Todos tenemos días buenos y días malos… es parte de la naturaleza humana. La vida puede tener momentos de altibajos emocionales que nos hacen estar mejor o peor en días determinados. Pero esto no es malo necesariamente, todo lo contrario. Pueden ser oportunidades para conocernos mejor. Saber qué necesitamos cambiar o mejorar en la vida para sentirnos mejor en el futuro.
Los niños, en cambio, no saben por qué ellos tienen días malos también. Esas emociones no las comprenden y con tu guía y ayuda deberá aprender poco a poco a saber qué significa cada emoción en su interior.
Cuando tu hijo está de mal humor es probable que no diga nada agradable en sus días malos… y que lo que dice y cómo se siente, impacte de forma directa en el resto de la familia. Es necesario que como padre o madre sepas cómo responder. Solo de esa manera, tu hijo aprenderá a entender sus propias emociones en sus días malos y qué hacer al respecto cuando vuelvan a aparecer en su interior.
Los padres que saben que algunos días van a ser difíciles y que encontrarán la manera de superar este punto complicado. Haces lo mejor para pasar el día tan bien como puedas, sin importar cómo estén actuando tus hijos… Pero los niños son como los adultos en este sentido, aunque no son miniadultos. Tienen días malos como nosotros. A veces ni siquiera sabemos por qué estamos molestos y esto es especialmente cierto para los niños. A veces, la única manera de resolver un mal día es dormir bien y comenzar de nuevo al día siguiente. Esto nos ocurre a los adultos, pero también sucede a los niños.
Los padres que se enfadan con sus hijos y entre ellos solo empeorarán la situación. Gritar a tu hijo para que mejore el comportamiento no tiene sentido. Si tu hijo está pasando por unos días malos, lo que necesita es tu apoyo emocional.