Muchos profesionales sanitarios recomiendan la lactancia del niño hasta el año, o 2 años de modo complementario, sin embargo, no normalizan la lactancia en niños mayores.
La lactancia materna más allá de los 2 años se imprime con la designación «prolongada”. Sin embargo, ¿es adecuado hablar en estos términos?, o por el contrario, ¿causa que no llegue a normalizarse una lactancia más allá de ese tiempo? A continuación hablaremos de diferentes aspectos sobre el concepto.
Lactancia materna prolongada
Muchas madres amamantan a sus hijos más allá de los 2 años. Es frecuente escuchar el término “prolongada”, es decir, duradera en el tiempo. Sin embargo, esto hace pensar en que probablemente sí esté normalizado que la lactancia deba ser obligatoria los 6 primeros meses del bebé, y complementaria con otros alimentos hasta los 2 años. Pero si se adjudica el adjetivo “prolongada”, se traduce que no es habitual dar pecho más allá de esa edad, y en consecuencia arrastrará diferentes opiniones o juicios de valor por parte de otros.
Pese a que amamantar a un hijo es un tema íntimo de madre e hijo, toda la sociedad opina al respecto, se escandaliza y asombra. En muchas ocasiones existe un rechazo al ver a un niño “mayor” tomando pecho de su madre. Sobre todo tras el año, pediatras, familias, amigos…, se ven con el derecho a dar su opinión y criticar una decisión que resulta crucial para la madre, y llegan a mermar su confianza en algunos casos. En países occidentales sigue sin ser muy común, y todavía hay que trabajar para que no se señalen a madre e hijo con el dedo. Si además se habla de este tipo de lactancia como “prolongada” se fomenta el poco apoyo social.
Es beneficioso amamantar a niños mayores
La leche materna se adapta a las necesidades del niño en cada una de sus etapas, esto es, no conoce de edad.
Hace años algo cambió cuando se instauró la leche artificial y el amamantamiento sufrió un declive y un desfase. La lactancia materna en niños mayores sigue ofreciendo sendos beneficios inmunológicos, de aporte nutricional y emocional, y lo mismo para la madre. La leche materna no debe suponer un problema o un miedo, es un alimento que se adapta a las necesidades del niño, esto es, también a su edad. Los niños amamantados por sus madres tienen un apego mayor a sus padres, lo que no quiere decir que sean seres infantiles o poco autónomos.
No solo trabajadores de la sanidad, también organismos sociales deberían alzar la voz como apoyo a la mujer si decide alargar su lactancia a lo recomendado por el general de la población, y permitirle hablar y exponer sus dudas y miedos. Madre desinformada y no apoyada puede llegar a creer que no es capaz de hacerlo bien. Sin duda alguna, los mejores centros de apoyo resultan las Asociaciones pro-lactancia, donde se puede hablar sin tapujos con los profesionales y otras madres con las que compartir experiencias.
Recomendaciones de otros organismos
Algo «prolongado» hace alusión a algo que sobrepasa un límite impuesto, y este límite lo ha pintado la propia sociedad. Hay personal sanitario, entre otros, que debido a desconocimiento, desinformación científica o poca instrucción en sus carreras, se basan en datos desfasados y carentes de significado. Asociaciones como la OMS, UNICEF o la Asociación Española de Pediatría, recomiendan amamantar al niño de manera complementaria hasta los 2 años, no obstante, no añaden una linde, incluso ven óptimo que madre e hijo decidan seguir.
No existe ningún dato objetivo ni estudio riguroso, que señale algo perjudicial en esa decisión. Es importante entonces, que deje de relacionarse el calificativo “prolongada” con la lactancia materna, y llegue a verse como algo posible y común. No solamente eso, sino también que se haga con respeto tanto hacia el acto en sí, como a la opción de la amamantamiento más allá del año o los 2 años. Toda madre que quiera dar su leche al hijo podrá hacerlo si le pone fuerza e ilusión, más aún si su entorno la arropa en todos los sentidos.