Hay veces que el hecho de ir a un campamento de verano, más que una alegría se convierte en toda una guerra en casa. Los padres piensan que será una buena experiencia para sus hijos (quizá porque ellos así lo vivieron en su infancia) y los niños no quieren ir ni vivir esa experiencia, prefieren pasar los días festivos en familia.
Lo primero y fundamental que se debe tener en cuenta, es que si los niños no quieren hacer algo, no hay que obligarles “por su bien” porque a la larga acabará teniendo aversión a lo que se le ha obligado a hacer sin ganas. Si quiere hacerlo, entonces bien… Pero si no, quizá es que simplemente no está preparado para realizar ese tipo de experiencias de momento.
Piensa por qué tu hijo no quiere ir a ese campamento de verano… Es posible que por su personalidad esas cosas le agobien y no se sienta cómodo. Sea cómo sea, lo que realmente importa es que se sienta a gusto haciendo lo que le guste, y no que pase unos malos días que encima a ti te han costado un bien dinero.
Posiblemente no se sienta aún preparado para dormir fuera de casa y tendrás que respetarlo, no quieras que madure antes de tiempo si no quiere hacerlo. Y lo mismo ocurre al revés, si tu hijo quiere ir de campamento de verano pero lo ves aún muy pequeño e inmaduro, valora si realmente estarás tranquilo/a dejándole o si es mejor esperar un poco.
Pero con campamentos de verano o sin ellos, lo que realmente importa es que durante las vacaciones de verano a los niños no les falten momentos en familia, experiencias conjuntas donde padres y hermanos vivan experiencias inolvidables… Porque si hay algo que realmente forma la inteligencia emocional y la felicidad de los niños, son las experiencias en familia. ¡Y el verano es una oportunidad perfecta para ello!