Aprende a ser más autoritario con tus hijos

Jugar por las tardes en familia en casa

Ser autoritario no implica tener que gritar, pegar o castigar todo el tiempo. Esto solo provocará miedo en tus hijos y por tanto no será una educación ni disciplina realmente efectivas. No hay una sola fórmula para criar bien a los niños. Después de todo, la crianza de los hijos no es una ciencia exacta. No hay un manual de instrucciones y en la mayoría de los casos, es más, ‘ensayo y error’.

Los padres que saben ser autoritarios tendrán a hijos más felices y sanos, equipados emocionalmente de forma correcta para enfrentar los desafíos del mundo real. Lo bueno de todo esto, es que cualquier persona tiene la capacidad de convertirse en un padre más autoritario, si se sabe cómo hacerlo bien. A continuación vas a encontrar algunas estrategias que te ayudarán a ser un padre más autoritario.

Escucha a tu hijo

Hay padres autoritarios pero tóxicos que piensan que sus hijos deben ser vistos pero no escuchados. En realidad, es necesario escuchar y aceptar las opiniones de los niños. Escuchar sus preocupaciones permitirá que se establezca una buena comunicación y confianza y también, compartir sus ideas. Aunque tu hijo te repita las cosas mil veces, sé su mejor oyente. Prestar atención positiva es el mejor paso para prevenir problemas de conducta en el futuro.

Un padre con su hijo

Valida sus emociones

Los padres autoritarios reconocen los sentimientos de sus hijos. Ayudan a los niños a etiquetar sus emociones y les enseñan a reconocer cómo sus sentimientos afectan su comportamiento. Entonces, la próxima vez que tu hijo esté enfadado, resiste el minimizar los sentimientos diciendo: «No es para tanto» o «Deja de llorar, no hay razón para enfadarse ”. Para él, podría ser un gran problema. Valida sus emociones diciendo: «Sé que estás muy triste en este momento”.

Es necesario que corrijas su comportamiento, pero no tus emociones. Dile que está bien sentirse enfadado, pero no está bien golpear por estarlo. Es necesario comprender las emociones para poder responder en acciones a los sentimientos que desencadenan.

Ten en cuenta los sentimientos

Ser autoritario significa tomar en consideración los sentimientos de tu hijo. Demuestra a tu hijo que controlas la situación y pero hazle saber que te importan sus decisiones y que afectan a los demás también. Por ejemplo, si quieres mudarte, pregúntale que piensa respecto a la mudanza pero no preguntes si está bien si os mudáis o no.

Los niños carecen de la sabiduría y la experiencia para tomar decisiones importantes de adultos. Se sienten más seguros cuando saben que los adultos saben más que ellos.

Establece reglas claras

Tendrás que establecer reglas claras en tu hogar. Asegurarte de que los niños conocen las expectativas que tienes con anticipación y explicar a los hijos las razones que hay detrás de cada regla. Entonces, en lugar de decir «duerme porque yo lo dije», di: «duerme para que puedas ayudar a que tu cuerpo y tu cerebro crezcan”.

Cuando tu hijo entienda las preocupaciones de seguridad subyacentes, los peligros para la salud, los problemas morales o las razones sociales detrás de tus reglas, desarrollará una mejor comprensión de la vida. También será más probable que siga las reglas cuando no estés allí para hacerlas cumplir.


Ofrece una advertencia por problemas menores

Es necesario que des consecuencias inmediatas cuando se rompen las reglas. Por ejemplo, si tu hijo golpea tendrá que perder un privilegio o tener un momento de reflexión. Pero para problemas menores, entonces tendrás que dar advertencias. Tendrás que decirle a los niños cuál será la consecuencia si no cambian su comportamiento.

No pierdas el tiempo repitiendo las cosas una y otra vez, porque entonces perderás la credibilidad delante de tus hijos. Demuestra a tus hijos que lo que dices es lo que quieres decir y que quieres decir lo que dices. Si no escucha tu advertencia, entonces tendrás que seguir con la consecuencia y ser coherente y consecuente con la misma.

Consecuencias que dan lecciones de vida

No hagas que tus hijos sufran por los errores que comente, solo tienen que aprender de ellos. Nunca le avergüences o uses cualquier tipo de castigo porque se han equivocado en algo, simplemente enséñales el camino correcto. Jamás le digas cosas horribles como que te ha depreciando… ayuda a un niño que ha tomado una mala decisión a que la tome mejor la próxima vez. No es mala persona por equivocarse.

Las consecuencias son a menudo de naturaleza lógica. Así que un niño que se niega a apagar su videojuego puede perder sus privilegios de videojuego durante 24 horas. Crea consecuencias que ayuden a tu hijo a aprender a hacerlo mejor en el futuro. Si golpea a su hermano, no lo azotes. En su lugar, quita un privilegio. Luego, céntrate en enseñarle mejor manejo de la ira o habilidades de resolución de conflictos, cuando la calma esté entre vosotros.

Niña busca afecto, protección y consuelo en su padre.

Pregúntale cosas como: “¿Qué puedes hacer la próxima vez que te enfades para no golpear?” Luego, habla sobre sus opciones y enséñale alternativas para golpear. Haz que las consecuencias sean sensibles al tiempo también. En lugar de decir: “Puedes volver a tener su tablet cuando pueda confiar en ti nuevamente”, di: “Puedes usar tu tablet nuevamente una vez que puedas mostrarme que eres responsable. Puedes mostrarme que eres responsable de completar tus tareas y de hacer tu tarea a tiempo todos los días de esta semana”… Dices lo mismo, pero el cambio de perspectiva marca la diferencia en cómo tu hijo recibe el mensaje y cómo responde al mismo.

Ofrece incentivos

Puedes usar las recompensas para motivar a tus hijos. Esto no significa que tengas que darles caros regalos. Si por ejemplo tu hijo está tratando de mejorar un comportamiento específico, usa incentivos para ayudarle a conseguirlo a través de la motivación. Algunos ejemplos que te servirán como orientación son:

  • Un niño en edad preescolar se niega a dormir en su propia cama. Sus padres crean una tabla de puntos y él gana una pegatina cada noche que se queda en su propia cama.
  • Un niño de 10 años tarda mucho cada mañana en prepararse para ir a la escuela. Sus padres ponen un temporizador cada mañana. Si está listo antes de que suene el cronómetro, tiene la oportunidad de usar su electrónica ese día.
  • Un niño de 12 años se ha olvidado de traer sus tareas a casa de la escuela. Sus padres comienzan a supervisar su trabajo más de cerca. Por cada tarea que trae a casa, gana un ticket. Los tickets se pueden intercambiar por recompensas más grandes, como salir al parque o la oportunidad de invitar a un amigo a casa.

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