Hablamos de estabilidad emocional cuando existe armonía en la pareja. Y no sólo eso, esta dimensión se traduce además en una estabilidad y un acuerdo a la hora de educar que favorece de forma notable el desarrollo personal de nuestros hijos. El mundo de las emociones es un arma de poder y bienestar a nivel personal, y sobre todo, a la hora de construir relaciones estables, seguras y felices.
No obstante, estamos seguros de que en más de una ocasión habrá existido algún que otro desacuerdo con tu pareja en lo que concierne a tus niños. Sobre si es adecuado hacer esto y no lo otro, sobre si será bueno darles aquello y no eso que nosotros decimos. Es algo normal. Ahora bien, los desacuerdos puntuales siempre deben dar pie a los diálogos y los acuerdos. Es vital ser congruente en la educación de nuestros hijos, y eso es un esfuerzo que debemos llevar a cabo cada día. Hablemos sobre ello en «Madres hoy»
Estabilidad emocional como base en la educación

En nuestro espacio te hablamos en numerosas ocasiones sobre la importancia de seguir unas rutinas y unos hábitos constantes en la vida de nuestros hijos. Seguir unas mismas costumbres y unas mismas pautas ofrece seguridad a los niños, sobre todo en edades más tempranas.
A medida que crecen van a llegar nuevos estímulos y nuevas situaciones que afrontar: el colegio, los amigos, las obligaciones en casa y en clase… Crecer significa adquirir más competencias y a su vez, responsabilidades. Es aquí donde se alza más que nunca la necesidad de que tanto el padre como la madre sean congruentes, y ofrezcan siempre una adecuada estabilidad emocional.
- Si los niños reciben órdenes o pautas diferentes en el día a día, perderemos autoridad sobre ellos.
- Si no les mostramos estabilidad emocional, es decir, si hoy nos mostramos afectuosos y mañana les sancionamos aspectos que ayer les permitíamos, sufrirán esas incongruencias.
- La inestabilidad emocional genera carencias afectivas, inseguridad a la vez que lejanía respecto a los progenitores.
Queda claro además que es normal que el afecto que mostremos nosotras sea en ocasiones diferente al de nuestras parejas. Ahora bien, expresar de modo diferente no quiere decir querer menos ni generar inestabilidad. Es habitual por ejemplo que las madres sean más afectuosas, y que los padres sean más hábiles en el juego, por ejemplo.

Obviamente, hay muchas diferencias interndividuales, pero nuestros hijos también se pueden beneficiar de esa diferencia de gestos, caracteres y personalidad siempre y cuando sepan reconocer que el amor es el mismo, y que existe estabilidad emocional.
- Siempre hay un miembro de la pareja con el cual los niños se encuentran más cómodos a la hora de hablar y sincerarse. No es malo. A su vez, saben que con el otro miembro pueden hacer otras cosas. Hay un equilibrio y se sienten igual de seguros.
- Los niños, ya desde edades muy tempranas perciben claramente cualquier inestabilidad, cualquier incongruencia. Ellos observan, y aunque aún no entienden todo lo que ven, se quedan con las sensaciones que determinadas cosas les pueden producir: discusiones, ausencias, cambios de rutina, expresiones faciales…
- Es importante cuidar en el día a día cada gesto, cada palabra. Somos modelos educativos y los niños necesitan estabilidad, saber dónde están los límites, sentirse seguros.
Qué es la educación emocional infantil y por qué importa
Competencias clave que sostienen la estabilidad
- Conciencia emocional: identificar cómo me siento y por qué, y reconocer lo que sienten los demás.
- Regulación emocional: responder de forma ajustada a lo que siento; incluir estrategias para calmarse, pedir ayuda y esperar el momento oportuno.
- Empatía: ponerse en el lugar del otro y responder de manera sensible y respetuosa.
- Resolución de conflictos: negociar, colaborar, buscar acuerdos y reparar cuando nos equivocamos.
- Habilidades sociales: comunicarse con claridad, escuchar, cooperar y construir vínculos saludables.
Beneficios concretos en el hogar y la escuela
- Relaciones más sólidas: los niños que comprenden sus emociones conectan mejor con sus pares, familiares y docentes.
- Más bienestar y autoestima: expresar y gestionar lo que sienten reduce estrés y miedo, y refuerza la confianza propia.
- Mejor rendimiento académico: concentrarse, resolver problemas y perseverar resulta más fácil cuando hay equilibrio emocional.
- Convivencia más sana: menos conductas disruptivas, más respeto y clima emocional positivo en casa y aula.
Desde el nacimiento: estabilidad que se construye día a día
La estabilidad emocional empieza muy pronto. En los primeros meses, el vínculo con una figura estable y sensible sienta las bases de la seguridad afectiva. Gestos sencillos refuerzan ese apego: acariciar, mecer, cantar y hablar al bebé, que aunque no comprenda el lenguaje verbal, sí capta el tono, la mirada y la calma del adulto.
- Alrededor del tercer mes: aparecen señales de angustia, excitación y placer; conviene reforzar con sonrisas y palabras cariñosas cada micro-logro.
- Hacia los seis meses: el bebé identifica estados de ánimo en la madre o el padre; jugar a poner caras (alegría, sorpresa, susto, enfado) le ayuda a reconocer emociones básicas.
Actitudes que hieren la estabilidad emocional
- Humillación, injusticia o rechazo: dejan huellas profundas y deterioran la autoestima.
- Ausencia afectiva y excesiva exigencia: generan inseguridad y miedo al error.
- Invalidar emociones: decir «no llores» o «no es para tanto» impide aprender a nombrar y regular lo que se siente.
Cómo conseguir esa estabilidad emocional en el día a día con nuestras parejas

