¿Es conveniente que los peques tengan móvil propio y usen WhatsApp?

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Cuando los menores de edad empiezan a utilizar dispositivos con conectividad a Internet, es muy importante que las madres y los padres estén presentes y sepan actuar como “guías”, a fin de evitar o minimizar los riesgos asociados a un uso inadecuado. No cabe duda de que hay una edad para todo, y muchas veces los problemas vienen porque ponemos en manos de quienes aún son muy jóvenes, herramientas que les permitirán divertirse y comunicarse con los demás, pero para las que se requiere cierta madurez.

Por ejemplo, no es frecuente que niños y adolescentes menores de 15 años actúen pensando las consecuencias de sus acciones, son más propias de la infancia la impulsividad, la experimentación, la inmediatez, la búsqueda de placer, por eso necesitan crecer y desarrollarse en hogares con adultos que les protejan. Estos días estamos leyendo las declaraciones de una inspectora del Cuerpo Nacional de Policía llamada Esther Arén, que está especializada en la lucha contra el acoso a menores y diberdelitos. Según sus palabras, los especialistas aconsejan que no deberíamos proporcionar a nuestras hijas e hijos un móvil propio antes de los 12 años.

¿Pueden los niños usar WhatsApp?

Nos cuenta también Esther que sería mejor que los peques no usaran WhatsApp.

Según información disponible en la página del servicio: “debes tener por lo menos 13 años de edad (o la edad mínima requerida por tu país para tener autorización sin aprobación de los padres)”; dicho esto, cuando un niño menor de esa edad se descarga WhatsApp en el móvil y acepta las condiciones, la compañía (en este caso Facebook, que es propietaria) entiende que los padres son conocedores y aceptan.

Pero huyendo un poco de tecnicismos y aferrándonos al sentido común, ¿qué sentido tiene que un niño de 9 o 10 años tenga móvil propio y por ende WhatsApp? ¿qué falta le hace? Y ahora me pongo en el caso extremo de que hayas considerado que tu peque vaya a tener flamante dispositivo y la aplicación de mensajería más conocida y usada en el mundo entero…, moléstate al menos en explicarle consejos de uso, y en establecer normas al respecto.

La decisión está en manos de cada familia: ni podemos negar la realidad que rodea a nuestros hijos, ni estamos obligados a regalarles el smartphone solo porque “todos los de mi clase de quinto lo tienen” (recordad que el concepto “todos lo tienen / todos lo hacen / a todos les dejan” está sobrevalorado).

WhatsApp, menores y seguridad.

Es tan fácil de usar que resulta tentador, pero cualquier información puede ser reenviada a otros contactos por su receptor. No caigo en el error de pensar que los amigos de WhatsApp de mis hijos son traicioneros y las confidencias o fotografías “comprometidas” acabarán en varias decenas de dispositivos de otros niños del colegio o del Instituto, pero puede ocurrir (y de hecho es frecuente que el Sexting se comparta y distribuya). Por cierto, mi hijo con 13 años tiene móvil y WhatsApp desde hace un año, la niña con 10 ni tiene, ni tendrá en un tiempo.

Así que mucho cuidado con lo que se dice y lo que se expone: a niños y mayores nos va bien realizar un ejercicio de “simulación mental” de vez en cuando: “imagina que lo que vas a decir, lo que vas a compartir, lo fueran a ver 50 personas, ¿a que te lo piensas dos y tres veces antes?” (de hecho, en los grupos funcionamos de forma diferente a como lo hacemos en chats persona a persona).

Y por si no lo sabéis, accediendo a la función “Configuración” del perfil personal, encontramos un subapartado “Cuenta”, dentro del que podemos modificar la Privacidad y la Seguridad, para que otras personas que no tengamos en la libreta de teléfono vean nuestra imagen de perfil, o para que nadie sepa a qué hora nos conectamos por última vez. Os aseguro que merece la pena pasar 15 minutos haciendo ajustes.

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Más consejos

Cuando los niños aún son pequeños, y piden tener móvil y WhatsApp, podéis poneros de acuerdo las madres y / o padres, para tener sus grupos en vuestro teléfono, es una buena solución que les permite experimentar y entrenarse en el uso de la que es una red social (aunque la creamos aplicación). Será más fácil que acepten si los mayores os comprometáis a no «espiar» sus conversaciones, a no ser que sea muy necesario (por sospechar mala praxis).


Conviene que se acostumbren a borrar periódicamente conversaciones e imágenes de la pantalla, porque en caso de robo o pérdida, otras personas no podrán conocer la actividad por WhatsApp, ni otros datos almacenados. Y es muy importante establecer una contraseña de desbloqueo de pantalla con patrón o pin, y a ser posible vinculada con una cuenta de mail, para su recuperación si se olvidan de ella.

Puedes instalar en el smartphone del niño control parental o aplicaciones que te mantienen informado de la actividad, pero para mí es mucho más importante la comunicación, porque además de otorgar cercanía, podemos ir actualizando los consejos que damos a los peques. De verdad que considero una suerte que hoy en día contemos con tantas vías de comunicación, pero debemos hacer uso del sentido común más o menos de forma continuada.

Y es que no solo sexting, también existe el riesgo de grooming y el ciberbullying (cuya incidencia ha aumentado). Dar ejemplo a los niños y no inhibirse son también recomendaciones a adoptar.

Por último me gustaría deciros que los comportamientos online pueden ser adecuados y saludables, pero también inmorales, e incluso ilegales; en este sentido, que a nadie se le olvide que a partir de los 14 años se afrontan responsabilidades penales. Cuanto antes hables con tus hijos sobre este tema, más preparados estarán para ejercer la ciberciudadanía y para hacer de los dispositivos e Internet, herramientas con las que progresar y establecer relaciones constructivas con las otras personas.

Imágenes — microsiervos, apdk


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