Diabetes y familia: 6 claves para una vida más fácil

Hombre se mide el nivel de azúcar en sangre con un pinchazo en el dedo.

Quienes tratan al diabético o conviven con él deben aprender a medir el nivel de azúcar en sangre y conocer cuál es el estilo de vida más indicado.

En el caso de personas con diabetes es esencial el apoyo de sus seres más queridos. Para ellas es importante encontrarse en un entorno propicio y poder contar con el soporte de la familia para tratarse y tomar determinadas decisiones diarias. Conozcamos algunas claves para que personas diabéticas puedan llevar una vida más fácil.

La familia y el enfermo de diabetes

El modo en que el enfermo de diabetes ataja el diagnóstico es proporcional al apoyo que recibe de su familia. La familia no debe juzgar, sino ponerle las cosas más fáciles. Es un trabajo duro, inyectarse insulina, comer de un modo saludable, hacer ejercicio físico, por lo que tener a alguien que vigile estos aspectos y sepa estar en el momento indicado, sin causarle más estrés, es todo un regalo.

Los pacientes que están acompañados por su familia durante la diabetes tienen mejor diagnóstico y control de la misma. Con apoyo el proceso se vuelve más fácil y llevadero. Es importante estar alerta y ante signos de niveles bajos de azúcar hay que ir al médico. Algunos de estos indicativos son: dolor de cabeza, mareos, visión poco nítida, taquicardia o inconsciencia. El enfermo, acompañado, podrá superar momentos de decaimiento y bajón emocional y logrará sentirse más seguro y confiado.

6 claves para llevar una vida más fácil

El cariño de la familia

Para las familias es un mazazo toparse con la realidad y conocer el diagnóstico. Nadie está preparado para ver con una enfermedad crónica a un ser querido. De ahí que el paciente necesite sentirse arropado y amado para sacar fuerzas. Las familias: los padres, la pareja…, deben dar todo el afecto posible y tender la mano en momentos de desesperación. Lo mejor es estar ahí pero sin atosigar ni sobreproteger. Tampoco es bueno negarlo e ignorarlo. La familia del enfermo lo pasa muy mal y también debe aprender a sobrellevarlo.

Acompañar separando emociones propias

La familia debe dejar a un lado sus sentimientos y no transmitir al enfermo sus miedos, inseguridades, falta de entendimiento o rabia para no desestabilizarle y causarle más temor. Lo mejor es que se informe y que ese conocimiento le dé herramientas para poder actuar de bastón. Informarse sobre la enfermedad, acompañarle a las consultas médicas y ser un sostén emocional, servirá de mucho al enfermo y le hará el camino más llano.

Conocer la parte más técnica de la enfermedad

Manos unidas, de familiares y amigos, para apoyar al diabético.

Es positivo compartir. Los familiares estando ahí y apoyando sin condiciones, logran que el diabético se sienta menos solo y su vida cotidiana sea más fácil.

Alguien que se topa por primera vez con la enfermedad de diabetes conoce lo justo. Por ello conviene que la familia se informe, lea, asista a las consultas médicas para saber más sobre el tratamiento y cómo puede ayudar. La familia puede estar pendiente de si toma la medicación, si tiene bajadas o subidas de azúcar, síntomas, cómo o qué debería comer. Quienes tratan al diabético o conviven con él deben aprender a medir el nivel de azúcar en sangre y conocer cuál es el estilo de vida más indicado. No hay que olvidar que el tratamiento es específico para cada paciente.

Tener paciencia

Es importante hacer lo posible por comprender a un diabético, darle espacio y tiempo para asimilar su situación. Una persona con diabetes, si convive con otros, debe ordenar su espacio y su mente. Probablemente instaure determinadas normas respecto a sus cosas y ansíe más la intimidad. Tendrá más cambios de humor y estará más irritable. Es importante vigilar esta situación porque puede desembocar en depresión. Día a día conviene trabajar para que se cuide, acepte su situación y no se rinda.

Acompañar en su esfuerzo y méritos

Para que el enfermo de diabetes no se sienta solo se puede ir de la mano en su nuevo estilo de vida, caminando, nadando…, o yendo al gimnasio. Además será generoso que el cuidador o familiar se una a seguir una alimentación adecuada, baja en grasa y azúcares y rica en vitaminas y proteínas. Darse ánimos da empuje y permite afrontar la jornada con más determinación.

Hablar y compartir la experiencia

No solamente hablar, exponer y expresar con la familia y amigos, sino con gente que también está diagnosticada de diabetes y está pasando por un mal momento. También resulta enriquecedor asistir a grupos de apoyo y compartir miedos, dudas, sentimientos de frustración, ira o soledad. El médico estará a su disposición y le asesorará en sus inquietudes y peticiones.

A muchos familiares, sobre todo padres, les duele tener que ser duros frente a los deseos de sus seres queridos. Sin embargo esa acción les salva la vida. El cuidado propio también es esencial. Los familiares suelen sentirse perdidos y asustados al no poder controlar la situación y que el enfermo no esté a su alcance. Lo que les relaja es saber de ellos, dónde están o cómo se encuentran. Los familiares estando ahí y apoyando sin condiciones, logran que el diabético se sienta menos solo y su vida cotidiana se torne más fácil.



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