarrollar ese primer vínculo social con la que es su familia.
- Es necesario que el apego sea saludable, que le ofrezca cobijo, seguridad, confianza, a la vez que un progreso empuje hacia la autonomía.
- Es decir, hay padres que desarrollan o bien un «desapego» y una frialdad emocional que puede determinar en mayor parte la personalidad de un niño, o por otro lado, cabe el riesgo de excedernos y crear «niños burbuja», niños excesivamente dependientes.
- Otro aspecto a tener en cuenta, es la forma en que socializamos a nuestros hijos, por decirlo de algún modo: «la forma en que los introducimos al mundo». Aquí, una vez más es importante ofrecer siempre estrategias para que el niño sea autónomo, para que encuentre felicidad y comodidad abriéndose a los demás, jugando, explorando y descubriendo.
- Debemos desarrollar también un estilo educativo democrático, evitando autoritarismos. Es algo esencial que puede ayudar mucho a nuestros hijos el día de mañana.
La personalidad de nuestros hijos es única: conocéla lo antes posible
Muchos padres creen, erróneamente, que la personalidad de un niño se asienta llegada la adolescencia. Y no es cierto. El carácter de un niño se ve y se siente día a día desde que viene al mundo, es más, bebés de sólo unos meses ya se diferencian unos de otros, hay quienes demandan más atención, quienes lloran más y menos, quienes se fijan más y quienes reaccionan peor ante nuevos estímulos.
Todo ello son pistas, bases que más tarde irán edificando con nuevos aspectos gracias a las experiencia y a la interacción con ese mundo próximo que los rodea. Y algo que debemos entender los padres es que no podemos cambiar su carácter, un niño no será nunca el reflejo de sus padres.
Cada uno de nuestros hijos es único y especial, y nuestra labor está en comprender, orientar y guiarles siempre en felicidad, apertura para que el día de mañana, sea adultos independientes capaces de alcanzar los objetivos que ellos mismos se propongan.
Por ello, ya desde bien temprano podemos intuir su personalidad a través de estos aspectos.
Nivel de actividad
Esto es algo que percibimos fácilmente ya en los primeros meses. Hay niños que nos es casi imposible sacarlos de casa. Los llevas en brazos o en el carrito y nunca dejan de moverse, «necesitan espacio» movilidad, a penas paran quietos y siempre van llamando la atención.
En cambio otros, se duermen con facilidad, y son muy adaptables y tranquilos a la hora de sacarlos de casa. Ahora bien, no pensemos que porque un niño es muy movido puede traernos problemas el día de mañana, en ocasiones, el nivel de actividad va relacionado con la curiosidad. No tiene por qué ser algo que nos preocupe.
Regularidad
Los niños muy regulares nos facilitan a los padres muchas cosas: son previsibles, podemos adaptarnos a sus hábitos y organizar cosas como salidas, viajes… Tenemos claro que van a comer a sus horas, que duermen bien sus siestas…
Por otro lado, tenemos esos otros bebés que tardan mucho en dormirse, que no quieren comer cuando les toca y que por ejemplo, tampoco acaban de «adaptar sus ritmos biológicos», es decir, te cuesta mucho quitarles el pañal, controlar la orina… etc.
Con ello, ya puedes intuir quien va a necesitar más atención y energías de tu parte.
Reacción ante estímulos nuevos
A los bebés, por lo general, no les va bien los cambios y los estímulos imprevistos. Prefieren la rutina y lo predecible. Ahora bien, su entorno no va a ser estable toda la vida, y es común que reacción de forma muy variada a factores nuevos como invitados, personas que los cogen, músicas, sonidos, luces, mascotas nuevas, excursiones…
Hay niños más complicados que reciben muy mal esas nuevas situaciones, y algo que es esencial por nuestra parte es advertirlo cuanto antes para gestionar mejor esas situaciones aportándoles calma y seguridad. Algo básico para que el día de mañana se adapten bien al día a día y a su desarrollo social.
Intensidad de reacción
¿De qué manera reacciona ante las cosas? Los bebés pueden reaccionar ante los nuevos estímulos mediante gritos, lloros o una callada curiosidad. Todo ello dice mucho de ellos, los hay que se enfurecen, otros guardan tímido silencio.
Sea como sean sus reacciones es conveniente a que los ayudes siempre a expresar sus emociones.
¿Cuánto dura su nivel de atención?
Todo ello variará sin duda con el tiempo a medida que maduren, pero hay bebés que mantienen muy poco la atención ante los estímulos, otros en cambio persisten en ese nuevo objeto, figura, juguete…
Vale la pena que les hablemos a los niños sobre esos objetos para incentivar su interés, para focalizar su atención y que no se disperse. Recuerda que vale la pena darles un solo juguete que muchos a la vez.
Sensibilidad sensorial
Hay niños más sensibles que otros ante los sabores, luces, texturas, sonidos y temperaturas. En ocasiones, esa sensibilidad sensorial tiene mucho que ver con su carácter, con su forma de sentir e interaccionar con el mundo.
Atiende siempre el nivel de sensibilidad de tu hijo para poder gestionar día a día todos los estímulos con los que interaccionan.
¿Qué humor predomina en tu bebé?
Hay bebés que ríen por nada, otros que reaccionan con rabietas, otros que son más tímidos… Lo creas o no, ello ya son pistas claras sobre su personalidad, algo que nos hará comprenderlos mejor y ayudarles a gestionar de forma más óptima, las emociones día día.
Si tu bebé es llorón y reacciona tirándote del pelo o gritando ante lo que no quiere o no le gusta, es necesario controlar y canalizar dichas reacciones. Por lo contrario, si el humor de tu hijo es algo apagado, anímalo a exteriorizar, a interaccionar, a tocar, a sentir… Haz que el contacto físico sea el vehículo de la emoción de la risa y la sorpresa.
Cultiva su felicidad cotidiana, y descubre cómo se desarrolla su personalidad para entenderlo y ayudarlo cuando así lo necesite.