¿Cómo saber que un niño tiene depresión?

Niño con depresión se encuentra agobiado y angustiado.

Cualquier niño puede sentirse triste o de bajo ánimo en momentos determinados. El problema sobreviene cuando es una tristeza permanente de la cual no logra salir.

Durante años se ha vinculado erróneamente la depresión con la edad adulta. Los niños y adolescentes también sufren, y lo hacen a niveles que pueden desembocar en esta enfermedad. Hablemos más acerca de los signos que hacen este trastorno evidente en los más pequeños.

Algo anormal pasa al niño

Actuar con rapidez es realmente necesario cuando como padres detectamos algo diferente en los hijos. No llevar a cabo un tratamiento a tiempo implica un severo empeoramiento. Los padres se preocupan por la salud del hijo, sin embargo es frecuente no saber qué sucede a un niño al que le cuesta contar sus emociones y exponer sus preocupaciones. La depresión no es solo tristeza. Un niño que está triste por algo puede recuperarse con facilidad, incluso por sí mismo.

La depresión se encuentra entre los trastornos de conducta frecuentes, y condiciona los quehaceres ordinarios de un niño. Su vida se ve revolucionada, y su rendimiento personal y académico mermado. En este diagnóstico pueden extraerse condiciones genéticas, problemas de autoestima, presión social, algún problema familiar que les haya afectado profundamente como la separación de sus padres… En consecuencia un niño con trastorno depresivo necesita el apoyo familiar debido a que es demasiado crítico y se centra en lo negativo de todo.

Síntomas de la depresión

Niño con depresión desea aislarse de otros.

Algunos signos que evidencian la depresión y han de darse juntos, son: la autoestima baja, el autoconcepto negativo, el aislamiento, las quejas, el llanto continuado o los problemas de concentración y para conciliar el sueño.

La depresión puede aparecer a la vez que otros trastornos, con lo que puede no ser muy fácil de deducir. Los padres han de estar atentos a cambios que observen en la conducta de su hijo, a alteraciones de comportamiento impropias de su edad. Por ejemplo, verle más irritable es signo de trastorno depresivo. El niño puede optar por no comer, por no querer hacer determinadas actividades y rendirse a la primera.

La autoestima baja, el autoconcepto negativo, el aislamiento, las quejas, el llanto continuado o los problemas de concentración y para conciliar el sueño, son algunos puntos por los que se puede solicitar al médico un posible diagnóstico de depresión. Será el profesional de la salud quien valora al niño y determine si es un trastorno depresivo comprobando si se dan algunos de los puntos anteriormente expuestos, realmente suelen pedirse 4 o más. Estos y otros síntomas forman parte de otros problemas, como fobias o trastornos de aprendizaje.

Diferenciar la depresión de otros problemas

Un niño puede lamentarse con sus padres de problemas con algún compañero o de dificultades con alguna asignatura, algo habitual. Sin embargo deja de ser una simple racha baja cuando las quejas son continuadas en el tiempo y el miedo y el estrés se apoderan del pequeño. En ocasiones se ve al niño depresivo como alguien malhumorado, maleducado, vago y apático, algo que puede confundir a quienes le rodean y tratan. Para trabajar con el niño los padres tienen la opción de llevarle a terapia y seguramente necesite medicación.

Los padres temen comportamientos difíciles de afrontar con el hijo, sobre todo si no disponen de las herramientas o el conocimiento necesario sobre alguno de sus miedos. Para ayudarle el padre debe estar presente y escucharle, incluso aunque no le diga nada. Sus gestos y cambios de actitud dan muchas pistas.

Ayudar al niño

Niña con temores y falta de autoestima.

El niño depresivo tendrá muchos miedos, se sentirá culpable e impotente ante acontecimientos. El padre debe ser su apoyo, escucharle y hacerle ver todo lo bueno que tiene.

Seguramente el menor demande atención, comprensión, aceptación y consideración. El niño necesita sentirse amado y valorado. En casos de baja autoestima los padres deben apoyar sus decisiones y resaltar sus buenas acciones. Los padres deben hacerle ver que lo que piensa mal sobre sí mismo u otras cosas no es así. El niño puede sentir culpa o impotencia ante acontecimientos que ocurren en la familia, por ello conviene hacerle ver que no todo está de su mano y que hay cosas inevitables.

Es necesario que se sienta en un ambiente familiar adecuado, con rutinas, normas, con una estabilidad que le hará sentirse guiado y protegido. En ocasiones el pequeño se muestra perdido y eso le hace temer las consecuencias. Será el padre quien debe ser paciente y hacerle sentir cómodo. Es recomendable que el niño salga, se divierta, haga actividades al aire libre liberando estrés y haciendo ejercicio. Una alimentación sana también le dará empuje y fuerza para afrontar cada jornada.



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