En la actualidad hay mucha obesidad en la infancia y hay dos culpables bien claros: la mala alimentación y un estilo de vida sedentario. En este sentido es necesario que tanto en las familias como en las escuelas se dé prioridad al movimiento físico y a la buena alimentación. Dar prioridad a la educación física puede ayudar a establecer el tono en el que el movimiento y el ejercicio deben ser parte de nuestra vida diaria.
A menudo, los educadores o las escuelas sienten que no pueden implementar la educación física debido a la falta de equipo o recursos deportivos. Esto no debería ser una barrera para ayudar a los niños a moverse.
La educación física o la actividad física no necesariamente requieren recursos extravagantes, y una buena nutrición para que interese a los niños requiere sobre todo, que los padres les impliquen como en ir a hacer la compra o cocinar cuando tengan edad suficiente para hacerlo.
También se puede motivar a los niños a participar en deportes escolares y actividades extraescolares. Ayudar a los niños a llevar estilos de vida saludables comienza con los padres y las escuelas deben ser un ejemplo también. La lucha contra la obesidad comienza con la implementación de hábitos diarios a lo largo del tiempo, que al final marcará la diferencia entre nuestros hijos que llevan una vida saludable o insalubre.
En este sentido, recuerda que tu ejemplo también es la mejor enseñanza que puedas dar a tus hijos. No pretendas que tus hijos tengan una buena vida saludable con ejercicio o buena alimentación si tú te quedas el día sentado/a en el sofá comiendo bolsas de patatas fritas. Así que si quieres que tus hijos tengan buena salud… ¡comienza teniendo tú esos mismos hábitos y verás un gran cambio en tus hijos que le beneficiarán para toda la vida!