Cómo convivir con hijos ajenos

Si estás soltero o soltera, es posible que en algún momento de tu vida tengas que convivir con hijos ajenos, es decir, los hijos de otras personas. Ya sea esta descendencia de tu nueva pareja, de tu nuevo compañero o compañera de piso, o los hijos de algún familiar, el hecho es que es difícil pasar por la vida sin encontrarse con los hijos de otras personas.

Surgen muchas dudas y preguntas cuando, de repente, te encuentras en esta situación. ¿Sabes las reglas y los límites? Sin duda, al compartir el hogar te surgen algunas responsabilidades con respecto a los hijos de la otra persona. Pero, ¿cómo lidiar con esta situación sin sobrecargarte? O, peor aún, ¿sin sobrepasar los límites en la disciplina, la filosofía de vida que los padres quieran inculcarles o en su educación?

Límites y relaciones positivas para convivir con hijos ajenos

mujer e hijastras

Como seres humanos, todos queremos que los niños estén bien. Cualquier persona desea que se sientan seguros y cuidados, independientemente de la edad o la relación que tengamos con ellos. Cuando se trata de los hijos de otras personas, debemos ser muy claros sobre cómo pretendemos relacionarnos tanto con ellos como con sus padres. Para que las relaciones sean sanas debemos hablar y trazar las líneas que marcarán los límites.

Quizá lo que más hay que tener presente en esta situación es que no son tus hijos. El peor de los casos es que sean los hijos de tu nueva pareja, porque tu relación con ellos determinará el futuro de tu situación sentimental. Es decir, que si no te llevas bien con los hijos de tu pareja, vuestra relación será cada día más complicada y probablemente tenga un punto final. Por el contrario, si la relación es fluida y te conviertes en un buen ejemplo masculino o femenino para ellos, entonces la relación con tu pareja irá viento en popa.

Ideas y consejos para convivir con hijos ajenos en paz

padre e hija en la carretera

Una de las grandes verdades sobre los niños es que sus comportamientos son universales. En general, todos estamos conectados de alguna manera, por lo que los mismos enfoques a menudo funcionan con diferentes personas. Por ejemplo, todavía no he conocido a un niño menor de 13 años que no se quede petrificado por una voz adulta repentina y severa. Ni tampoco he visto a ningún niño pequeño que pueda resistir una sonrisa curiosa ante objetos brillantes o que tintineen.

Para los niños, tú eres una persona adulta, mayor, y potencialmente segura o una amenaza para ellos. Por este motivo, debes ser consciente de sus interacciones contigo para crear un espacio de confianza con los niños con los que tienes que compartir tu vida. Para ello, vamos a ver algunas pautas con las que ayudarte a relacionarte con los hijos de la persona con la que compartes tu vida, sea esta pareja, familiar, o simple conviviente.

Sé consciente de tus responsabilidades para convivir con hijos ajenos

No es parte de tu trabajo educar, corregir o limpiar a los niños, así que ten la precaución de no aceptar más responsabilidades de las que te corresponden. Está claro que en la convivencia hay que llevarse bien y que las tareas hay que repartirlas para que el ambiente esté equilibrado. No obstante, la educación de los niños recae en sus padres por lo que si no estás cómodo con alguna de tus tareas de convivencia, coméntala para llegar a un acuerdo.

También es cierto, que aunque no sea tu tarea, es posible que quieras interactuar, apoyar y ayudar a los pequeños. Por supuesto, es algo normal y no hay nada malo en ello, pero asegúrate de que los padres están al corriente de tu compromiso con los niños para que no surjan malentendidos ni una sensación de usurpación de roles.

Sé consciente de tus límites

madre, hija y pareja

A los niños se les da muy bien sobrepasar los límites, por lo que debes tener claro los tuyos para que no te empujen a cruzarlos. Si a pesar de ser consciente cedes ante ellos y sobrepasas los límites, actúa como un adulto responsable e informa a sus padres y toma las medidas que consideres oportunas.


Recuerda que ante cualquier circunstancia en la que los niños estén involucrados, sea por sobrepasar los límites o porque quieras ayudar o castigarles de alguna manera, debes informar siempre a sus padres. Asegúrate de aclarar siempre con el padre o la madre hasta qué punto puedes extender tu influencia sobre ellos.

Evita los conflictos y no interfieras en ellos

Las relaciones familiares pasan por momentos complicados muchas veces, especialmente con niños pequeños y/ o adolescentes. Es muy fácil que presencies comportamientos que no apruebes, y eso está bien. Pregúntate si ese comportamiento es realmente grave y es necesario que no se vuelva a repetir, o si por el contrario es solo una preferencia personal. No obstante, si realizas alguna crítica al respecto, interna que sea lo más amable posible. Hay que entender que los niños son especialistas en llevar al límite los nervios de sus padres, así que intenta empatizar con las situaciones desagradables.

Como hemos dicho anteriormente, los niños son problema de sus padres, así que ante cualquier conflicto actúa de testigo solamente, cuando esto sea posible. Ten siempre en mente que no eres el árbitro, y mucho menos el juez de la casa, así que deja que los problemas familiares se superen dentro de la familia, ya que aunque seas un nuevo integrante de la misma los conflictos con los hijos no son tu responsabilidad.


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