Para mantener la estabilidad en la pareja se necesita mucho más que amor. A simple vista parece fácil si te decimos que para educar niños felices es vital ofrecerles estabilidad emocional. No obstante, en el día a día pueden surgir muchas discrepancias con nosotros mismos y con nuestra pareja.
Cuando un niño viene al mundo todo se vive con gran intensidad, pero día a día, llegan nuevas responsabilidades que nos obligan también a redefinirnos a nosotros mismos. Veamos pues qué aspectos deberíamos tener en cuenta.
Lo que significa ser padre, lo que significa ser madre
- La vida, lo creamos o no, cambia de forma muy significativa. Y no lo hace solo para nosotras, como madre, también cambia la relación con nuestra pareja.
- Ya no somos dos, nuestro pacto, nuestro cariño ha dado paso a un nuevo miembro. Ahora somos una familia y ello requiere ver de otra forma a la pareja. Hay quien lo vive con gran felicidad, completando ese compromiso de la mejor forma posible.
- Otras personas pueden sufrir una crisis de identidad. No estamos hablando de una depresión postparto. Estamos hablando de una reformulación de la propia pareja: ya no disponemos de la independencia de antes, es necesario estar más tiempo en casa y armonizar trabajo-cuidados al bebé-y la atención a la propia pareja.
- Ser madre, ser padre es un gran paso en la vida. Nos permite crecer como persona y darnos la oportunidad de dar lo mejor de nosotros mismos a ese nuevo ser. Ahí donde es necesario ofrecer una adecuada estabilidad emocional.
Además, en estos primeros años, la investigación en desarrollo infantil destaca que el «tiempo de calidad con una figura cuidadora estable» y su sensibilidad para tolerar y sostener emociones intensas (propias y del bebé) fortalecen el apego y la regulación. Ese sostén temprano es la base de las llamadas habilidades socioemocionales o blandas: reconocer emociones, cooperar, resolver conflictos, comunicar con respeto o gestionar el tiempo. Estas habilidades serán clave para la vida escolar, social y laboral futura.
Los acuerdos cotidianos que nos permiten crecer en familia

