Un niño que duerme bien es un niño más feliz. Entre los 6 y los 12 años los niños necesitan dormir alrededor de 9 a 11 horas de sueño. Enseñarles a dormir rápido es un descanso para ellos, y también para ti. Al igual que ocurre con los bebés, el sueño de un niño no es una cuestión matemática, por tanto, ningún método da soluciones exactas. Son pautas de aplicación que luego el sentido común te hará adaptar a tu propio caso.
Si un niño aprendió a dormir bien de bebé es más fácil que continúe con este hábito a medida que crece. No obstante habrá días de desvelo, o en los que estén más intranquilos o nerviosos, pero lo ideal es intentar que sean los menos, o que tengan las herramientas para afrontarlos.
Enseñar a los niños a dormir rápido con la técnica gradual
La retirada gradual consiste en una técnica en la que esperas junto al niño hasta que se consiga dormir rápido. Al principio esperas tumbada o sentada en su cama, luego un poco más lejos, cada día vas separando un poco la silla, hasta que en un último paso, te mantienes en el dintel de la puerta, o sales de la habitación.
Cada posición se mantiene unos 3 ó 4 días. Según sea el niño, o la niña, se tardará más o menos, y harás este proceso en más o menos pasos. La última posición, la que estás fuera de la habitación pero a la vista del niño es la que más cuesta y casi siempre hay que mantenerla un poco más, unos 7-10 días.
Es importante asegurarse que el niño está dormido antes de salir. Si te pilla saliendo de la habitación, tendrás que volver a esperar a que se duerma. La ventaja de este método es que es muy suave para el niño y para las madres, pero en contra tiene que se trata de una técnica lenta, que exige cierta paciencia.
Seguir una rutina, lo mejor
Seguir una rutina es la mejor manera que el niño consiga dormir rápido. Es importante ir a la cama a la misma hora todas las noches. Incluso deberías mantener esa hora los fines de semana.
Te aconsejamos que empieces la rutina de 30 a 60 minutos antes de la hora de dormir. En este periodo de tiempo el cuerpo y la mente del niño estarán predisponiéndose a descansar. Muchas familias tienen la costumbre de dar un baño caliente a los niños antes de irse a la cama. Esta puede ser la primera parte de la rutina. No hace falta estar 20 minutos remojados o bajo la ducha, será suficiente con 5 o 10 minutos.
Utiliza la cotidianidad de ir al baño, lavarse los dientes, hay niñas que también les gusta cepillarse el pelo. Lo importante es que cada día haga lo mismo, para que al llegar a la cama no quede nada por hacer. Hay niños que les gusta leer un rato en la cama, o escribir un diario, deja que lo hagan. Esto forma parte de sus rutinas y son necesarias para que puedan dormir rápido.
Técnicas de relajación que ayudan a dormir rápido
A los niños se les puede enseñar distintas técnicas de relajación que les ayude a dormir rápido. Una de ellas es la cuenta regresiva desde 100. Le pides que se eche en la cama y comience la cuenta atrás.
Otra técnica es practicar la respiración profunda. Dile que se recueste boca arriba, para que esté más cómodo le puedes colocar un cojín debajo de tus rodillas, después pídele que coloque las manos en su estómago con las palmas hacia abajo. Enséñale a sentir cómo sube y baja su vientre con cada respiración profunda y lenta hacia tu vientre. Poco al poco el niño se acostumbrará, si es más mayor puedes enseñarle a contar la inspiración e exhalación, pero lo importante es que se relaje.
Hay niños a los que les relaja tener un poco de música o sonidos blancos en la habitación. Lo mismo ocurre con las luces, puedes mantener una pequeña lamparilla encendida en la habitación, no en la mesilla de noche. Todas estas son maneras de llamar al sueño.