Estrés en niños, ¿qué podemos hacer?

estrés en niños

Los niños también sufren estrés, pero muchas veces no lo expresan de forma explícita. Por esta razón, es importante que los padres vigilen a sus hijos de cerca y aprendan a manejar el estrés, e incluso a evitarlo por completo.

Nuestro comportamiento puede influir en gran medida en el estado de ánimo de nuestros pequeños. Si estamos estresados es muy probable que nuestros hijos también acaben estando estresados. Debemos tener muy presente esto y mirar de controlar nuestro estrés para no transmitirlo. De todas formas, no siempre se debe a nuestro propio estrés, deberemos ser capaces de indagar qué le está provocando este malestar y presión.

Causas

Según un estudio de la OMS, el 29% de los niños de 11 años y el 36% de las niñas en Suiza sufren trastornos del sueño. La causa suele ser un estrés excesivo no solo por la presión del rendimiento escolar, sino también por problemas familiares o por falta de tiempo de ocio desestructurado. Esto mismo que ocurre en Suza pasa en todo el mundo. La presión es uno de los mayores facores de estrés de la actualidad y está en nuestras manos intentar enseñar a nuestros hijos a llevar este presión.

Cuando los niños se sienten capaces de gestionar y solucionar sus problemas, se desarrollan de forma equilibrada, fomentando la autoestima. Un alto nivel de estrés durante un período prolongado puede perjudicar este desarrollo psicológico.

¿Cómo se manifiesta el estrés en los niños?

El estrés puede manifestarse de varias formas, los posibles signos son:

  • Dolor de vientre
  • Transpiración
  • Dolor de cabeza
  • Náuseas
  • Falta de apetito
  • Problemas para dormir
  • Irritabilidad

Importante: si estos síntomas ocurren varias veces a la semana o si la vida del niño o la familia se ve gravemente afectada, los padres deben analizar cuidadosamente la situación. De hecho, los niños a menudo envían señales «codificadas», lo que significa que no expresan explícitamente cuando algo anda mal o porque no tienen apetito.

Precisamente entonces es importante que los padres no solo observen el comportamiento de su hijo, sino también el suyo propio. ¿Los síntomas en el niño ocurren en combinación con ciertas situaciones? ¿Quizás nosotros, como padres, también sufrimos estrés? ¿Es posible que el estrés de uno mismo esté afectando al niño? El comportamiento relacionado con el estrés puede mejorar simplemente percibiendo conscientemente cuándo y por qué surgen ciertas situaciones estresantes.

Así es como puedes ayudar a tu hijo a manejar el estrés:

Aunque parezca una obviedad: intenta ser un ejemplo de calma para tus hijos y crear un ambiente donde las imperfecciones estén permitidas.

  • Detección consciente del estrés: ayuda a tu hijo a comprender por qué surge el estrés y cómo cambia su comportamiento en respuesta al estrés.
  • Mostrar comprensión por los problemas del niño y contar su experiencia en relación al estrés, creando un clima de confianza para ser capaces de buscar juntos una solución.
  • Apoye al niño en la búsqueda de soluciones.
  • Priorizar y dejar el tiempo libre no estructurado, dedicar tiempo a actividades compartidas (comer, hacer senderismo, etc.).
  • Alaba al niño cuando haya hecho algo bien.
  • Debes estar preparado y abierto a tabúes y temas delicados.
  • Cree una atmósfera de aprendizaje pacífica, para permitir fases de concentración.
  • Observa qué actividades ayudan al niño a relajarse: deportes, escuchar música, técnicas de relajación o viajes imaginarios, mimos.

Si no podemos llevarlo nosotros solos siempre podemos contar con la ayuda de psicólogos y especialistas para que traten este estrés y presión en nuestros hijos, e incluso para que nos den unas guías para poder llevar el día a día. Pedir ayuda no signifia no saber hacer las cosas, cada niño es diferente y cada situación también lo es. No tenemos porque pensar que podemos hacerlo todo solos porque este es uno de los grandes errores de los padres, no pedir ayuda en casos en que se necesita ayuda. Siempre podemos tratar de llevarlo nosotros y seguir los consejos que encontramos de los especialistas, pero si no fuera sufciente, os animo a acudir a un psicólogo para acabar de llevar la situación sin fracasar en el intento.


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