Aprender sobre las consecuencias del mal comportamiento es la forma más rápida de corregirlos, porque es la única forma en que los niños pueden hacerse responsables de sus propias conductas.
Si tu hijo tiene una rabieta en el supermercado cada vez que quiere que le compres caramelos, y se los compras, aprenderá que con la rabieta puede conseguir lo que desea. Si le dices: ‘te lo compraré el próximo día’, tu hijo también se dará cuenta de que siempre dices lo mismo y seguirá teniendo esas rabietas y ataques e incluso puede aumentar.
Es importante que tu hijo sepa que todo mal comportamiento siempre tiene consecuencias, así aprenderá a corregirlo en el futuro. Con esto en mente, necesitas tener una solución (consecuencia) lista para la próxima vez que estés en el supermercado (ten en cuenta que esto es un ejemplo y que debes tenerlo en cuenta en cualquier momento que necesites).
Descubre cómo conseguirlo
Tal vez antes de llegar a la tienda deberéis tener una charla para explicarle (hablándole a los ojos y bajado a su nivel) qué ocurrirá si su comportamiento no es el adecuado. Deberás explicarle a tu hijo cuál sería la consecuencia inmediata en caso de que se produzca una rabieta o un comportamiento inadecuado (especifica qué es un comportamiento inadecuado). Un ejemplo de consecuencia puede ser, no ver la televisión al llegar a casa.
Aun y así puede tener una rabieta igualmente, pero lo que importa es ser consecuente y firme con la consecuencia escogida. Cuando cumplas con la consecuencia podrá aprender que sus acciones tienen consecuencias reales, y que tú tienes la autoridad suficiente para cumplir con tu palabra y él el control para escoger su conducta. Tus palabras tienen el poder de convertirte en un padre o madre en quien confiar que aporte seguridad y confianza al niño. Esto es así siendo coherente con tus acciones y generando confianza en tus hijos desde la primera infancia.