Un nuevo año está a punto de comenzar, una página en blanco llena de oportunidades. Para muchos adultos, comenzar un año es como empezar un libro, una nueva libreta que llenar de vivencias e historias. Simbólicamente, el día 1 de enero de cada nuevo año se transforma en una oportunidad para cumplir con todas esas metas que se van aplazando durante todo el año.
Como si el día siguiente, como si ese nuevo año, fuese la puerta a una nueva vida que llenar de ilusiones y nuevas metas. Y, aunque en definitiva no es más que un día nuevo, significativamente para muchos sirve como punto de inflexión, como si ese nuevo año en el calendario fuese la casilla de salida hacia una vida llena de retos y metas logradas.
Generalmente, estas nuevas metas y listas de propósitos de año nuevo las realizan las personas mayores. Como si los niños no necesitaran esa motivación que supone el año nuevo. Sin embargo, involucrarles en lo que supone esas metas, puede ser la mejor forma de enseñarles a crearse retos a ellos mismos. Porque no hay mayor motivación que saber que tenemos 365 días por delante para cumplir con todas esas metas.
Cómo hacer una lista de propósitos
Para que los niños no se lleven a engaño, algo que los mayores ya hemos aprendido y sabemos que «el que mucho abarca, poco aprieta», es importante enseñar a los niños a hacer una lista de propósitos realista y alcanzable. Porque en definitiva, los propósitos están para motivarse a cumplirlos, no para deprimirse por no haber sido capaces de lograrlos.
Lo primero de todo es definir qué es lo que quieren conseguir durante este año, teniendo en cuenta que no deben ser más de 3 o 4 metas. Para ayudar a tus hijos a definir sus propósitos, puedes ofrecerles estas pautas:
- Una meta a nivel física: Por ejemplo, los mayores solemos afrontar el año con el deseo de adelgazar o hacer más ejercicio. Algo que sin duda es saludable e ideal para todos, incluidos los niños. Su meta puede estar relacionada con practicar más su deporte favorito para mejorar, o esforzarse por aguantar más tiempo en la marcha para tener mejor forma física.
- Otra a nivel profesional: En el caso de los niños, puede ser leer un número determinado de libros en el año o mejorar en esa asignatura que más les cuesta.
- Un propósito a nivel emocional: El carácter de los niños se va forjando a partir de sus experiencias y deben aprender a gestionar sus emociones para que no se conviertan en puntos negativos de su personalidad. Un propósito para el año nuevo, puede estar relacionado con el humor. Por ejemplo, aprender a contar hasta 10 cuando se enfada, antes de saltar o de responder de mala manera.
Metas familiares para el año nuevo
También es muy importante que los niños observen que esas metas o propósitos se comparten en familia, porque no hay mayor aprendizaje que aquel que proviene del ejemplo. No es cuestión de hacer partícipes a los niños del propio esfuerzo, sino de hacer cosas todos juntos para mejorar en familia. Este año que se queda atrás ha sido particularmente duro y doloroso, por todo lo que está significando esta pandemia.
Ahora más que nunca se debe valorar lo importante de las pequeñas cosas, poder disfrutar de la compañía de los seres queridos. Poder abrazar, besar y tocar a esas personas que tanto se quieren, compartir tiempo con las personas más importantes, debe convertirse en la principal meta de todos. A la espera de que la vida vuelva a la normalidad, podéis aprovechar para disfrutar de vuestro tiempo en familia.
Porque todavía no es posible compartir con todo el mundo, pero el núcleo familiar debe ser más fuerte que nunca. No hay mayor propósito que el de pasar tiempo en familia, alrededor de una buena mesa, con una tarde de juegos o una simple charla desenfadada. Prepara con los tuyos una lista de propósitos familiares donde la principal meta sea, disfrutar del tiempo juntos, y habrás triunfado en la vida.