Mientras esperas a tu bebé, piensas que todo va a salir perfecto. Crees que tendrás la fuerza y la aptitud física para dar a luz por parto natural. Y que podrás soportarlo sin epidural y que luego ya todo habrá pasado y te irás a casa feliz con tu bebé. Que todo irá tal y como tú esperas.
Luego llega la hora del parto y en lugar de contracciones rompes aguas. En lugar del parto rápido e indoloro que has imaginado encuentras que es un trabajo largo y pesado. Pides a gritos la epidural y luego, en lugar de llegar a casa y disfrutar de tu bebé en la intimidad de tu hogar, se suceden las constantes visitas, que a veces no resultan ya ni siquiera agradables ni bienvenidas. Descubres que ser mamá es mucho más que dar a luz.
Antes de ser madre
Cuando ves a otras madres con sus hijos, analizas los fallos de crianza que pueden tener. Los valoras según tu criterio y piensas que tú puedes hacerlo mejor. Crees que si toda mujer tiene capacidad de ser madre, no puede ser tan difícil.
Te informas de todos los métodos de crianza, de las vacunas, de los beneficios de la lactancia, etc. De todo lo que se supone que tienes que saber para que todo fluya por sí solo y nunca pierdas el control.
Antes de ser madre crees que mientras sigas las instrucciones que has leído o que te han enseñado en cualquier cursillo, nada se te escapará de las manos. Y realmente piensas que vas a lograrlo, que todo estará bajo tus riendas y llegarás a llevarlo todo en orden a tiempo.
Idealizas la situación sin pensar que la vida siempre te sorprende, que luego, nada resulta como tú esperas. Que en cualquier momento puede surgir un imprevisto, que lo cambie todo.
Después de ser madre
Seguramente, el parto no tuvo nada que ver con lo que esperabas. Además una horda de hormonas se apodera de ti y te hace estar confusa, triste, cansada, feliz y emocionada, todo al mismo tiempo. No importa las ganas que tuvieras de que tus amigos y familiares conocieran a tu bebé. Realmente ahora te molesta todo.
Estás muy molesta, si decidiste lactancia materna, puede que haya tardado en subir la leche. Tal vez tengas grietas que te provoquen dolor al amamantar. Nada de eso te importa, porque es el bien de tu bebé. Lo que sí te importa es que las visitas constantemente te repitan que le pongas el chupete, cuando has leído en cientos de artículos, revistas y manuales de lactancia que no debes hacerlo. Que constantemente, la gente que te importa, esté juzgando qué haces y cómo lo haces, cuando es tu bebé, no de ellos.
Puede que, por cualquier circunstancia, la leche no suba o tengas cualquier problema y en lugar de la lactancia materna que soñaste, tengas que dar biberón. Y no pasará nada.
Aprendizaje en familia después de la maternidad
Es posible que discutas con tu pareja, entenderás el porqué hay tanta gente que dice que un hijo une mucho, así como que existan parejas que se divorcian poco después de tenerlo. Es una prueba de unión importante, será fundamental el trabajo en equipo.
Descubrirás que, a veces, las cosas no salen tan bien como te indican los manuales. Que tu bebé nace como un ser libre y que te enseñará que en ocasiones, que los caminos no son rectos. Aprenderás a manejar sus curvas y pendientes, altos y bajos. Tu hijo te va a enseñar una de las lecciones más importantes de la vida, a vivir improvisando.
Te darás cuenta de que es muy difícil, a veces imposible, llegar a todo. Renovarás una admiración por tu madre, por tu abuela y por todas las madres de este mundo. Porque ellas ni siquiera tenían manuales que seguir, algunas no sabían ni leer y criaron hijos, sanos, fuertes y felices.
Después de ser madre, te rindes a la evidencia de que todo es al revés de como lo imaginaste. Es tu hijo quien te enseña lecciones a ti. Y tú le diste la vida, como cada día te la da él a ti.
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