Tratar a un niño o niña adoptada no debe diferir de cómo tratamos a uno biológico. Cada niño es un ser único, con su carácter, dificultades y habilidades para afrontar la vida. Lo que sí cambia es que nuestros hijos e hijas biológicos están desde su nacimiento con la familia que les va a proteger y dar amor, mientras que los adoptados llegan a ella. Algunos de estos niños y niñas ya llevan un pasado de rechazo, han vivido en orfanatos o provienen de otras culturas.
Nada de esto debe achantar a una familia que quiera adoptar, por los motivos que haya decidido, y nada cambia la manera en la que estos hijos e hijas adoptados deben ser tratados. Tienen los mismos derechos a ser amados y respetados que el resto de los miembros familiares.
¿Hay que decirle al niño o niña que es adoptado?
Esta es una de las cuestiones clásicas que se plantean los padres. Hay bastante literatura de apoyo e incluso libros infantiles, de cuentos sobre la adopción, ya que se está normalizando la situación y ha dejado de tener el áurea de tabú que mantuvo muchos años atrás. Los especialistas recomiendan que sean los padres quienes informen al hijo. No mentirles con románticas historias, sino decir la verdad.
Si el proceso de adopción es a una edad temprana y el niño o la niña es de características étnicas similares a la familia de acogida, su integración es inmediata, obvia y natural. Si se trata de otras culturas y etnias, es posible que a partir de los 3 años, en la etapa de escolarización, empiece a hacer preguntas. Debemos explicarle su origen, con mucha naturalidad, sin los detalles dolorosos que no aportan nada. Es súper importante transmitirle que siempre fue muy deseado y que aunque creció en otra mamá, sus papas actuales ya lo estaban esperando.
Es normal que cada niño adoptado reaccione de una manera diferente, puede que se niegue a ello y crear fantasías sobre su origen. Ocurre con normalidad que los niños adoptados creen de que los dieron porque eran malos o que los secuestraron. Por eso es tan importante ser claros y contar la verdad sobre el proceso de adopción.
A medida que se produce una adopción cuando el niño es mayor, éste tiene cargas emocionales, que pueden dificultar las relaciones con los nuevos padres. Este tipo de adopciones, niños de más de 7 u 8 años, se hacen con el seguimiento de un profesional durante el proceso inicial. El niño ya recuerda, y puede haber vivido situaciones traumáticas, como la separación de otros hermanos, que haya pasado por diversas instituciones o incluso otras familias de acogida.
Orientaciones para familias con adoptados
Seguimos insistiendo en que el comportamiento y forma de ser de cada hijo, adoptado o biológico, es diferente en función de múltiples factores. Pero sí podemos dar algunas orientaciones, y pautas generales que ayudarán a los padres y otros miembros de la familia, abuelos, hermanos, primos, a comprender, regular y normalizarlas emociones que todo el grupo está viviendo.
La mayoría de las conductas que se van a dar en las familias adoptantes, hay que entenderlas en clave emocional. Por tanto también es necesario trabajar su origen de base emocional. Tanto los niños como el resto de la familia demandan su tiempo de adaptación mutuo, que no es el mismo para cada individuo.
Los padres tienen que ser claros en el establecimiento de límites y en el cumplimiento de los castigos si se establecen. Ante episodios disruptivos, no alzar la voz, ni intentar razonar nada en ese momento. Los razonamientos acerca de las emociones y conductas es mejor en frío.
Los padres deben manifestar su decepción con el comportamiento del o la adoptada, pero no con el niño. Hay que establecer unos canales de comunicación eficaces, saber escuchar, tomar con seriedad y respeto cualquier cuestión que se plantee, aprender a canalizar, gestionar y expresar emociones y sentimientos.