Cómo enseñar a un hijo a no ser (tan) exigente


Muchos niños y niñas tienen una personalidad muy exigente consigo y con los demás. En cambio otros, digamos, que son exigente como reflejo de nuestras propias exigencias, o de la sociedad en general. Sea como sea, la exigencia genera frustración en los niños y niñas cuando no pueden cumplir las expectativas.

Si tienes un hijo con muy exigente, en este artículo encontrarás algunos tips poder ayudarle. Tras un niño muy exigente puede haber una necesidad imperiosa de ser visto y querido o una baja autoestima.

Autoexamen para saber si eres una madre exigente

niño exigente

Como hemos dicho al principio la exigencia puede ser innata, pero hay factores que pueden provocarla. Haz una reflexión sobre ti misma y responde si eres una mujer exigente. Si es así tu propia conducta se transmite a tus hijos, quienes te verán como un ejemplo a seguir. Te queremos recomendar tener cuidado con tus propias conversaciones y reflexiones en voz alta. 

Cuando tu hijo o hija haga una tarea, aunque no esté perfecta, o no como tú esperabas no le critiques por ello. Dala por finalizada. No termines de poner la esquina de la cama bien, o la ropa doblada tal y como tú la dejarías. Poco a poco ellos irán adquiriendo habilidades para hacerlo mejor. Pero reconoce ese esfuerzo, y cierra la puerta si no puedes ver la cama sin arrugas.

Otra clave para fomentar que tu hijo no sea tan exigente es no compararlo con otros. Sus logros merecen todo tu reconocimiento. Sin comparación con los demás. Si le dices que podía haberlo hecho mejor comparándolo con otros, el niño crecerá tomando como referencia “los demás” y no estará satisfecho con sus logros. 

Consejos para enseñar a gestionar el nivel exigencia

Hasta qué edad crecen las niñas

Algunos puntos claves para enseñar a tu hijo a no ser tan exigentes son:

  • Revisa tus actitudes y lenguaje. Si tiendes a exigirte demasiado, el niño aprende. Acepta tus acciones y el niño o la niña seguirá tu ejemplo.
  • Quiérele justo como es. Poner sobre los hombros de tu pequeño un ideal es mucha responsabilidad para él o ella. Simplemente disfruta cómo es, y hazle saber tal como es ya es perfecto.
  • Enséñale que los errores no son malos, que sirven para aprender. No pasa nada si nos equivocamos.
    No le culpes ni le regañes, es mejor mostrarle otros caminos posibles para hacer eso mismo. Deja que lo intente de nuevo, o lo pruebe de otra forma.
  • Ser madre implica ser consciente de las capacidades de nuestros hijos. Deja que el niño evolucione, que se tome su tiempo para aprender. Y si necesita ayuda infórmate sobre cuál es la mejor manera para hacerlo.
  • Ayuda a tu hijo a comunicar sus emociones y opiniones de una manera más clara y directa. El autoconocimiento es la mejor manera de gestionar las fortalezas y también de los puntos a mejorar. Este autoconocimiento le hará tener unas expectativas razonables y adecuadas.
  • Enseñar a tu hijo a ser asertivo le ayudará a tener una autoestima sana. Aprenderá a relacionarse consigo y con los demás sin considerarse ni más ni menos. Los niños deben aprender a compartir, a cooperar y negociar.

Motivos por los que un niño puede ser exigente

Adultos y niños, buscamos sentirnos valorados por el entorno. Nuestra principal motivación es ser reconocidos. Para sentirse valorado, en especial por sus padres, el niño va a utilizar todas sus habilidades y según tu respuesta seguirá manteniendo ese comportamiento o cambiará de estrategia. Ten en cuenta esto.

La actual sociedad valora mucho el esfuerzo y la auto-superación. Por tanto es posible que un niño exigente y crítico consigo mismo obtenga tenga mucho reconocimiento y atención. Así esta conducta se irá instaurando en el niño, que entenderá que ser mejor es igual a ser apreciado.

Todas las madres quisiéramos que nuestros hijos fueran creativos, inteligentes, que tuvieran las oportunidades necesarias para hacer sus propias exploraciones y lograran su independencia. Para lograrlo deben sentir que se les protege y se les cuida dentro de sus capacidades, que pueden ser desarrolladas, pero que tienen límites. Estos límites son las expectativas que nosotras depositamos en ellos.


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