El momento en la vida de una mujer cuando necesita más apoyo que nunca es cuando tiene hijos. La vida cambia y los desafíos son interminables. Desafortunadamente, este es también el momento en que nos sentimos más juzgados, y casi siempre es de, lo adivinaste, otras mujeres.
Otras madres te juzgan por alimentar con biberón, por lo que vistes a tus hijos o si les das o no comida orgánica. Luego, lo juzgan por volver a trabajar, o no volver a trabajar, o por tener solo un hijo en lugar de los tres que tienen.
Las mujeres que no han tenido hijos lo juzgan por trabajar horas a tiempo parcial, observando para ver cuánto es un jugador de equipo y esperando la oportunidad de regodearse si lucha para equilibrar su trabajo con la crianza de una familia.
El juicio proviene de todos lados, y el único propósito al que sirve es dañar. No nos hace más agradables ni más atractivos, y ciertamente no nos lleva a una vida más feliz, más independiente y plena. Entonces, mujeres, les imploro: salid, quereros y respetar a otras mujeres. Comparta las luchas comunes, ríase de los intentos fallidos de brillar y disfrute de los éxitos de las demás, ya que todas somos mujeres, ¿y no todas merecemos ser lo mejor que podemos ser?
¡Claro que sí! Las mujeres y las madres nos tenemos unas a otras y nos necesitamos para brillar cada vez más. Por eso, cuando veas a otra mujer y veas lo guapa que está, ¡díselo! Si piensas que puede necesitar ayuda por cualquier motivo, ¡ayúdale! Extiende tu mano en lugar de lanzar un hacha de guerra. Recuerda que todas pasamos por los mismos problemas, los mismos miedos y las mismas inquietudes. Aprende a amar al resto de mujeres y madres y con ese respeto hacia ti y hacia ellas, ¡todas ganamos!