En cuestión de deberes escolares ‘más no es igual a mejor’

Deberes escolares

Me gustaría aprovechar que en estos meses se debate (y eso es bueno) sobre los deberes escolares, para aportar unas conclusiones publicadas en el Journal of Educational Psychology, y que hemos conocido gracias a la APA. Para eso, y para aportar mi reflexión como madre, que coincide con la de ¡tantas familias! porque no siempre lo decimos en voz alta, pero la forma en que una sobrecarga de deberes afecta al aprendizaje de nuestros hijos, a su tiempo LIBRE, y a las relaciones familiares, está presente lo queramos o no.

El estudio que presenta las conclusiones de que os hablo, ha sido realizado por la Universidad de Oviedo, y se ha analizado el desempeño académico de 7725 alumnos con una media de edad de 13,78 años. Soy de las que pienso que ‘más (deberes) no es igual a aprendizajes más productivos’. De las que creen que los deberes podrían incluso inhibir la curiosidad natural en los niños, y provocar que estén desmotivados; a no ser, claro, que las tareas fueran por ejemplo como las que propone el pedagogo Tonucci: ‘que el niño viva y experimente su niñez, y después exponga sus experiencias en clase’.

En un ejemplo práctico encontramos un niño con deberes a la manera clásica que debe rellenar varias fichas de Ciencias Naturales en un tema sobre minerales, de los cuales sabe lo que el libro quiere contar. Encontramos también a otro niño al que en una excursión con sus padres, se le ha ocurrido llenar la mochila con piedras… como sabréis las piedras son minerales, esto es un recordatorio para padres que piensan que es inútil volver a casa con hallazgos semejantes. Este otro niño (el segundo) a fuerza de pensar qué hacer con su colección, decide pesar y medir cada piedra, anotar su color y… preguntar a sus padres ¿qué más?, a lo que ellos responden: ‘las fotografiamos y buscamos semejanzas en Internet. El resultado de su inquietud, es llevado a clase días después, cada piedra / mineral en su bolsita transparente. No me digáis que no hay diferencia.

Aclarado esto, continuo con mi propósito

No hace mucho, Eva Bailén inició una valiente campaña en Change, para pedir la racionalización de los deberes. Desde mi punto de vista es completamente abusivo que niños de 8 años tengan deberes para tres horas cada día, lo es aún más que niños de Infantil (etapa NO obligatoria) tengan deberes. No deja de ser excesivo cuando chicos y chicas están en la adolescencia, y sus intereses están ‘afuera’ del hogar y en construir su identidad… ¿cómo pueden mantener una vida social si después del Instituto están cuatro horas delante de libros y cuadernos?

Una de las mejores revisiones sobre la (no) utilidad de los deberes la leí hace unos pocos años en Actualidad Pedagógica. Los deberes no sirven para desarrollar aspectos como la autodisciplina o la responsabilidad (como nos hacen creer); y además su impacto sobre el resultado académico es mínimo o inexistente en Primaria. De ser cierto esto, estaríamos haciendo perder el tiempo de nuestros hijos, y su tiempo es valioso porque la adultez dura mucho más que la infancia.

Y mira tú por dónde uno de los últimos informes PISA in Focus, viene a reafirmar la idea anteriormente expuesta, porque según parece ‘el promedio de horas que los estudiantes pasan en tareas podría no estar relacionado con el rendimiento’ puesto que existen otros factores más decisivos como la calidad de la enseñanza y la organización de las escuelas. El citado informe sitúa en un máximo de cuatro horas semanales el tiempo dedicado a realizar tareas que sería productivo, a partir de ahí… Desde luego los niños españoles sobrepasan con creces, y como hemos dicho ya desde Primaria, porque – eso sí – los análisis PISA siempre se presentan a partir de las pruebas con estudiantes de 15 años.

Por otro lado, en Todo el día Conectados, la experiencia de Alfonso González como profesor, me reafirma en que los deberes sin inútiles y antipedagógicos, además se anteponen a actividades fruto de los intereses propios de los niños (y para ellos seguro más importantes).

La relación del aprendizaje autorregulado con el rendimiento y el éxito

Es una frase de Javier Suárez Álvarez, autor principal en “How Much Math, Science Homework is Too Much?”, el estudio del que os he hablado al principio. Tras ajustar el género y el nivel socioeconómico de los participantes, y pasarles cuestionarios, llegaron a la conclusión de que ‘cuando se trata de las tareas escolares es más importante cómo se desarrollan que la cantidad’.

Los investigadores descubrieron que en Matemáticas y Ciencias, los resultados empezaban a declinar cuando el volumen de deberes era de 90 / 100 minutos por día, en cambio entre 70 y 90 minutos diarios parecía observarse una pequeña mejoría, poco relevante comparada con el coste en tiempo invertido, que al final de la semana supone unas dos horas extra de trabajo en casa.

También hay diferencias entre los estudiantes atendiendo a la cantidad de ellos que no necesitan ayuda, en este sentido los alumnos más autónomos puntúan más alto.

Leyendo esto podríamos volver fácilmente al informe PISA in Focus que he comentado, puesto que se analizan las posibles desigualdades que originan los deberes, y que a la vez son causa de que las tareas no se cumplimenten adecuadamente.


Deberes y estrés

Con una media de 13 años según leemos al principio de la entrada, puede ser que en la investigación se hayan incluido a niños de primero, segundo y tercero de ESO, y quizás incluso de sexto de Primaria, estos datos los desconozco. Son muy jóvenes aún para experimentar los niveles de estrés derivados de la frustración por el tiempo empleado en las tareas. Los deberes por lo general son repetitivos, mecánicos y poco creativos, no se están fomentando las competencias básicas por las que apuestan en otros países.

En la Revista Médica clínica Las Condes, aclaran que los estudiantes se enfrentan a situaciones de alta demanda, a las que deben adaptarse. El estrés es una respuesta adaptativa, pero deja de ser saludable cuando origina síntomas con cuadros ansiosos, conductuales y emocionales.

El estrés puede también generar frustración, y la presión académica es fuente de inseguridad y poca confianza en uno mismo

Veréis, soy consciente de que hablar de deberes es provocar la polémica: unos se posicionan, otros no, a algunos les parece bien que los niños hagan deberes (‘se están forjando un futuro’, o algo parecido, añado yo). Hay quien preferiría que no hubieran deberes, teniendo en cuenta que en nuestro país el número anual de horas lectivas supera al de otros con mejores resultados en pruebas internacionales. Padres que se lo plantean, que no, que prefieren no pensar, que tienen miedo de opinar ‘no vaya a ser que se le coja manía al niño en la escuela’.

Y yo, ya os habéis hecho una idea de mi postura, y de como he seleccionado fuentes que me den la razón, pero no porque quiera tenerla, sino porque me preocupa el presente de mis hijos, y por que sé que si se agobian con los deberes no tendrán ganas de aprender. Porque puede que quisieran jugar más o tener aficiones y simplemente… no tienen tiempo.

Y tú, ¿qué piensas?


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