Hoy lanzamos una reflexión sobre el vínculo y los sentimientos que tienen las madres hacia sus hijos, y viceversa. Se ven algunos casos en los que ese amor no es correspondido por una de las partes. Eso es difícilmente comprensible por el resto, pero a veces es necesario desdramatizar la situación, para evitar males mayores.
Cada tipo de amor es distinto y cada figura de apego crea un vínculo. Una vez formado hay que cuidarlo, si se rompe, afectará a ambas partes, de una u otra manera.
El vínculo entre madres e hijos
Ya hemos hablado en alguna ocasión de los vínculos de apego que formamos con nuestros hijos. Primero desde el periodo prenatal y luego desde el nacimiento. Es importante no solamente crear un vínculo, si no reforzarlo y preocuparnos de que sea un apego sano y seguro. Debe estar seguro de que tendrá todo tu amor sin asfixiarlo, pero sin que sienta falta de apoyo por tu parte.
Sabemos que es muy fácil hablar en la teoría y que los vínculos de apego son más complejos de lo que se percibe a simple vista. Sin embargo, no es difícil entender, que si te excedes hacia cualquiera de los dos extremos, ambos saldréis perjudicados.
Rotura del vínculo de apego
La rotura de este vínculo, se puede deber a numerosas circunstancias, la mayoría traumáticas. Podemos hablar tanto del rechazo de una madre hacia sus hijos, como del rechazo de un hijo a su madre.
Un hijo puede querer a su madre, más que a nadie en el mundo, pero necesita un espacio personal, al mismo tiempo que una atención sana. En realidad, no puedes despreocuparte de tu hijo y luego exigirle que te aprecie, te valore y te quiera. Tampoco puedes esperar que no tenga secuelas por ese daño que le hiciste. Porque un niño es un ser indefenso, depende de los demás para vivir, son responsabilidad de sus padres, de ambos. A los dos quieren y a los dos necesitan, aunque puedan sobrevivir sin ellos, siempre tiene consecuencias.
Normalmente, estas circunstancias que propician la rotura del vínculo, se ven potenciadas por la debilidad del vínculo. No se puede romper fácilmente un apego fuerte y seguro. Esto solo es posible si el vínculo se encuentra en baja forma.
Una forma de debilitar el vínculo es que exista un tipo de apego ansioso. Este es en el que una de las dos partes ansíe el cariño del otro y haga cualquier cosa por complacerlo. Aunque este perfil suele ser más común en las madres hacia los hijos, también ocurre a la inversa.
Reforzar el vínculo
Tal vez parezca absurdo, pero puede suceder que poner espacio entre los dos, sea una solución para reforzar ese vínculo. Es complicado amar a alguien que te está asfixiando. Sin embargo, qué fácil se hace estar con quien echas de menos.
En caso de existir falta de interés de una de las partes, lo mejor es tratar de desdramatizar la situación al máximo. Es probable que ese vínculo no se recupere nunca. Si se rompe por esta circunstancia, la persona que sí tiene interés por reforzarlo, no necesita oír que es algo contranatura. No necesita pensar constantemente en el dolor que le inflige la situación. Lo que necesita es evadirse, sanar y aprender que nadie se muere por nadie, aunque nos cueste creerlo.
Cómo ser felices con un vínculo roto
Hay que pensar que nacemos solos, morimos solos. Esa es una lección importante a aprender en la vida si queremos alcanzar la felicidad. No debemos buscarla en otras personas, si no en nosotros mismos. Es cierto que te hará feliz la sonrisa de tu hijo, igual que a tu hijo le hará feliz que le hagas unas galletas o su comida favorita. Sin embargo, no se debe llegar al punto en que toda tu felicidad se base en esa sonrisa o en esas galletas.
Cuantos más pilares tenga tu felicidad, más difícil será derrumbarla. Si eres ese hijo o hija, cuya madre o padre han rechazado o se han desentendido, tienes que pensar que seguro hay alguien más que cubra esa necesidad de afecto. Puede que no tengas uno de tus progenitores, o a ninguno de ellos, pero no te faltarán personas que te hayan cuidado como y cuando lo necesitaste. No pienses en lo que te falta, piensa en lo que tienes.
Si eres una madre o padre cuyo hijo le rechaza, sabes que tu hijo depende de ti al nacer. Pero no debes olvidar que también eres persona. No solo lo harás por tu bien, si no también por el de tu hijo. Vivir por y para él os perjudica a ambos. Puede ocurrir que tú no sepas ya ser feliz sin esa sonrisa y que tu hijo te acabe manipulando para salirse siempre con la suya. Si tú no le demuestras que también tienes sentimientos y eres persona, no lo sabrá. Esto puede llevar a la rotura del vínculo, pero no al fin del mundo.
Puede que tu hijo se enfade o que incluso le pierdas, pero te recuperarás a ti misma. Algún día, al ser padre ( o madre si es hija), puede que se dé cuenta de lo desconsiderado que fue. Puede que sea tarde para recuperar ese vínculo, pero no debes sentirte culpable. Aprenderá su lección, y tal vez esto le lleve a una felicidad que no dependa más que de sí mismo y de ser coherente con sus acciones.
Que deprimente!!!!! No me extraña que ahora la gente no quiera tener hijos. Que difícil y que deprimente.