COVID en el embarazo y riesgo de autismo infantil: lo que sabemos

  • Un gran estudio en Massachusetts vincula la infección por COVID-19 durante el embarazo con más diagnósticos de autismo y otros trastornos del neurodesarrollo a los 3 años.
  • Entre 861 embarazos con COVID-19, el 16,3% tuvo un diagnóstico del neurodesarrollo, frente al 9,7% sin infección; el riesgo ajustado aumentó un 29%.
  • La asociación fue más marcada cuando la infección ocurrió en el tercer trimestre y en descendencia masculina; el riesgo absoluto global sigue siendo bajo.
  • Es un estudio observacional: no prueba causalidad. Importan la prevención, la vacunación en el embarazo y el seguimiento del desarrollo en la infancia.

COVID embarazo y riesgo de autismo

Un amplio trabajo realizado en Mass General Brigham (Boston) y publicado en la revista Obstetrics & Gynecology ha observado que los niños nacidos de madres que contrajeron COVID‑19 durante la gestación presentan más diagnósticos de autismo y otros trastornos del neurodesarrollo a los tres años. Aunque el vínculo existe, los autores recalcan que el riesgo absoluto sigue siendo bajo para cada embarazo individual.

La investigación analizó 18.124 nacimientos registrados entre marzo de 2020 y mayo de 2021, un periodo en el que la vacunación en el embarazo apenas estaba disponible y la gran mayoría de embarazadas no estaba inmunizada. El hallazgo se refuerza en infecciones del tercer trimestre y en hijos varones, pero, al tratarse de un estudio observacional, no permite concluir causalidad directa.

Qué investigaron y cómo

El equipo revisó historias clínicas de madres y sus bebés atendidos en Massachusetts, comparando 861 embarazos con infección por SARS‑CoV‑2 con otros 17.263 sin infección documentada. Se incluyeron diagnósticos como autismo, retraso del habla y alteraciones motoras, registrados hasta los tres años de vida. Los análisis estadísticos ajustaron por variables clínicas y sociodemográficas, si bien los autores reconocen posibles factores de confusión no totalmente controlados.

En el contexto temporal del estudio, alrededor del 93% de las madres no estaban vacunadas por la escasa disponibilidad de dosis, lo que limita evaluar el papel protector de la vacunación en la gestación. Los investigadores señalan que harán falta cohortes con mujeres vacunadas para medir el posible efecto modulador de la inmunización.

La metodología se apoyó en datos electrónicos de salud y en definiciones diagnósticas estandarizadas, un enfoque que aporta volumen muestral y consistencia en la captura de información, aunque puede subestimar casos leves no registrados en la historia clínica.

Además, la cohorte corresponde a los primeros compases de la pandemia, cuando las variantes, la atención clínica y la exposición comunitaria eran distintas a las actuales, un aspecto relevante para interpretar la validez externa.

Estudio COVID embarazo y neurodesarrollo

Resultados principales

De los 861 embarazos con COVID‑19, 140 hijos (16,3%) recibieron un diagnóstico del neurodesarrollo a los tres años, frente a 1.680 (9,7%) entre los 17.263 no expuestos. Tras ajustar por múltiples variables, la infección materna se asoció a un 29% más de probabilidades de presentar alguno de estos diagnósticos del neurodesarrollo en la infancia temprana.

La asociación fue más intensa cuando la infección se produjo en el tercer trimestre y en los bebés varones, una pauta que coincide con lo observado en otros trabajos sobre vulnerabilidad diferencial por sexo en el neurodesarrollo.

Aun con estas cifras, los autores subrayan que el riesgo individual sigue siendo bajo: la gran mayoría de niños expuestos en el útero a una infección por COVID‑19 no tendrá un trastorno del neurodesarrollo. Esta lectura prudente evita alarmismos y ayuda a enfocar las medidas de prevención y seguimiento.

