El castigo, no significa pegar

Estos son consejos para padres que no saben como actuar ante sus hijos, cuando estos se portan mal o inadecuadamente. Es muy cierto que nuestros hijos pueden llegar a provocarnos a enojarnos, ya que constantemente desde que son muy pequeños nos prueban hasta donde podemos llegar a ponerles limites. Pero jamás hay que llegar a golpearnos porque nos hemos enojado o hemos llegado a nuestro limite de paciencia.

Una buena educación y disciplina justa, nos ahorrara muchos dolores de cabezas y sentimientos feos que solemos tener los padres ante estas situaciones limites. Recuerda que nosotros somos sus ejemplos de vida y nunca hay que enseñarles que los problemas se solucionan con violencia, ya que en un futuro ellos actuaran del mismo modo que nosotros. A tener en cuenta:

Efectos del castigo físico en los niños y niñas:

  • Daña su autoestima, genera sensación de minusvalía y promueve expectativas negativas respecto a sí mismo.
  • Les enseña a ser víctimas. Existe la creencia extendida de que la agresión hace más fuertes a las personas que la sufren, les “prepara para la vida”. Hoy sabemos que no sólo no les hace más fuertes, sino más proclives a convertirse repetidamente en víctimas.
  • Interfiere sus procesos de aprendizaje y el desarrollo de su inteligencia, sus sentidos y su emotividad.
  • Se aprende a no razonar. Al excluir el diálogo y la reflexión, dificulta la capacidad para establecer relaciones causales entre su comportamiento y las consecuencias que de él se derivan.
  • Les hace sentir soledad, tristeza y abandono.
  • Incorporan a su forma de ver la vida una visión negativa de los demás y de la sociedad, como un lugar amenazante.
  • Crea un muro que impide la comunicación padres – hijos y daña los vínculos emocionales creados entre ambos.
  • Les hace sentir rabia y ganas de alejarse de casa.

  • Engendra más violencia. Enseña que la violencia es un modo adecuado para resolver los problemas.
  • Los niños y niñas que han sufrido castigo físico pueden presentan dificultades de integración social.
  • No se aprende a cooperar con las figuras de autoridad, se aprende a someterse a las normas o a transgredirlas.
  • Pueden sufrir daños físicos accidentales. Cuando alguien pega se le puede “ir la mano” y provocar más daño del que esperaba.

En los padres:

  • El castigo físico puede producir ansiedad y culpa, incluso cuando se considera correcta la aplicación de este tipo de castigo.
  • La violencia se expande. El empleo del castigo físico aumenta la probabilidad de que los padres muestren comportamientos violentos en el futuro en otros contextos, con mayor frecuencia y más intensidad.
  • Impide su comunicación con los hijos y deteriora los relaciones familiares.
  • Cuando usan el castigo físico porque carecen de recursos alternativos, aparece una necesidad de justificación ante sí mismo y ante la sociedad. Al malestar por los efectos de castigo físico en los niños y niñas se suma la incomodidad de una posición incoherente o no fundamentada.

En la sociedad:

  • El castigo físico aumenta y legítima ante las nuevas generaciones el uso de la violencia en la sociedad.
  • Genera una doble moral. Existen dos categorías de ciudadanos: los niños y niñas y los adultos. A los adultos no se les puede agredir, a los niños y niñas sí.
  • El castigo físico promueve modelos familiares quebrados:
  • Sin comunicación entre sus miembros, que se dividen, cuando este ocurre, entre agresores y agredidos.
  • No integrados en la sociedad, en conflicto con la igualdad que defiende la democracia
  • Dificulta la protección de la infancia. Al tolerar estas prácticas, la sociedad queda deslegitimada ante los niños y niñas como un ámbito protector.
  • Se educan ciudadanos sumisos que han aprendido en sus primeros años de vida que ser víctima es una condición natural de los individuos que conformamos la sociedad.

Consejos

  • Imponer normas y límites coherentes a los niños y niñas, hacerlas respetar y castigarlos con firmeza y claridad cuando se salten la norma, pero sin pegarles ni humillarles.
  • Educar a los niños y niñas en derechos y responsabilidades, fomentando su autonomía.
  • Compartir el tiempo suficiente y de calidad con nuestros hijos e hijas.
  • Demostrar el cariño (abrazar, besar a nuestros hijos) y decirlo, no darlo nunca por supuesto (“Él sabe que le quiero”), independientemente de que a veces hagan las cosas mal y se equivoquen.
  • No chantajear afectivamente a nuestros hijos ni dejarnos chantajear por ellos.
  • Premiar a nuestros hijos e hijas no sólo con cosas sino con tiempo compartido y con nuestro reconocimiento.
  • Enseñar a pedir perdón pidiéndoselo nosotros cuando nos equivocamos.

Ideas para resolver conflictos

  • Los conflictos son inevitables y afrontarlos fortalece la relación, evitarlos generalmente la daña.
  • A veces el conflicto puede convertirse en una forma de relacionarse y llamar la atención y a menudo discutimos con quien más queremos.
  • Debemos dejar claro con nuestra conducta y nuestras reacciones que la violencia es un límite que nunca se puede traspasar. Cualquier argumento puede ser aceptado en un conflicto mientras no sea sostenido desde la violencia o la legitime.
  • El punto de partida para la resolución de un conflicto es la comunicación y el perdón, que cada persona pueda expresar sus sentimientos sin ser juzgado por ello y de que cada uno pida perdón a los otros por los errores cometidos.
  • Antes de imponer un castigo, hay que escuchar.
  • Comunicarse no es sólo una cuestión de contenido sino de forma. Podemos decir las cosas sin herir al otro y para ello tenemos que encontrar el momento adecuado.

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