Los niños son pura inocencia, sobre todo en sus primeros años de vida. Con el tiempo cambian, evolucionan, absorben e imitan actuaciones y actitudes que ven a su alrededor. Llega un momento en que los hijos mienten. ¿Sabemos diferenciar cuándo lo hacen? En este artículo damos algunas claves.
La inocencia de los niños
En los niños no existe maldad o dobleces. Los niños son puros y actúan en muchas ocasiones por instinto, por imitación, por ignorancia, por falta de comprensión o pasotismo dada la corta edad. Llega un momento en que los padres temen ciertos comportamientos como la mentira. Cada padre conoce a su hijo mejor que nadie y logra detectar gestos, acciones o palabras diferentes a lo habitual. Hay ciertas pistas que pueden servir de ayuda y ser un denominador común en muchos niños.
Los padres intentan ser un buen ejemplo para sus hijos y actuar y reaccionar ante determinadas situaciones de un modo correcto que cale en ellos. No solo influye en el comportamiento el carácter y personalidad propias, sino que el entorno es parte esencial y determina en gran medida futuras actuaciones. El niño es una esponja, y por lo tanto verá y copiará. Padres que mienten a sus hijos o a su pareja causarán que el niño tienda a buscar una vía paralela.
La mentira en los niños. Señales
El niño empieza a mentir sin conocer el significado de su acción. Como con todo prueba, investiga y desea conocer la reacción del otro y de sus hechos. Pasado el tiempo se da cuenta que al mentir logra algo mejor, puede librarse de regañinas sobre todo. Y algo más adelante mostrará culpa y arrepentimiento porque su edad se lo hará comprender. Para el padre puede resultar frustrante verse en una situación incómoda para ambas partes.
- Hablar: La mejor táctica para saber más acerca de los hijos es hablar con ellos, preguntarles e indagar en sus deseos, pensamientos y acciones a lo largo del día. Conocer sus gustos, amistades y formas de hacer puede dar muchas ideas sobre que le contraría o en qué se muestra extraño.
- El niño no para de moverse: Si en el momento de contar algo aparta la mirada y se mueve constantemente es un indicativo de que algo no va bien, no se muestra tal cual es, y por lo tanto miente. Está nervioso y lo hace evidente sin poder evitarlo. No responde cuando se le pregunta o lo hace con evasivas.
- Al contar la historia no relaciona adecuadamente sus gestos: El niño puede estar contando algo y no acompañar a la información expresiones de la cara o movimientos del cuerpo. El niño se muerde el labio, se toca la cara, ríe, se pone nervioso y no se muestra relajado. El pequeño cuenta algo de un modo diferente a como lo hace normalmente. Con esto el padre puede sospechar e intentar sacarle más datos o detalles que puedan delatarle.
- Algunas mentiras son más fáciles de descubrir que otras: Las falsas verdades que tienen que ver con tareas o deberes que se le hayan encomendado solo necesitan revisarse. Otras son ciertamente incomprensibles e inverosímiles.
- Su habitación: Cuando el hijo es pequeño es aceptable que se encuentren ciertas cosas entre sus objetos personales, juguetes, ropa…, que puedan suponer alguna pequeña trampa. Al ser pequeño los padres se encargan y supervisan todo lo que hace y tiene, por lo que no se hablaría de violar su intimidad, si no de responsabilidad para su edad.