¿Cómo crees que reacciona una madre cuando su hija /hijo sufre Abusos Sexuales?

¿Cómo crees que reacciona una madre cuando su hija /o sufre Abusos Sexuales Infantiles?

Se estima en un 23 / 25 por ciento de niñas, y un 10 a 15 % por ciento de niños, el porcentaje de menores que antes de los 17 sufren abusos sexuales (ASI); es además una cifra que tiende a mantenerse en el tiempo. Y esto no solo lo digo yo, sino también diversos estudios realizados a España y otros países de la Unión Europea; también en Estados Unidos y Canadá. Una de las razones que explican el hecho de que se produzcan los ASI, es su falta de visibilización, lo cual desemboca en una conciencia social muy pobre.

Y si los datos que acabáis de leer os preocupan, voy a contribuir a hacerlo un poco más, porque el 60 por ciento de las víctimas no reciben ningún tipo de ayuda, bien porque no lo cuentan, bien porque sus padres lo ocultan, … El abuso sexual infantil produce un grave daño psicológico y emocional de forma duradera. Es un problema complejo cuyo abordaje también lo es. Una de las cosas que más llama la atención es que nos continuamos aferrando a la idea errónea de que los ASI suceden en familias con nivel socioeconómico inferior; cuando en realidad no existe un perfil claro de los abusadores en función de su posición social, económica, o de su profesión.

En los archivos argentinos de Pediatría, encontramos referencia al llamado síndrome de acomodación, descrito por Roland Summit en 1983, el cual señala claramente un conjunto de conductas que el niño adopta frente a la situación:

  • Sentimiento de desprotección que lo paraliza y dificulta la ‘resistencia’ (aunque los padres pudieran estar en la habitación de al lado). Ningún niño puede defenderse de la forma que lo haría un adulto, y acaba siendo atrapado por la desesperanza; finalmente se puede llegar a sentir culpable o responsable de los hechos.
  • Mantenimiento del secreto por vergüenza, culpa, y miedo a que le castiguen o a que su agresor deje de quererle. Las amenazas directas de los agresores refuerzan los miedos.
  • Actitud de Acomodación: de las dos realidades contradictorias que son 1) El adulto responsable de cuidarlo es malo, no es capaz de quererlo; o 2) La víctima se siente sucia y merecedora; se suele escoger la segunda opción, en un intento de sobrevivir emocionalmente.
  • Denuncia tardía y conflictiva: los peques que no son capaces de contarlo en el momento que sucede (que son la mayoría); pueden denunciar los ASI en la adolescencia (ya tienen más libertad). Aunque en muchas ocasiones los hechos no son recordados hasta pasados varios años, es decir en la adultez. En ambos casos se corre el riesgo de que no les tomen en serio.
  • Se retractan en la denuncia, por miedo a sus consecuencias; y se añade otro problema: la revictimización, debido a que el caso es mal gestionado.

Los abusos sexuales infantiles son, en más de un 80 por ciento de los casos, perpetrados por personas del entorno de la familia, o muy cercanas al menor (monitores, vecinos, profesores)

A veces me he preguntado cuál sería mi reacción si uno de mis hijos me contara que ha sufrido algún tipo de abuso. Sé que plantear la idea no es lo mismo que verse obligado a tener una reacción concreta. Os parecerá raro que escriba esto, aunque no lo es según la estructura familiar de la que provenga la madre, o la relación que tenga con el supuesto abusador, o su capacidad de sobreponerse y anteponer los intereses del niño a la percepción social del problema. Me diréis, ¡yo protegería a mis hijos, desde luego!, lo entiendo, yo también lo haría.

No todas las madres responden de la misma forma

Para que podáis comprender porque he planteado esta duda, pues bien, resulta que no todas las madres responden de la misma forma, encontramos unos perfiles en función de la reacción posterior a la agresión (no de la ilusión que nos formamos):

  • La madre que cree a sus hijos desde el primer momento y los protege.
  • La que empieza a protegerlos tiempo después de haberse enterado.
  • La que tiene sospechas pero también mucho miedo a reconocerlo.
  • La que sabe, pero actúa como si no supiera.
  • La que cree, y desea proteger, pero se mantiene emocionalmente unida al agresor.
  • La que asume el precio de aparentar normalidad, asume a costa de dañar a los hijos, se entiende.
  • La que participa en el abuso.
  • La que se miente respecto a lo que ha sucedido.

Tras desarrollar las posibles reacciones de las madres, me queda recordar que eso es en el supuesto de que el niño se atreva a contarlo, ¿y si no?, ¡uf qué difícil!. Aquí hablábamos de algunos de los indicadores, que siempre se deben situar en el contexto. Y por último insisto: uno de los pilares del cambio sería en todo caso contribuir a la visibilización de este problema creando conciencia, porque mientras haya quien no crea a los niños, quien oculte, quien no sepa descubrir… seguirán produciéndose ASI.

Los adultos que reconocen los hechos y apoyan, empiezan un camino difícil, afortunadamente en España, hay instituciones que saben cómo orientar, que realizan un muy buen trabajo especializado. Eso sí, empecemos por creer, porque un niño no tiene experiencia ni madurez suficiente para inventar. Por eso, y porque son muy vulnerables y necesitan (sin condiciones) que los que más (se supone) que les quieren, estén de su lado.

Fuente — Archivos Argentinos de Pediatria


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