Expertos independientes consultados por los medios recalcan que estos datos respaldan la prevención de la infección en el embarazo, al tiempo que piden consolidar la evidencia con nuevas cohortes y diseños que controlen mejor las comorbilidades maternas.


Resultados sobre autismo y COVID en el embarazo

Qué significa (y qué no) esta asociación

El trabajo no demuestra que el virus cause autismo por sí mismo; muestra una asociación estadística. Entre las hipótesis mecanísticas se encuentra la activación inmunitaria materna, que podría desencadenar mediadores inflamatorios capaces de alterar el entorno placentario y, con ello, procesos clave del desarrollo cerebral fetal.

Los autores recuerdan que suele ser poco frecuente que virus respiratorios como la gripe o el SARS‑CoV‑2 crucen la placenta; el impacto podría producirse sobre todo por la respuesta inflamatoria sistémica de la madre, que influye en cómo las neuronas crecen y se conectan.

Entre las limitaciones, algunos factores maternos —por ejemplo, obesidad, hipertensión o diabetes gestacional— podrían no haber quedado completamente recogidos o ajustados, lo que invita a interpretar con cautela la magnitud exacta del efecto.

También es relevante que la mayoría de las gestantes del estudio no estaban vacunadas; serán necesarios análisis con embarazos de mujeres inmunizadas para estimar hasta qué punto la vacunación reduce este riesgo asociado.

Implicaciones clínicas del estudio

Implicaciones para España y Europa

Aunque los datos proceden de Estados Unidos, los hallazgos resultan pertinentes para Europa y España en términos de prevención y organización del seguimiento pediátrico. Las embarazadas con infección documentada podrían beneficiarse de una vigilancia reforzada del desarrollo del lenguaje y la motricidad de sus hijos durante los primeros años.

Los protocolos de atención prenatal y perinatal en Europa contemplan la vacunación frente a la COVID‑19 en embarazadas como una medida segura y eficaz para reducir complicaciones maternas, lo que previsiblemente también puede disminuir la probabilidad de exposición fetal a la inflamación sistémica.

Además de la vacunación, las medidas generales —ventilación, higiene de manos, uso responsable de mascarilla en entornos de riesgo— siguen siendo herramientas útiles para minimizar la infección durante el embarazo.

En caso de exposición prenatal, la coordinación entre Atención Primaria, Pediatría y Obstetricia facilita un circuito claro de cribado y, de ser necesario, intervención temprana, que es la estrategia con mayor impacto para mejorar resultados del neurodesarrollo.

Prevención y seguimiento en Europa

Prevención y seguimiento clínico

Para las familias y profesionales, el mensaje combina prudencia y acción: el riesgo relativo aumenta, pero la probabilidad individual es baja. Lo razonable es reforzar la prevención y planificar un seguimiento del desarrollo que permita detectar precozmente cualquier señal de alerta.

Entre las recomendaciones habituales destacan mantener al día la vacunación en el embarazo (según la indicación del profesional sanitario), acudir a los controles obstétricos y pediátricos y vigilar hitos del desarrollo del niño a los 9, 18, 24 y 36 meses.

Si se observan signos como retraso del habla, dificultades motoras o interacción social limitada, conviene solicitar una valoración especializada sin demora. La intervención temprana mejora el pronóstico y puede reducir el impacto funcional a medio y largo plazo.

Para resolver dudas concretas sobre riesgos individuales, lo adecuado es comentar el historial con el equipo clínico de referencia, que podrá ajustar el plan de seguimiento y apoyo a cada caso.

Seguimiento del neurodesarrollo

Este estudio añade evidencia a un debate sensible: la infección por COVID‑19 en el embarazo se relaciona con más diagnósticos de autismo y otros retrasos del desarrollo a los tres años, sobre todo en tercer trimestre y en niños. No prueba causalidad, pero orienta la práctica: prevenir, vacunar cuando esté indicado y reforzar el seguimiento del neurodesarrollo en la infancia temprana.

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