Evita transmitir tus miedos a tus hijos

Niños miedosos

Sentir miedo es una reacción natural del cuerpo humano, una forma de ponerse en alerta ante algún peligro. Algo que comienza desde la infancia, cuando todo es desconocido y potencialmente puede convertirse en una amenaza. Muchos de esos miedos que comienzan en la infancia, se convierten en una mala compañía que no te permite disfrutar de ciertas situaciones.

Incluso, esos miedos en ocasiones infundados, se transmiten a los hijos, lo que puede convertirse en un problema. Porque el miedo no es más que inseguridad, falta de confianza en uno mismo que se traduce en una falta de autoestima. Está bien que los niños tengan esa señal de alerta ante el peligro, pero también es necesario que sean capaces de enfrentarse a esos temores, porque también forma parte del proceso de hacerse mayor.

Conoce tus miedos

Los padres, los adultos y las personas mayores que forman el círculo social de los niños, suponen la mayor fuente de aprendizaje para los pequeños. A menudo vemos cómo los niños repiten los mismos patrones que sus padres, incluso en la madurez se convierten en una nueva versión de lo que se aprendió de sus padres. Esto no significa que sea algo malo, siempre que el aprendizaje sea positivo y esa nueva versión, sea una mejorada.

Conocer tus propios miedos, te ayudará a la hora de no transmitírselos a tus hijos. Porque una cosa es tu labor como madre o padre, de proteger a tus hijos y procurar que su vida sea lo más bonita y libre de sufrimiento posible. Pero es esencial que los niños conozcan los peligros del mundo que les rodea. Deben conocer y enfrentarse a las amenazas, sin la ayuda de sus padres, porque en algún momento se presentarán situaciones a las que tendrán que hacer frente ellos solos.

Ayudar a crecer a los niños significa ofrecerles herramientas para que sean capaces de gestionar ellos mismos cualquier situación, también ante el miedo. Conocer lo que es la frustración, es una herramienta básica para saber solucionar situaciones a las que tendrán que hacer frente en algún momento de su vida. Quizá tuviste una mala experiencia con los perros en tu infancia y ahora los tienes miedo, pero esto no tiene porqué ser igual con tus hijos, siempre que tú no los conviertas en niños miedosos.

Tus hijos tendrán sus propios temores

Las experiencias de la vida son las que te ayudan a crecer como persona, tus hijos vivirán sus propias experiencias y de ellas aprenderán valiosas lecciones. Esto no significa que tengan que vivir lo mismo que tú, aunque es posible que algo se transmita. Por ejemplo, para una persona que tiene miedo al agua, lo normal es que no permita que sus hijos exploren sus límites en el agua, se transmite ese miedo.

Sin embargo, en lugar de transmitir ese temor a tus hijos, puedes convertirlo en una herramienta de aprendizaje. Quizá ellos mismos desarrollen miedo al agua, pero en lugar de fomentar ese miedo, busca la forma de que se enfrenten a él. Llévalos a nadar, empezando por algún lugar menos amenazante que el mar, como una pequeña piscina o lago. Tomar clases de natación, para que así puedan enfrentarse a ese temor desde una posición privilegiada.

Siempre desde el respeto, desde la comprensión y sin obligar a los niños a hacer algo que no quieren. Habla primero con ellos, descubre qué es exactamente lo que les da miedo y así juntos podréis encontrar una forma de hacer frente a ese problema. Quizá, tú misma tengas que enfrentarte primero con ese miedo para poder ser el ejemplo que tus hijos necesitan.

Sin duda a lo largo de su vida se presentarán situaciones que les asusten. Pero cuantas más opciones tengan de luchar contra sus miedos, más batallas podrán ganar y más experiencias podrán acumular a lo largo de su vida. Y esto solo lo podrán lograr, si desde pequeños aprenden a enfrentarse a sus miedos, con el apoyo, la comprensión y la ayuda de sus padres.



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