El vínculo entre abuelos y nietos va más allá de la herencia genética. Construye todo un vínculo emocional que ayudará al niño a crecer sintiéndose integrado, querido, y unido a su vez a una generación de la cual, aprender valores y afectos.
Si bien es cierto que todos aceptamos la importancia de los abuelos en la vida de nuestros hijos, es común que en ocasiones nos surjan dudas. ¿Tienen nuestros padres y madres el deber de educar al igual que lo hacemos nosotros? ¿Dónde están los límites entre unos y otros? En «Madres hoy» te invitamos a conocer unos datos de interés con los cuales definir y obtener una visión más amplia sobre el tema.
¿Tienen los abuelos el deber de educar?
Empezaremos haciendo una sencilla reflexión que sin lugar a dudas, compartirás con nosotros: en la vida de un niño, todos actuamos como agentes educadores. Empezando por la familia, pasando por la escuela e incluso la propia sociedad a través de los medios como la televisión o Internet.
De ahí, que todo estímulo que reciban nuestros niños deba ser siempre enriquecedor, educativo y con los valores suficientes como para influir de una forma positiva en ellos. Ahora bien, dentro del contexto más cercano al niño, somos nosotros y sus abuelos sus primeros referentes.
Tampoco podemos pasar por alto el rol actual de la mujer. Nuestras responsabilidades, van ya más allá de la crianza y el cuidado del hogar: mantenemos una vida laboral activa que nos obliga a tener que pasar un número determinado de horas fuera de casa.
Durante este tiempo en que nosotras o nuestras parejas no pueden responsabilizarse de los niños, son casi siempre los abuelos quienes adquieren el rol de cuidado y atención. Algo que sin duda, todos agradecemos.
Ahora bien… ¿cuál debería ser su papel?
- A la pregunta sobre si los abuelos educan, la respuesta es sí. No obstante, cabe matizar algunos aspectos. Su momento de educar como padres y madres ya cumplió su finalidad. Ahora su rol es el de ser «abuelos».
- La responsabilidad última de marcar normas, reglas, de atender, cuidar, mantener y por supuesto educar, es nuestra. La labor de los abuelos es pues distinta. Ellos atienden, ofrecen cuidado y afecto, pero además, es necesario que tengan claras las «normas» que nosotros, como padres, tenemos pautadas con los niños.
- Si en casa tenemos como norma no ver la televisión mientras comemos para favorecer el diálogo familiar, debería seguir cumpliéndose. Si tenemos como regla no salir a jugar a la calle después de cenar, también debería cumplirse en casa de los abuelos.
- Es preciso que no existan «incongruencias» educativas a la hora de marcar pautas cotidianas con los niños. Es algo que deberíamos definir previamente con los abuelos.
La relación emocional y educativa entre abuelos y nietos
Es posible que a día de hoy, aún sigas guardando un grato recuerdo de tus propios abuelos. El legado que nos ofrecen, es muy íntimo a la vez que constructivo. Es una herencia llena de olores y sensaciones, de historias que nos unen a un árbol familiar.
Es un recuerdo construido en tardes de domingo, en esos días en que nos recogían al volver del colegio... Escenas que muy posiblemente, desees que tus hijos guarden de tus padres.
Veamos ahora cómo se edifica esa educación que se establece entre abuelos y nietos
1. Los niños aprenden a crecer, los abuelos recuerdan su niñez
Este es un aspecto emocional y evolutivo que nos obliga a reflexionar. Como hemos aclarado al inicio, los abuelos no tienen una responsabilidad «formal» para educar. Ellos ya ejercieron de padres en el pasado mejor o peor, sus errores o aciertos ya están hechos. Ahora, son abuelos.
- Su relación con sus nietos les invita a su vez a recordar su propia niñez en un momento evolutivo donde la madurez, les obliga a hacer «balance». De ahí que en ocasiones, veamos cómo les permiten cosas a nuestros hijos que a nosotros nos sancionaban, su relación con ellos es más acogedora, sensible e íntima.
- Mientras los abuelos recuerdan su infancia, los nietos establecen esa primera conexión con la edad madura y avanzada. Nuestros padres son su primer contacto con un rostro donde se peinan canas, donde las arrugas asoman en cada sonrisa y donde el tiempo, queda marcado en todas esas historias que les cuentan antes de dormir.
- Si la relación es óptima y gratificante entre los abuelos y nietos, nuestros niños verán la madurez de una forma sana. Deseando tal vez, parecerse a sus propios abuelos cuando tengan su edad.
De algún modo, se establece un intercambio muy enriquecedor entre ellos que deberíamos favorecer.
2. Un legado de sabiduría
Tenemos claro que a la hora de envejecer, no todos lo hacemos de la misma forma. No obstante, si se hace de un modo pleno, saludable y manteniendo siempre un espíritu positivo, no puede haber nada tan gratificante a nivel familiar.
Con ello queremos decir que «hay abuelos y abuelos», y no todos pueden aportar a nuestros hijos ese legado emocional, íntimo y especial que desearíamos. Así pues, lo ideal es que intentes potenciar siempre los buenos momentos.
- Si alguno de los abuelos es algo protestón o severo, orienta al niño para que sepa tratarlos y no se sienta amenazado por un carácter algo áspero. Debemos procurar, en la medida de lo posible, que los niños guarden un buen recuerdo de sus abuelos.
- A pesar de que muchos de nosotros tengamos en la familia algún abuelo o abuela, con el que no nos llevemos particularmente bien, lo normal es que la relación sea armónica y gratificante. Es necesario pues favorecer el contacto entre abuelos y nietos, la complicidad que puede crearse entre ellos ofrecerá unos valores muy sólidos al niño.
- Los niños no solo son grandes receptores de todas esas historias que les puedan contar. Además de ello, integrarán en su memoria cada gesto, cada palabra que vean en casa, las rutinas de los abuelos, sus pequeños detalles, los olores de esos pasteles, de esas comidas. También recordarán caricias y sonrisas.
La relación entre abuelos y nietos se sustenta sobre un vínculo emocional que habrá de acompañarles toda la vida.
Los abuelos también necesitan su espacio personal
Los abuelos de hoy en día son «jóvenes en edad madura» muy activos. Si tenemos en cuenta que la esperanza de vida es cada vez mayor, es normal que tengan la necesidad de disfrutar de sus instantes de ocio, de sus amistades, de sus viajes y de su crecimiento personal a través de las labores que elijan.
Sabemos que aman a sus nietos, y que los echarán en falta cada día, pero debemos tener en cuenta una serie de aspectos:
- Evita sobrecargarlos. Los niños disponen de mucha energía y nuestros padres necesitan de una adecuada calidad de vida donde los esfuerzos sean los justos.
- El cuidado de los niños también puede ser importante para ellos: les hace ser útiles. Ahora bien, intenta que dispongan también de su espacio personal, de sus instantes para pasear, para quedar con amigos. Nuestros padres están en una etapa en que deben disfrutar del día a día sin excederse en otras responsabilidades.
Para concluir, como madre, es importante que favorezcas también la relación entre abuelos y nietos. No solo son una ayuda en el día a día en las tareas de cuidado y atención. Nuestros padres, son nuestras raíces y unos pilares llenos de afecto y valores, que pueden enriquecer a los más pequeños.