Cómo criar a un niño competente desde pequeño

felicidad infantil

Que una persona sea competente significa que pueden lograr de forma efectiva sus objetivos. Una persona competente tendrá persistencia y observará en una situación determinada qué problemas puede tener y responder en consecuencia.

Las personas competentes actúan con sentimiento, incluso con inspiración, pero no dejan que las emociones les paren si éstas son negativas. En otras palabras, superan los obstáculos internos y externos para mantenerse enfocados en la tarea y cumplir los objetivos que se han propuesto.

La competencia en adultos es un prerrequisito para lograr el éxito profesional y personal. Pero, ¿qué es la competencia en los niños? Los niños competentes son capaces de manejar los desafíos emocionales lo suficientemente bien como para abordar las tareas apropiadas para cada edad en cada etapa de desarrollo, dominarlos y emerger con mayor confianza. Tienen la inteligencia emocional para administrarse y llevarse bien con los demás.

Los niños que se consideran competentes se sienten capaces y poderosos. Es más probable que sean ingeniosos, que crean en sí mismos, que intenten desafíos difíciles y muestren resistencia ante los reveses. ¿Cómo puedes ayudar a tu hijo a desarrollar competencia, que es realmente una mezcla de confianza, ingenio, perseverancia, maestría, inteligencia emocional y otros rasgos?

madre trabajadora

Desde pequeños: que lo hagan ellos solos

Necesitarán tu guía y tu orientación, por supuesto. Dejar que haga las cosas por sí mismo no significa abandonarlo a su suerte. Ayuda a tu hijo de cualquier manera que sea necesario, pero nunca hagas las cosas completamente por él, porque entonces le estarás prohibiendo que crezca y que evolucione.

Retén tu impaciencia. Piensa si realmente estás ayudando a tu hijo o si por el contrario, estás hacendosas cosas por él.

Ayúdale a desarrollar confianza para abordar desafíos

Los investigadores del desarrollo emocional lo llaman «andamiaje», que podría definirse como el marco que le da a tu hijo la capacidad sobre lo que construye. Le muestras a tu hijo cómo debe hacer algo una vez o usas preguntas para sugerir cada paso, o simplemente le guías para después dejarle más espacio en sus actos, lo que la ayuda a tener éxito cuando intente hacer algo nuevo.

Estos pequeños éxitos logrados con tu ayuda le dan la confianza para probar cosas nueva. El andamiaje también enseña a los niños que siempre hay ayuda disponible si la necesitan.

No le hagas sentirse mal por fracasar

Si le haces una pregunta que para ti tiene una respuesta fácil y tu hijo no la contesta bien, para ti solo es algo fácil, para tu hijo puede ser todo un fracaso porque siente que te ha decepcionado. Creerá que no es suficientemente bueno.


Por este motivo, cuando le enseñes algo y no sabe responder bien, simplemente hazle ver que hay otras formas de aprenderlo, y que si ahora no le sale bien, no pasa nada. En otro momento le saldrá bien con el error que ha tenido ahora.

Empatiza con las emociones de tu hijo

No evalúes sus logros, empatiza con sus emociones. Si tu hijo siente que solo le evalúas cuando hace las cosas bien, pensará que si no es brillante, será una decepción para ti. Esto creará a un niño que se preocupe por impresionar siempre a los demás. Si le dices que es inteligente, esto puede empeorar porque sabe que no siempre es inteligente y que no sabe cómo hacerse más inteligente, no es algo sobre lo que tenga control.

Céntrate más en cómo trabaja o en cómo intenta las cosas para mejorar que en los resultados. Por ejemplo, puedes decirle que te encanta cuando nunca se rinde.

Elogia el esfuerzo, no lo resultados

Siguiendo el punto anterior, es necesario hacer entender a los niños que lo que realmente importa no son tanto los resultados y sí, el esfuerzo que ha empleado para conseguir superarse a sí mismo, sin importar tanto los resultados que haya obtenido. Hazle ver que el trabajo duro siempre tendrá buenos resultados (sobre todo, emocionales).

Aprendizaje de los errores

Los errores no tiene que ser motivo de sufrimiento o frustración, un error, siempre será una gran herramienta de aprendizaje.  Los niños que reciben el mensaje de que la leche derramada es un problema y hay una manera correcta de hacer las cosas a menudo terminan con menos iniciativa y creatividad. Solo sonríe, dele la esponja y dile: ‘Siempre hay que limpiar nuestros desórdenes, yo te ayudo’.

De esta manera, un niño aprenderá la importancia que tiene aprender de los fallos y sobre todo, aprender a solucionarlos.

No le prepares para el fracaso

Es difícil para los padres decidir si intervenir o no cuando un hijo experimenta un fracaso. Rescatar a los hijos de los fracaso puede evitar que aprendan grandes lecciones, aunque, ¿pueden sentir que no se les quiere? Puede, si te apartas demasiado. No rescatarles del fracaso no significa que debas abandonarles a su suerte, todo depende de cómo enfoques lo que ha ocurrido.

Si le haces a tu hijo los deberes porque está cansando, no aprenderá a hacer las cosas por sí mismo, si no que aprenderá algo horrible para su desarrollo: otros le harán las cosas por él y no tiene que esforzarse para conseguir buenos resultados. Y además, creerá que es un incompetente que no es capaz de hacer las cosas por sí solo.

Lo necesario, es que le enseñes una estructura de organización, para que no aprenda a fracasar, si no a intentarlo aunque los resultados no sean todo lo buenos que querrían. En otras palabras, ayúdalo en cada paso del camino para organizar sus ideas y su trabajo, pero resiste el impulso de hacer las cosas por tu hijo.

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Enséñale a que se automotive

Hay investigaciones que muestran que los niños que se dicen cosas positivas a si mismos ante los desafíos, se sienten más tranquilos y por tanto, son más perseverantes cuando las cosas se ponen difíciles. Hazle saber que la práctica hace la perfección y si algo no se logra, solo hay que intentarlo de nuevo.

Cuando tu hijo toca una pieza en el piano y tiene que volver a empezar, o tu hija se golpea con las bases cargadas, necesitan una voz reconfortante automática interna para alentarlos y motivarlos, no esa voz áspera y autodespreciativa. La buena noticia es que el tono que escucharán de ti se convertirá en su voz interior.


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