¿Castigar o educar en aplicación de consecuencias?

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Los niños deben aprender límites y que sus acciones tienen consecuencias. Por eso los padres ante un comportamiento desobediente o una mala acción utilizan el castigo como forma para educar a sus hijos. Pero si se hace de forma errónea puede ser más contraproducente que beneficioso. Averigua cómo castigar de forma educativa.

No todos los castigos son buenos, algunos tienen unas consecuencias negativas tanto a corto como a largo plazo. Saberlo hará que seamos más conscientes también de nuestros actos como educadores.

Cómo no castigar a los niños

  • Castigo físico. Afortunadamente con el paso de los años se han prohibido prácticas que antes eran habituales en la educación de los hijos. El castigo físico además de ilegal es totalmente negativo. Los niños aprenden lo que se les enseña, y aprenderán a que cuando alguien haga algo que no le gusta arreglarlo con la fuerza.
  • Castigo desproporcionado. Lo mejor es poner consecuencias proporcionales, concretas y limitadas en el tiempo.
  • Castigo de idas y venidas. Si estás poniéndole y levantándole el castigo que no te extrañe que pierdas credibilidad.
  • Castigo verbal. Los insultos son tan dañinos en los niños como una bofetada o más. Las descalificaciones hacia su persona pueden plantarse como semillas que crecerán y arrastrarán a su vida de adulto. “Eres tonto” o “eres malo” pueden marcar para siempre a un niño.
  • Castigar tarde. El castigo debe ser al momento para que tenga efecto. Las consecuencias deben ser inmediatas.
  • Castigo privativo. Es la más habitual. Dejar al niño sin ver la tele, sin salir, sin un juguete… no suele ser muy efectivo ya que el niño puede sustituirlo por otra cosa que le entretenga.

Efectos secundarios del castigo

Si usamos el castigo (verbal o físico) de forma habitual y excesiva nos exponemos a que tenga sobre el niño efectos secundarios negativos tanto a corto como a largo plazo:

  • Víctima. Pueden llegar a acostumbrarse a los castigos y que los asuma sin cuestionarse nada. Puede tener problemas de autoestima, ansiedad y estrés. Obedece por miedo.
  • Agresividad. Ha aprendido que para conseguir algo de los demás hay que gritar, castigar o pegar. ¿Cómo crees que se comportará de mayor? Pues exactamente igual. Adaptará esos patrones de sus padres para relacionarse con los demás.
  • Vínculo débil con sus padres. Si la educación se basa en el miedo, la relación padres-hijos estará basada en la desconfianza y el resentimiento.
  • Pérdida de motivación intrínseca. Como hemos visto en otros artículos, la motivación intrínseca es la más fuerte que hay. Es la motivación interior que tenemos cada uno de nosotros por hacer determinadas cosas. Si castigamos frecuentemente, entramos en la zona peligrosa de conseguir que los niños hagan solo las cosas por miedo a las consecuencias pero no por propia voluntad.

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Cómo educar en aplicación de consecuencias

El castigo debe verse no como una forma de hacer sentir mal al niño sino como una aplicación de consecuencias. Para que sea educativo los niños deben entender el porqué y las consecuencias de sus conductas. Deben fomentar el aprendizaje, y su fin debe ser tener una consecuencia educativa.

Debe entenderse más como un acuerdo o trato: si se consigue una determinada meta positiva se premia y si se hacen conductas inadecuada se quita algo positivo.

  • Debe ser proporcionado, inmediato y consecuente. Tiene que ser proporcionado con la conducta inadecuada, aplicarse de manera inmediata y estar relacionado con la acción. Por ejemplo, si un adolescente suspende un examen debe estudiar 2 horas al día. Está relacionado, es consecuente y es inmediato.
  • Consensuados. Serán educativos si antes se han hablado con los niños o adolescentes, así se harán más responsables de sus actos.
  • Cosas no materiales. Lo mejor es que no sean cosas materiales que pueda sustituir por otras. Siempre será lo mejor tratar de acciones que les cueste algo (madrugar más, estudiar x horas al día,…).
  • Deben cumplirse siempre. Sino su función educativa no valdrá para nada. Por eso deben ser proporcionales, si son muy exigentes tendremos la tentación de levantárselo.
  • Aplicarlos con calma. Si estás demasiado furioso/a respira hondo un par de veces y piensa. En el momento podemos poner un castigo demasiado exagerado que luego querremos suavizar y nuestros esfuerzos no servirán para nada.

En nuestro rol educativo debemos tener paciencia. Los niños no vienen con manual de instrucciones y nosotros traemos una mochila con muchas experiencias con nuestros padres que pueden no ser las mejores. También nos toca aprender.

Por que recuerda…se educa más y mejor desde el amor que desde el miedo.



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