Ser padre o madre no es una tarea fácil, son muchas las cuestiones a las que se deben hacer frente cada día, además de las complicaciones inesperadas que suelen surgir de vez en cuando. Pero si además se trata de una familia monoparental, esas dificultades pueden multiplicarse y hacerse todo mucho más cuesta arriba. No es una cuestión de ser mejor o peor, es que la ayuda es necesaria en cualquier casa.
Los niños son maravillosos y durante la mayor parte del tiempo, son la alegría de tu vida. Aunque también es cierto que la maternidad/paternidad es una montaña rusa de sentimientos y emociones. Por ello, cuando tienes que llevar la maternidad en solitario, es posible que te enfrentes con una dificultad añadida en tu día a día.
¿Qué es una familia monoparental?
La familia monoparental es aquella en la que solo existe un progenitor, además de uno o varios hijos. Este término incluye todo tipo de situaciones, como madres o padres que afrontan la paternidad en solitario, familias de padres separados etc. Es decir, la familia monoparental es aquella en la que la convivencia está compuesta por los hijos y por uno de los padres.
Las dificultades de la paternidad/maternidad en solitario
Ser padre o madre en solitario conlleva una dificultad (o muchas) añadida. A los problemas personales a los que hay que hacer frente en la mayoría de los casos, hay que sumar los problemas derivados de los niños, de su educación, de todo lo que conlleva el crecimiento diario.
Por ello, las familias monoparentales suelen afrontar problemas como los siguientes:
Sobrecarga emocional y física
Son muchas las funciones diarias en una familia, el cuidado del hogar, el trabajo fuera de casa, el cuidado de los niños y sus necesidades diarias etc. Los padres y madres que afrontan la paternidad en solitario tienen que hacer frente a todas estas tareas sin ninguna ayuda, lo que supone una sobrecarga física en el menor de los casos. El mayor problema es la carga emocional que supone cuidar de los hijos, de las tareas domésticas y de todo lo que requiere una familia. Ya que todo ello, deja poco tiempo para invertir en las necesidades personales, especialmente cuando se tiene que encargar una sola persona. Lo que nos lleva a la siguiente dificultad:
La soledad
El sentimiento de soledad aumenta cuando la sobrecarga de tareas impide la posibilidad de tener vida social. Ya no es una simple cuestión de contar con una pareja, sino la dificultad de mantener amistades, conocer a nuevas personas o entablar relaciones saludables. Lo que se traduce en el aislamiento por temor a no poder mantener relaciones, falta de autoestima y problemas emocionales asociados.
En cuanto a la educación de los niños
Los padres o madres que asumen la paternidad en solitario suelen volcar ese sentimiento de soledad en la educación de los hijos. Muchos de estos padres buscan la perfección en sus niños, además de la sobreprotección y todo tipo de conductas negativas.
Asumir el papel de padre y madre a la vez no es fácil. No existe la posibilidad de diferenciar roles como ocurre en otras familias, la misma madre será siempre la buena y la mala de la película. La que tendrá que poner las normas, los compromisos y las obligaciones. No obstante, aunque supone un trabajo mayor y en el que se deben asumir más riesgos, ser una familia monoparental es igual de válido que la que no lo es.
En ningún caso, una persona debe aceptar la paternidad compartida por el simple miedo de no saber hacerlo, del miedo a la soledad o a tener que cuidar a unos hijos en solitario. Si este es tu caso, debes saber que eres fuerte y completamente válida y válido para hacerlo. Tú eres la mejor madre para tus hijos, independientemente de los errores que cometas en el camino, llevarlo en soledad no te convertirá en peor madre.
No tener al segundo progenitor en casa no te obliga a llevar la maternidad en solitario. No dudes en pedir ayuda a tus amigos y familiares, las personas que te quieren estarán encantados de echarte una mano.