¿En qué consiste el parto inducido?

Mujer embarazada preparada para dar a luz

Si estás embarazada, es más que probable que de vez en cuando pienses en el parto y sientas dudas y miedos al respecto. Algo que por otra parte, es del todo normal y es un miedo que compartes con toda mujer embarazada. Dar a luz es un momento único en cada caso, aunque no seas primeriza y pienses que ya sabes cómo va a ser, seguro que cada nuevo parto te sorprenderá.

Cada cuerpo es completamente diferente, pero además, las circunstancias que rodean al parto son tan diversas que incluso mujeres que han tenido varios hijos, cuentan que cada uno fue completamente distinto. El cuerpo no se comporta de la misma manera siempre, cada mujer tiene un umbral del dolor diferente y cada embarazo es por lo tanto, completamente distinto.

Como existen tantos tipos de parto como mujeres que dan a luz, existen una serie de mitos en torno al embarazo y al parto. Mitos que en algunos casos, pueden hacer que no disfrutes del final de tu embarazo de la mejor manera. El parto inducido es uno de los tipos de parto que más dudas genera, porque como ya decíamos, en cada caso es completamente distinto.

En qué consiste el parto inducido

Mujer dando a luz

Se suele decir que el parto inducido es más largo y mucho más doloroso, algo que en parte puede ser cierto. No obstante, esas molestias cada mujer las percibe de una manera. Por lo tanto, procura no comparar y disfruta del final de tu embarazo con una actitud optimista ante el alumbramiento de tu hijo.

Existen muchas causas por las cuales el especialista puede recomendar el parto inducido, una vez que se decide que es la mejor opción, este pasará por diferentes fases:

La maduración del cérvix (el cuello uterino)

Antes de comenzar con la provocación del parto propiamente dicha, es necesario lograr la maduración del cuello del útero. La maduración cervical es necesaria para que el cuello del útero se dilate y se ablande, de esta forma se favorece el parto vaginal. Para ello, se puede utilizar diferentes técnicas, a través de maniobras médicas o mediante fármacos específicos para este fin.

  • Administrando fármacos: sustancias que aceleran la dilatación como la oxitocina o la prostaglandina
  • Mediante técnicas médicas: realizando el tacto vaginal, en algunas circunstancias se puede realizar la maniobra de Hamilton. Esta técnica consiste en despegar las membranas a través de una maniobra con el dedo, el especialista realiza un movimiento circular que favorece que se libere de forma natural la prostaglandina.

Este proceso es lento, desde que se inicia hasta que el cuello del útero está completamente maduro, pueden transcurrir entre 12 y 24 horas. Las mujeres que pasan por este proceso, tienen la sensación de estar en un parto interminable, cuando la realidad es que en ese momento, aún todavía no habrá comenzado. Por este motivo se tiende a pensar que el parto inducido es mucho más lento que el parto espontáneo, no obstante, este proceso no es el parto en sí.

La inducción al trabajo de parto

Mujer medicada para inducir el parto

Una vez que se logre la maduración total del cérvix, comenzará la inducción al parto. En este momento, el cuerpo ya se encuentra preparado para la llegada del bebé. Al igual que ocurre con la maduración cervical, este proceso puede llevarse a cabo de dos maneras:


  • Mediante la administración de fármacos. En este caso se utiliza la oxitocina, porque es la hormona que provoca las contracciones del útero. Durante todo este proceso, se monitorizan las frecuencias de las contracciones y de los latidos del bebé.
  • Se rompe el saco amniótico. La rotura del saco amniótico junto con la oxitocina, favorece que se produzca la dilatación.

En qué casos se recomienda la inducción al parto

Para que los especialistas decidan inducir el parto, es necesario que se cumplan ciertos requisitos. Especialmente, se tiene que determinar que la inducción tiene menor riesgo para el bebé que dejar que el parto se produzca de manera natural. Las posibles situaciones que llevan a provocar el parto son:

  • Que se rompa el saco amniótico
  • Si se interrumpe el crecimiento del bebé, porque no reciba los nutrientes o el oxígeno necesario
  • En los embarazos postérmino, o cuando pasadas las 40 semanas no se produce el parto de manera espontánea
  • Si la futura madre presenta problemas de salud asociados al embarazo, como la hipertensión o la diabetes gestacional

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