El motivo de mi alegría eres tú

Mujer que sonríe frente al mar, es fotografiada por su pareja, que acaba de regalarle un ramo de flores.

Sentirse en sintonía con el propio ser genera alegría, y es lo que permite sonreír, seguir y amar a otros.

Como seres humanos valorar y apreciar lo que se tiene alrededor o ante los ojos puede llevar a aceptar con más tranquilidad momentos vividos y comprender la fortuna de la que se es poseedor. Disfrutar de lo que las personas allegadas aportan, puede acercar más hacia la felicidad y estar, en definitiva, más alegres.

La libertad aporta alegría

Muchas veces uno llega a sentirse prisionero de emociones que resultan difíciles de asimilar o con la obligación de tener. Vivir la vida como viene, paso a paso, sin presiones y en libertad, es lo que verdaderamente deja fluir el propio yo. La persona nace con una venda en los ojos y debe despojarse de ella y enfrentarse a una serie de etapas, más o menos duras.

Pasar el camino aferrado al inconformismo, la desdicha y estrés diario, limita para actuar del modo anhelado y produce verdaderamente bienestar. Estar contentos, esforzarse por ver las cosas de un modo más positivo y justo, da madurez, hace crecer a la persona a nivel emocional y aporta seguridad no solo a quien lo vive, si no a quienes están cerca suya.

Una sonrisa evoca alegría

Si la persona se siente obligada a ser feliz, a sonreír, porque está mejor visto, vivirá prisionera de sentimientos encontrados y ajenos. Si la alegría se finge, se falsea con una sonrisa a medio dibujar, todo adquiere un cariz menos relevante, insignificante, injusto y se tiñe de pobre.

El estado de ánimo no ha de ser siempre bueno. Tampoco es preciso responder si uno se encuentra ofuscado o apesadumbrado. Estar alegre no es una obligación, no hay luego que forzarlo. La alegría nace en uno cuando así lo siente. La belleza de las pequeñas cosas puede no apreciarse con los ojos e incluso el que los demás no perciban ese engaño puede provocar más angustia aún.

Lo que hace feliz añade alegría

Joven sonríe feliz mientras se columpia.

Es importante saber apreciar lo más insignificante, porque seguramente es lo que tiene más valor.

Cada persona puede elegir cuando mostrar o no sus sentimientos. Hay personas más introvertidas que otras, que pese a encontrarse feliz y a gusto en determinadas situaciones prefieren mostrar un rictus serio que parece ajustarse a todo. Otras personas sonríen constantemente y su mundo interior llora.

Los seres humanos se mueven entre la razón y la pasión, entre el bien y el mal, el dolor y el amor. La alegría se produce en muchos momentos. Es importante saber apreciar lo más insignificante, porque seguramente es lo que tiene más valor. Los gestos más simples suelen traer más dicha a una persona, que uno de los regalos más caros. Ser consciente de ello permite enlazar una emoción placentera.

Encontrarse pleno permite a la persona aspirar a todo, enfrentarse a nuevos restos, sentirse capaz de luchar y lograr las metas propuestas. Una persona alegre arrasa con la vida y contagia ese estado. Estar con alguien que sonríe, que trasmite buenas vibraciones, da paz y energía.

El motivo de alegría

Todo debe brotar del interior, abrirse sin miedo a que otros juzguen, intuyan o conozcan. En muchas ocasiones aterra que otros puedan herir si llegan a profundizar en las propias emociones, las que se creían bien ocultas, si descubren qué causa la felicidad… La alegría ayuda a socializar, temer a que lleguen a la vida de uno, impide crear vínculos.

La alegría permite disfrutar de mayor calidad de vida, que se viva más intensamente el día a día. El motivo de alegría de cada uno es diferente para cada persona, puede ser un familiar muy íntimo y cercano, una persona que está por nacer, un viaje, una examen aprobado, una enfermedad superada, una unión, un «mamá«,  un beso… Sin embargo, todo esto lleva a deducir que el protagonista de estas acciones está receptivo a sentirse bien consigo mismo y se encuentra en un equilibrio mental idóneo.


El trabajo es llegar a ver al final del día todo lo bueno que ha ocurrido, festejar todo lo que suceda y darle su lugar, sin miedos, sin pensar en el futuro ni en lo que pueda venir. Disfrutar cada momento, abrazar la vida, amar lo que está en el preciso instante y quererse. El motivo de alegría de cada uno también es uno mismo. Sentirse en sintonía con el propio ser es lo que permite sonreír, seguir y amar a otros.

Cuando todo parece estar oscuro, pensar, darse un margen de tiempo y hacer cambios en la vida puede resultar, para comprender qué puede desaparecer o perderse. Ocurren situaciones que por su gravedad dan un portazo a ciertas actitudes y permiten que todo tome otra dirección, la adecuada para no desperdiciar el tiempo en miedos, frustración, angustia, enfado…, a veces por cosas pasadas que no tienen solución. Mirar al presente es sabio y maduro. Agradecer a la vida vivir, es una norma inteligente.


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