El BLW puede ser seguro si evitas los riesgos

Bebé sonriente comiendo

Como ya sabréis, el Baby Lead Weaning (BLW) consiste en ofrecer al bebé que ya está preparado para la alimentación complementaria, alimentos enteros, en lugar de purés o papillas. Enteros, pero del tamaño idóneo para que las manitas los puedan agarrar y llevar a la boca.

Es evidente que existen una serie de recomendaciones de seguridad para que no se atraganten; y por otra parte se debe recordar que la alimentación complementaria (idealmente se empezará con ella a los seis meses, aunque existen variaciones de las que podemos hablar otro día). Pues hoy os vamos a hablar del BLW, un ‘método’ (no es exactamente, pero para que nos entendamos) que muchas de las que tenemos hijos adolescentes, hemos llevado a la práctica por pura intuición, sin saber que tenía un nombre.

Me gustaría hacer mención a un artículo publicado en la revista especializada “Evidencias en pediatría”, que se llama ‘La alimentación complementaria a demanda con soporte parental educativo no incrementa el riesgo de sofocación’. El objetivo del mismo es determinar si la introducción de sólidos, dirigida por el bebé (BLW), y con apoyo educativo parental, tendría mayor riesgo de atragantamiento y sofocación que al utilizar cuchara.

La principal conclusión es que ‘el BLW con consejos a los padres para minimizar el riesgo de sofocación no parece incrementar los episodios de atragantamiento en comparación con la alimentación de forma tradicional (con cuchara)’. Sin embargo, es preocupante el gran número de niños que recibe alimentos con riesgo de sofocación, y sobre esto también voy a hablar más abajo.

Es un estudio sin conflictos de intereses, en el que están definidas claramente tanto la población como la intervención; la investigación está justificada en la preocupación que aún existe en el riesgo de arcadas y sofocación.

El BLW no sólo es adecuado, sino que es beneficioso.

Bebé comiendo, btw

Pues estimula el desarrollo psicomotor, y hace más fácil que acepten alimentos sólidos; además es una forma amable de introducir en la alimentación complementaria, ya que nos adaptamos al apetito y preferencias de los bebés. No es menos importante que las madres suelen estar más relajadas.

El BLW no es adecuado antes de los seis meses.

Ya que se requiere que el bebé pueda permanecer sentado sin ayuda de nadie, haya desaparecido el reflejo de extrusión (mediante el que expulsan con la lengua alimentos distintos a la leche) y pueda llevarse las manos con alimento a la boca; por cierto, a esta edad aún no hacen pinza usando el pulgar, sino que cogen con toda la manita.

Además si el bebé sufre estancamiento en el desarrollo psicomotor o gana poco peso, convendría consultar al pediatra, aún cuando pensemos que la causa no es la libertad de comer más o menos, según tengan apetito. Pensemos que la leche materna sigue adaptándose a la necesidad nutricional de los bebés conforme crecen.

Alimentos prohibidos en el BLW.

En el BLW solemos ofrecer a los peques los mismos alimentos que comemos nosotros, pero en cantidad y tamaño más adecuado, y damos la libertad de que cojan con la mano. Por lo tanto, es de lógica pensar que en general estarán cocinados. Sin embargo, nosotras también comemos alimentos crudos, y sin riesgo porque tenemos la mandíbulas bien desarrolladas y dentadura completa.

Un bebé no debería comer: manzanas o carlotas crudas, tampoco otras verduras como apio, rábanos, lechuga, tomates cherry, maíz en grano, guisantes o habas. Tampoco valen peras de variedades más duras como la blanquilla o cerezas, pasas, uvas. Totalmente prohibidos cacahuetes y otros frutos secos, así como tortitas de maíz (ni de arroz, aunque se deshagan más fácil). Nos esperaremos más tiempo para las salchichas, y dejaremos caramelos y otras golosinas aparte, pues son demasiado pequeños no sólo por riesgo de atragantamiento, sino por la cantidad de azúcar.


Por último, me gustaría concluir recordando que son importantes los consejos a los padres, especialmente si estos los demandan, o si el profesional determina que existe confusión; y que junto con la adaptación a las necesidades del bebé, debe permanecer el sentido común, y la vigilancia respecto a una alimentación variada en nutrientes. Esto último no es tan importante antes de los 12 meses, pero si los niños van acostumbrándose a los sabores distintos (sin que se sientan obligados) será más fácil que los acepten posteriormente.


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