Adolescentes y tabaco: no lo normalicemos

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Hoy es 31 de mayo y se celebra mundialmente el Día Mundial sin Tabaco, promovido por la OMS; se está haciendo un llamamiento a todos los países a fin de que se preparen para el empaquetado ‘neutro’ de los productos de tabaco. Esta medida podría reducir la demanda al disminuir el atractivo de los productos de tabaco, pero también provocaría un efecto importante: el uso de los paquetes de tabaco ya no servirá como soporte para publicitar y promover el tabaco.

Cada vez existe mayor conciencia ciudadana, y también de las autoridades sanitarias, acerca de los efectos nocivos de fumar tabaco. Y no solo eso, porque como nos contó María José, no son pocos los riesgos de convertir a los niños en fumadores pasivos. Sin embargo, hoy nos vamos a centrar en las consecuencias que para la salud de los adolescentes tiene iniciar el hábito tan tempranamente.

En la adolescencia resulta relativamente fácil experimentar con distintas drogas legales o ilegales, por eso es muy importante que las familias se planteen seriamente la prevención desde años antes. Y no os asustéis porque estoy segura de que lo sabéis hacer. Cuando hablo de prevención, me refiero a establecer y mantener una comunicación familiar abierta y fluida, respetar / valorar a los menores, ayudarles a que tengan autoestima, reconocer sus emociones; y también a proporcionarles toda la información que puedan necesitar sobre los temas que les interesan o les preocupan.

Todo ello no impedirá que los jóvenes prueben alguna droga, aunque supongo que para algunos no son atractivas. Pero de lo que se trata aquí es de minimizar los riesgos asociados al consumo. Y sí, el entorno puede hacer mucho por ellos: por ejemplo, la existencia de actividades de ocio saludable es determinante, la legislación influye en el control social, y proyectos como el empaquetado neutro, se pueden saldar con una reducción de jóvenes que empiezan el consumo de cigarrillos.

El ejemplo de los padres: más que un ejemplo es un ESPEJO

Lo sabemos, pero nos cuesta practicarlo: si gritamos a nuestros hijos, ellos nos gritarán; si pegamos a un niño, éste le pegará a su hermana / o; si ensuciamos las calles, ellos lo harán; si no comemos fruta, es muy difícil convencerles de que lo hagan… Si abusamos del alcohol, fumamos, consumimos medicamentos en exceso y sin justificación, puede que ellos lo hagan en el futuro.

Hemos encontrado dos trabajos de investigación en relación a este último aspecto. Uno de ellos, de la revista Atención Primaria, y publicado en Science Direct, ofrece como conclusión que “el consumo de tabaco entre adolescentes se relaciona con la función familiar y el tabaquismo de los amigos”. El otro es de los Anales de pediatría, y tras un estudio transversal con población de 12 a 18 años, se señala que (entre otros estímulos) el hecho de que los hermanos fumen en presencia del adolescente, y que no exista intervención familiar, aumenta la prevalencia del tabaquismo.

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Adolescentes y tabaco: no lo normalicemos.

El tabaco, junto con el alcohol, son las drogas más utilizadas por la población, también por los adolescentes: según datos del Grupo Español de Cáncer de Pulmón, en España se registran porcentajes elevados de consumo entre los menores de edad: un 33,2% de chicas fuman, frente a un 29,6 % de niños. La edad de inicio está en torno a los 13 años, por eso debemos entre todos “lograr que no sea accesible ni apetecible para ellas y ellos”.

Nos situamos en márgenes muy bajos si tenemos en cuenta a otros países de nuestro entorno y al impacto social y sanitario que el tabaco produce en nuestro país. Doctor Carlos Camps del GECP

Estamos frente a un problema de salud muy grave que no debe ser normalizado porque (entre otras cosas) los adolescentes son más vulnerables al potencial adictivo de la nicotina, al estar su cerebro todavía en desarrollo. El primer cigarro se suele consumir en la adolescencia: hay niños que continúan fumando, y otros que realmente sólo deseaban probar. Influyen muchos factores, desde la presión de grupo, a la accesibilidad, pasando por factores personales o el ejemplo de los padres, como se ha comentado. En chicos, suele estar relacionado con la ‘integración’ en el grupo, en chicas con el control de peso o la curiosidad, aunque esta apreciación puede ser sesgada.

Efectos del tabaquismo en los jóvenes

Se sabe que el tabaco puede provocar cambios en una estructura cerebral llamada ínsula que está en la superficie lateral del cerebro. Estos cambios están vinculados con el control directo del estado interno y la toma de decisiones, porque la ínsula tiene un gran papel en el control de emociones y sentimientos. Además, sucede algo que todos conocemos que es el daño causado al sistema respiratorio y cardiovascular.

Aunque las enfermedades crónicas o la muerte son asociadas por los jóvenes con la edad adulta, y por eso es más complicado que les lleguen los mensajes de prevención, también deberían saber que fumar y practicar deporte son casi incompatibles, o que el tabaco puede reducir el deseo sexual.


Los cigarrillos además de nicotina (muy adictiva) contienen arsénico, metanol, amoniaco, butano, cianuro de hidrógeno, formaldehído, monóxido de carbono, butano o amoníaco; los jóvenes que han aprendido a amar y respetar su cuerpo, deberían saber esto.

Va de mitos: ¡destiérralos!

El ‘mundo’ de las sustancias que producen adicción, está rodeado de mitos, y es importante conocerlos para desmontarlos, incluso desde una orientación de reducción de daños (y no de evitación del consumo).

Por ejemplo fumar cannabis no despeja los pulmoness, comerte un éxtasis no te convierte en un ser sociable, o consumir cinco cigarrillos al día NO es mejor que fumar 15. No me voy a perder hoy mucho en estas creencias, pero tanto para padres o madres como para hijos, es importante disponer de una información certera, y saber que la última decisión siempre la puede tener uno mismo. Los encontráis recogidos en el siguiente vídeo, editado por la Asociación Española contera el Cáncer.

Más arriba he mencionado dos estudios que intentan averiguar algunos de los factores predisponentes hacia el consumo de tabaco. Uno de ellos incide en la conveniencia de ofrecer “consejos antitabaco” a los más jóvenes, justificada en que a esas edades la dependencia es aún baja, y el porcentaje de motivación para el cambio es importante. Así pues, y a riesgo de repetirme ‘más que el ajo’, os recuerdo que los adultos debemos estar ‘ahí’: no nos necesitan para muchas cosas y van desarrollando su propio proyecto vital, pero les da fortaleza saber que pueden contar con nosotros, y nuestra opinión aún es valorada.

Por último, puede que alguien al leer esta entrada se pregunte si es verdad que los cigarrillos electrónicos son ‘mejores’ en comparación con el tabaco convencional; os recomiendo en ese caso leer este artículo nuestro.

Imágenes — saneboy


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