Como toda buena práctica de la primera infancia, la mejor forma de realizar las primeras matemáticas es a través del juego. Los niños necesitan estar comprometidos, motivados y ser capaces de pensar por sí mismos para sacar lo mejor de la enseñanza temprana de matemáticas.
Los niños pequeños tienen una curiosidad e interés naturales en el mundo que los rodea y esta es una gran base para las habilidades matemáticas tempranas. Las matemáticas forman parte de nuestra vida diaria y eso los niños lo pueden ver desde que son pequeños si les guías y les orientas en esto diariamente.
Es fácil reducir las matemáticas tempranas a una hoja de verificación en una mesa con una colección de objetos para contar. Pero es poco probable que esto inspire a los niños pequeños. Además, es completamente innecesario ya que las oportunidades para aprender habilidades matemáticas se encuentran en todas partes, tanto en la vida cotidiana como en en preescolares.
En cambio, si a los niños solo se les enseñan las matemáticas a través de una hoja de papel, entonces es más que probable que no les guste las matemáticas y que se “cierren en banda” en cuanto a su aprendizaje. Esto solo causará problemas en las matemáticas a medida que van aumentando de dificultad.
En este sentido, es mejor involucrar a los niños pequeños en ese aprendizaje matemático, para que poco a poco, sean conscientes de la importancia que tienen y todo lo que pueden aprender a través de ellas. Más bien, pon en juego las matemáticas preguntando «¿De quién es la torre más alta?» o «¿Cómo podemos repartir estos dinosaurios?» y en situaciones cotidianas como ‘¿Cuántas tazas necesitamos para que todos en este grupo tengan una? ¿Cuántos vasos tenemos en total? ¿Cuántos más necesitamos?
Son cosas cotidianas que puedes trabajar con tus hijos y que para ellos, resultará en un gran aprendizaje para el presente y el futuro.