La maternidad y la paternidad nos obligan a llegar a acuerdos con nosotros mismos y con nuestra pareja. Es a través del diálogo cotidiano, del respeto y la complicidad mutua la forma en que construimos esa estabilidad emocional de la que van a beneficiarse nuestros hijos, y nosotros mismos.
Te invitamos a reflexionar en los siguientes aspectos donde sin duda, encontrarás un poco de ayuda:
- Ser padre, ser madre no te obliga a volcarte de forma exclusiva y casi obsesiva en tus hijos. También debemos pensar en nuestro crecimiento personal, y ello implica que podemos seguir avanzando en nuestro desarrollo profesional, que vamos a seguir manteniendo nuestras amistades y que tendremos también nuestros instantes de intimidad con la pareja.
- Ante cualquier necesidad personal es necesario expresarla en voz alta. Las tareas no deben recaer de forma exclusiva sobre una misma persona, debe existir un reparto de obligaciones.
- En una relación de pareja, al igual que en la relación con nuestros propios hijos, no caben los individualismos y aún menos los egoísmos. Es aquí donde se rompe de inmediato la estabilidad emocional.
- La armonía se consigue con el diálogo constante, con la empatía y el reconocimiento de la otra persona.
- Recuerda siempre que los gestos y el ejemplo tienen más poder en la educación de los niños que las propias palabras. Educar en Inteligencia Emocional es un arma muy efectiva que te permitirá ofrecer al mundo niños felices que el día de mañana serán adultos capaces de asumir sus sueños.
Estrategias prácticas para fomentar la educación emocional en casa
- Entorno emocionalmente seguro: reserva un momento al día para hablar de cómo nos sentimos; valida sin juzgar; comparte, con mesura, cómo te sientes tú; mantén rutinas que den previsibilidad.
- Vocabulario emocional: amplía el repertorio más allá de contento-triste-enfadado; usa cuentos, películas o situaciones cotidianas; probad un «termómetro» para graduar la intensidad; cread un diccionario familiar de emociones.
- Autorregulación: practicad juntos respiración profunda, pausas conscientes y visualizaciones; estableced un rincón de la calma en casa; identifica detonantes personales; modela autocontrol cuando tú estés alterado.
- Empatía y habilidades sociales: fomentad la escucha activa, la cooperación y la reflexión tras los conflictos; buscad soluciones en las que todos ganen.
Actividades concretas para el hogar y la escuela
- Rueda de las emociones: juego para identificar y expresar emociones con gestos y palabras, individual o en grupo.
- Caja de los sentimientos: espacio donde guardar objetos que recuerden emociones; ayuda a conectar memoria y afecto.
- Diario de emociones: registro en dibujos, palabras o vídeos de lo sentido en el día; fomenta autoconciencia y reflexión.
- Rincón de las emociones en el aula: mural con estados de ánimo para que cada niño sitúe su foto y comparta por qué se siente así; impulsa lenguaje emocional y empatía.
La escuela y la comunidad educativa, aliadas de la estabilidad
La educación emocional está cada vez más presente en los centros como competencia transversal. Su propósito es responder a necesidades sociales que no siempre atienden las materias académicas: manejo de la impulsividad, mejora del clima del aula y motivación. Cuando se trabaja de forma planificada, se observan relaciones más respetuosas, menos conflictos, mayor cooperación y un mejor rendimiento.
Las administraciones educativas y las comunidades escolares reconocen el bienestar en la escuela como un estado dinámico que permite a cada persona desarrollar su potencial y afrontar dificultades cotidianas. En ese marco, los programas de bienestar emocional en centros suelen proponerse metas como:
- Facilitar tiempo a la coordinación de bienestar y protección en los centros educativos para que pueda impulsar acciones con continuidad.
- Reforzar recursos humanos especializados para atender promoción del bienestar y salud integral del alumnado.
- Desarrollar formación, difusión y materiales que faciliten buenas prácticas y su evaluación.
También es clave la colaboración familia-escuela: un entorno coherente entre casa y aula multiplica los aprendizajes socioemocionales. Algunas plataformas y equipos psicopedagógicos ya permiten dar seguimiento coordinado a medidas de apoyo, conectando tutores, docentes y familias para actuar con unidad de criterios.
Metodologías y evaluación en infantil
Los primeros años de vida son decisivos para el cerebro y la personalidad, por lo que contar con instrumentos de observación y evaluación ajustados ayuda a orientar mejor las intervenciones. En el día a día pueden integrarse propuestas como:
- Mindfulness y relajación: juegos de respiración y pausas atentas antes de tareas o tras recreos para regular activación.
- Expresión artística: dibujo, pintura o música para canalizar emociones que aún no se pueden verbalizar bien.
- Juego simbólico y de roles: ensayar soluciones a conflictos y practicar la perspectiva del otro.
- Diálogo abierto: asambleas breves y frecuentes para compartir cómo estamos y resolver desacuerdos con guía del adulto.

Al aprender a gestionar lo que ocurre en su interior, los niños mejoran sus relaciones sociales, aumentan su autoestima y están mejor preparados para afrontar los desafíos que se presenten en su camino. Que el alumnado disfrute de una vida emocional saludable tiene un gran impacto en el rendimiento educativo en etapas posteriores, porque les permite estar más abiertos al aprendizaje, asimilar mejor los conceptos y compartir dudas con el profesorado y los compañeros con respeto y confianza.
La estabilidad emocional se sostiene también en la casa: la familia es la primera escuela emocional. Cuando padres y madres participan activamente, se fortalecen la salud mental y la resiliencia de los hijos. Esta colaboración con el colegio genera un marco coherente que consolida lo aprendido.
En conclusión, la estabilidad emocional se consigue siendo congruente y manteniendo un equilibrio con nosotros mismos y nuestras parejas. Sé consciente de cómo es tu personalidad, de cuáles tus virtudes y defectos para gestionarlos de forma adecuada.
La educación es una aventura que se vive cada día, y aunque no seamos auténticos expertos, se trata solamente de «saber estar». De saber intuir necesidades, de ofrecer apoyo, de ser congruente en cuanto normas, pautas y afectos, ofreciendo a nuestros niños lo mejor de nosotros mismos sin descuidar tampoco nuestro crecimiento personal y el de la propia pareja.
Te invitamos a poner en práctica estos consejos y a explicarnos cómo consigues tú mantener el equilibrio en el día a día, y de qué forma pautáis las normas tu pareja y tú.
Mirar la estabilidad emocional como un trabajo compartido entre familia, escuela y comunidad permite pasar de la teoría a hábitos cotidianos que los niños entienden y pueden repetir: acuerdos claros entre adultos, rutinas que aportan seguridad, lenguaje para nombrar lo que sienten y espacios seguros para practicarlo. Con estos pilares, el amor que ya existe se convierte en una guía estable y predecible que acompaña su crecimiento.

