Es necesario que los padres sean conscientes que ellos, son los que deben ayudar a sus hijos a que mejoren su comportamiento. A que descubran exactamente cuál es el motivo que incita a sus a sus hijos a comportarse de forma negativa y a poner remedio de la mejor manera posible. En este sentido, los padres nunca deben dejar de buscar formas efectivas de disciplina que fomenten un mejor comportamiento.
Hay formas mucho más efectivas de disciplinar que el enfado y, de hecho, disciplinar con enfado a los niños establece un ciclo que fomenta el mal comportamiento… y lo empeora. Si muestras enfado a tus hijos cuando tienen un mal comportamiento, ellos aprenderán que enfadarse, gritar o hablar mal es una buena forma de comunicación contigo cuando ellos, también se sientan enfadados por otros motivos.
Algunos padres se sorprenden al escuchar que hay familias donde los niños nunca son castigados, incluso con consecuencias o tiempos de espera, y los gritos de los padres no son frecuentes. Los límites se establecen, por supuesto, y hay expectativas de comportamiento, pero se aplican a través de la conexión entre padres e hijos. Se ayuda a los niños con necesidades y trastornos que impulsan su comportamiento «malo». La conclusión es clara: estas familias crean niños que son más inteligentes emocionalmente y, por lo tanto, más capaces de manejar su comportamiento.
Si te has dado cuenta que para educar a tu hijo tienes que luchar más con tu ira y tus enfados que con sus comportamientos, entonces ha llegado el momento en que busques ayuda de un profesional. No pienses que es perder una batalla. Buscar ayuda de un profesional cuando realmente se necesita es un acto valiente y de amor… tanto para ti como para tus hijos. No sientas vergüenza en pedir ayuda. La vergüenza es renunciar a tu responsabilidad como padre al dañar a tu hijo física o psicológicamente.