Estrategias de autocontrol para niños

emociones en globos

Todos los niños tienen berrinches es algo bastante habitual en ellos. Las rabietas pueden ocurrir en cualquier parte y en cualquier momento. No solo ocurre cuando tienen dos años, también cuando tienen cinco, siete, doce, quince… Las rabietas existen y es necesario entenderlas y saber qué emociones intervienen para poder trabajar mejor el autocontrol. Los niños no nacen sabiendo sobre emociones y deben aprenderlos gracias a ti y a tu buen ejemplo.

Las rabietas en niños son aun más frecuentes cuando tienen retraso en el lenguaje y no entiende muy bien lo que se le dice o sí que entiende pero no puede comunicar lo que quiere. Tu trabajo como padre, madre o maestro no es evitar que el niño se enfade… Tu trabajo es enseñarle cómo lidiar con las emociones que siente cuando se enfada. En particular, puede ser extremadamente útil enseñarle a tu hijo estrategias de calma y autocontrol para calmarse a sí mismo.

Existen muchas estrategias para calmarse que puedes enseñarle a tu hijo para superar esos horribles sentimientos más rápido y sin necesidad de sobornarle con helado y juguetes para que se detenga. Este proceso puede tardar un tiempo, pero debes tener paciencia y seguir trabajando en ello. Las estrategias de auto control sirven para los niños de todo el mundo, sin importar su condición o edad… ¡así que también le irá bien a tu hijo!

Ten paciencia y sé perseverante

Si sabes que tu hijo tiene rabietas, lo primero que debes hacer es aceptar que tiene que aprender a controlar sus emociones intensas y que tú, eres su mejor guía y ejemplo para que lo consiga. Para que todo vaya bien nunca debes ceder a las demandas de tu hijo en medio de una rabieta. Esto es lo más importante que debes recordar… Si quieres enseñarle a tu hijo estrategias para calmarse y que tenga un mayor autocontrol, entonces no te rindas en mitad de una rabieta porque entonces nunca conseguirás que entienda que la calma es el mejor estado para comunicarse.

nena con mentalidad de victima

Lo que aprenderá tu hijo si cedes ante sus rabietas es que cuanto más gorda sea la rabieta, mejor conseguirá sus pretensiones porque te rendirás annte él. Si tu hijo comienza una rabieta no te des por vencido, incluso aunque debas cambiar de opinión igualmente. Esto es lo mejor que puedas hacer en momentos de rabieta:

  • Mantén la calma, no muestres emociones. Si tienes que alejarte para poder recomponerte, hazlo. Si necesitas decirle a tu pareja que maneje el problema porque es demasiado emocional para ti, hazlo también.
  • Intenta esperar la rabieta. Mira a ver si desaparece por sí sola si no le prestas mucha atención. Tendrás que vigilar a tu hijo para su seguridad, y asegurándote de que no se pone en peligro. Si lo hace, aléjale del peligro sin causar mayor disturbio.
  • Retira a tu hijo de la situación. Llévale fuera del lugar de forma segura o que vaya a su dormitorio unos minutos. Trata de aislarlo de cualquier atención que pueda obtener si está teniendo una rabieta.
  • Espera a que pase, porque lo hará. Tu hijo se cansará y ahí será cuando necesite tu abrazo. Debes estar allí con el abrazo cuando tu hijo esté listo para ello y ten esperanza de que esto mejorará las rabietas.

Un niño con rabieta

Identificar la calma para un mejor autocontrol

Lo primero que debes hacer es enseñarle a tu hijo la diferencia entre estar tranquilo y estar enfadado o molesto. Es necesario hacerlo cuando estés tranquilo. Lo ideal es trabajar con un semáforo emocional, siendo el rojo el estado de enfado, el amarillo para mostrar el camino hacia la calma o el enfado y el verde, como la calma. Muestra a tu hijo el semáforo y dile cosas como que cuando estamos tranquilos estamos en verde y cuando estamos enfadados estamos en rojo… Pero para estar contentos y felices debemos mantenerlos en verde o llegar lo antes posible cuando empecemos a notar que estamos llegando al rojo.

Esto es necesario para que comprenda que todas las emociones son necesarias pero hay que entenderlas para manejarlas. Una idea es poner al lado del rojo una cara enfadada o molesta y al lado del verde una cara de contento o feliz. Al lado del amarillo se puede poner una cara de nervios o ansiedad.

Así podrá comprender cómo se ven esas emociones y cómo ese sienten. Sé creativo y habla mucho sobre las emociones. Una vez que tu hijo comience a comprender, continúa las estrategias de calma.


Usar las estrategias de calma

Piensa en tu hijo cuando está en medio de una rabieta. ¿Crees que ahora sería un buen momento para enseñarle una nueva habilidad? Probablemente no, supongo que no estará escuchando muy bien en ese momento. Entonces, el mejor momento para enseñar estrategias de calma es cuando tu hijo ya está tranquilo. Suena contraproducente pero llegaremos a la parte calmante real más tarde.

Prueba diferentes estrategias para calmarte con su hijo y mira con cuál te parece que le va bien o que más te gusta. Sigue probando hasta que tengas alrededor de 4 que tu hijo pueda hacer bastante bien. Es útil que cada estrategia tenga su propia imagen para acompañarla, de modo que tu hijo pueda aprender qué es. Puedes crear tus propias imágenes (como tomar fotos del niño cuando hace la estrategia), para mejorar el autocontrol.

Aquí hay algunas estrategias para probar con tu hijo. Muéstrale cómo hacer cada una y luego pídele que lo haga contigo. Después de haberlos practicado varias veces, pide a tu hijo que te la haga solo para ver si las ha aprendido.

  • El globo. Haz que tu hijo tenga en sus manos frente a su boca como si sostuviera un pequeño globo. Después dile a tu hijo que infle el globo. Mientras sopla, separa las manos para fingir que el globo se está haciendo más grande. Una vez que el globo es tan grande como puede llegar a ser, tu hijo golpea sus manos para «hacer estallar» el globo.
  • Caminar. Haz que tu hijo salga a caminar por el patio para calmarse, esto siempre es una buena manera de ayudar a encontrar la calma.
  • El conejito. Haz que tu hijo finja ser un conejito o que se siente en el suelo. Haz que respire como lo hace un conejito en respiraciones cortas y rápidas. No permitas que tu hijo haga esto por mucho tiempo o podría marearse, pero un poco de respiración superficial puede poner la respiración nuevamente bajo su control. Continúa con algunas respiraciones largas y profundas, como silbar como una serpiente o soplar velas.

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