Cómo educar a un hijo en la cultura del esfuerzo

Todos tenemos algún recuerdo de nuestra infancia en el que alguien más mayor nos decía que en esta vida íbamos a tener que esforzarnos mucho para lograr todo aquello que deseábamos. En el mundo en el que vivieron nuestros padres y abuelos, las personas tenían que trabajar muy duro para sacar a sus familias adelante. Pero hoy en día, el sacrificio casi es inexistente y se ha instaurado la falsa idea de que nuestras metas se pueden alcanzar sin esfuerzo.

Nos hemos acostumbrado a pensar que podemos obtener aquello que queremos con un solo clic. Desearlo y tenerlo. Todo parece fácil, asequible, inmediato, todo se puede comprar u obtener con facilidad. Las recompensas son rápidas y fáciles de obtener. Queremos algo y buscamos la forma rápida, bonita y barata de conseguirlo. Esto hace todo pierda valor, por eso es importante enseñar a los niños que hay que esforzarse para conseguir lo que quieren. Solo así valorarán y apreciarán las cosas en su justa medida.

¿Adiós al esfuerzo?

esfuerzo

Nos han hecho creer que podemos aprender idiomas, estar en perfecta forma física o ser muy populares con muy poco trabajo y sacrificio. Las redes sociales nos acercan a un falso éxito, ese que se confunde con tener muchos likes o seguidores. Nos venden que podemos ser felices confiando únicamente en la suerte o en el trabajo de los demás. Muchos padres sufren cuando sus hijos se esfuerzan y no consiguen sus objetivos. Tienden a allanarles el camino, a solucionar sus problemas, a sobreprotegerlos para que no se frustren o para que no cometan errores.

Los padres tienen a evitarles sufrimientos momentáneos y satisfacer rápidamente sus necesidades o caprichos para que no se enfaden ni se entristezcan. Pero es precisamente este esfuerzo el que es importante educar porque sin él no podrán ser verdaderamente felices. Es necesario explicarles a los niños que el esfuerzo es el medio por el cual lograrán muchas de sus metas a lo largo de sus vidas.

Educar a un hijo en la cultura del esfuerzo

entrenamiento deportivo

Es fundamental que los niños aprendan desde pequeños a manejar la frustración. Las derrotas, los tropiezos, las equivocaciones, forman parte de la vida y muchas veces nos toca empezar de cero y volver a intentarlo. Por eso hay que explicarles que no siempre conseguirán lo que se propongan, y que lo importante es no desistir ante las dificultades que se encontrarán en el camino, porque esos contratiempos les enseñarán a ser pacientes y a encontrar soluciones para poder superar cualquier obstáculo.

El esfuerzo, la constancia y la fuerza de voluntad deben convertirse en los pilares de la educación emocional de todos los niños. La cultura del esfuerzo nos educa en la determinación de nuestra voluntad y perseverancia. El esfuerzo fortalece nuestra tenacidad, nos enseña a ser resilientes, a asumir responsabilidades y a afrontar las adversidades con optimismo y realismo. Educar en la cultura del esfuerzo es promover el “ser» en vez de el “tener”. El esfuerzo nos enseña a evolucionar como personas y a madurar. Y, sin duda, no hay nada más reconfortante en esta vida que sentir la satisfacción de haber logrado nuestros objetivos gracias a la tenacidad y la constancia.

Claves para educar a un hijo en la cultura del esfuerzo

trabajo en equipo

  • Plantea a tu hijo pequeños retos diarios para que se esfuerce. Así le ayudas a identificar sus ilusiones y metas, a buscar la motivación dominando la impaciencia y la impulsividad. Entenderá que cada dificultad fortalece y que cada logro le engrandece el alma.
  • Hazle consciente a diario de que tu amor y confianza son incondicionales. Esto lo lograrás ofreciéndole tu paciencia y cariño, valorando todo lo que logra, empoderándole con palabras de ánimo y brindándole el tiempo que necesita para aprender. Con esto, aprenderá a escoger mejor a las personas que tiene a su lado, ya que optará por personas que le hagan mejor, que remen en su misma dirección y que le animen a seguir adelante.
  • Explícale que la perseverancia es la virtud por la que fructifican las demás virtudes. La práctica diaria se convierte en la mejor de las maestras. Educando en el respeto, la gratitud y la honestidad, conseguirán que la perseverancia sea su mejor arma.
  • Edúcale desde tu ejemplo. Contágiale tu energía, optimismo y tu voluntad diaria para lograr lo que quieres. Esto lo conseguirás siendo persistente ante los desafíos y eliminando las quejas de tu vocabulario.
  • Enséñale que las dificultades y los fracasos se convierten en grandes oportunidades para aprender. Tiene que aprender a comprometerse con sus sueños especialmente cuando las cosas se ponen difíciles. El camino fácil, pero frustrante, es tirar la toalla.
  • Ayúdale a gestionar correctamente sus emociones, a dominar la indecisión y la paciencia, a dominar los altibajos de su humor y la tristeza cuando las cosas van mal. Esto lo conseguirá dependiendo del trabajo y del compromiso, y no de la buena suerte.
  • Potencia su autonomía, su autoconocimiento y la toma de decisiones. Enséñale a mirarse con respeto y realismo, a no tener la necesidad de ser perfecto o depender de las valoraciones de los demás. Conociéndose establecerán expectativas adecuadas y reforzarán el proceso sin cegarse únicamente en los resultados.

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