Los niños en muchas ocasiones mienten. Cuando mienten siempre suele ser por el mismo motivo: evitar las posibles consecuencias negativas de sus actos. Quizá estas consecuencias negativas son: el enfado de sus padres, los gritos, un castigo, la decepción que pueden sentir los padres por algo que han hecho, etc. Por lo que en la gran mayoría de circunstancias, cuando un niño miente lo hace por miedo y por protegerse.
Si tienes una relación sólida con sus hijos en la que se sientan amados incondicionalmente y sepa que está allí para ayudarlos a encontrar soluciones juntos, será menos probable que le mientan. Reconocer tu elección de decir la verdad, incluso si fue difícil de hacer, ayuda a reforzar el comportamiento que está intentando desarrollar.
Esto significa que tienes que dar un buen ejemplo a tus hijos en cuanto a la verdad o la mentira. Tienes que mostrarles que tú dices la verdad aunque las consecuencias que vendrán después no sean las que te gustarían que ocurriesen. Después, tendrás que comentarle lo ocurrido, teniendo en cuenta su edad y su entendimiento por qué has dicho la verdad. Es necesario centrarse en la construcción de la cercanía y la buena comunicación con tus hijos para que así se cree gran confianza y evitar que los niños mientan. Si los niños confían en sus padres y saben que son personas racionales y equilibradas que controlan sus emociones intensas, entonces, dirán la verdad.
Los padres de niños pequeños pueden leer libros con ellos que enfatizan la importancia de la honestidad, así como hablar con ellos sobre cuánto valoran la honestidad y cómo ayuda a la familia. Nunca se debe etiquetar al niño de mentiroso. Llamar mentiroso a un niño puede reforzar el comportamiento, hacerle creer que es un mentiroso y no tener ninguna razón para dejar de mentir aunque no tenga la necesidad de hacerlo.