5 claves para una buena relación entre familias y docentes

No quiero ser una aguafiestas ni nada por el estilo. Pero queda algo más de un mes para que los colegios e institutos vuelvan a abrir sus puertas. Y una de las cosas más importantes (al menos para mí) para tener un comienzo de curso fantástico es una buena relación entre familias y docentes. El curso pasado tuvimos de todo: buena comunicación, acusaciones, ofensas y críticas por ambas partes.

Está claro que las acusaciones, ofensas y críticas no deberían haberse dado. A veces los adultos olvidan que son tal y que tienen la capacidad de hablar con respeto, sin gritar y sin hacer daño. Pero no siempre lo cumplen. De esa forma, se llega una relación entre docentes y familias bastante tóxica, nada recomendable y que habría que evitar a toda costa.

Por eso, me ha parecido correcto (ahora que todavía no empezado el curso) hablar de cinco claves imprescindibles para una buena relación y comunicación entre familias y docentes. ¡Vamos a por ello!

Familias y docentes tienen que ser sinceros

¡Pero ojo! La sinceridad no significa decir todo lo que se piensa sin ningún filtro. Se puede ser sincero sin perder el respeto y teniendo en cuenta la empatía y la comprensión. De esta forma, la sinceridad es una pieza clave para que familias y docentes tengan una relación beneficiosas para ambos. Para eso, recomiendo utilizar un lenguaje claro y preciso que todos lo puedan entender y no haya malentendidos.

Apoyo continuo por ambas partes

No sé si habréis oído alguna vez algo así: «¡pero es que los docentes únicamente enseñamos matemáticas». O quizás esto: «los que tenéis que educar a los niños sois los maestros». Esas frases por sí solas no son ciertas. Los maestros (aunque algunos lo digan) no solo enseñan matemática y también (deberían) reforzar los valores aprendidos en casa. Sin embargo, no son unos segundos padres para los estudiantes. Así que eso de que son los únicos que tienen que educar a los niños no es cierto.

¿Qué quiero decir eso? Que ambas partes son muy importantes en la educación de los estudiantes/hijos. Por eso, familias y docentes tienen que trabajar unidos y no tirarse trastos a la cabeza continuamente. Si maestros y padres se muestran cooperativos y dispuestos a colaborar, estoy segura que la experiencia de los niños en el aula y en casa va a ser mucho más positiva y enriquecedora que si no lo hiciesen.

La escucha activa es un elemento esencial para una buena comunicación

Una adecuada comunicación y relación entre docentes y familias se basa en la escucha activa. En las reuniones no solamente hay que hablar. También es importante escuchar. Para mí es fundamental que tanto padres como maestros tengan una actitud positiva y cercanía para que las conversaciones sean lo más constructivas posibles. En algunas ocasiones, hay familias y docentes que solo quieren hablar y ser escuchados. Por eso, es muy necesario respetar cada turno de palabra en las reuniones.

Tener claro que los errores y las equivocaciones sirven para aprender

A veces hay familias que echan la bronca a los maestros por equivocarse en algo. Y también hay maestros que acusan a los padres de haber cometido un error de muy mala manera. Lo cierto es que ni docentes ni familias tienen la verdad absoluta. Se pueden equivocar, cometer errores y fallar. Pero lo más importante es tener claro que esas equivocaciones no se tienen que juzgar y que sirven para aprender y hacerlo mejor la próxima vez.

La importancia de saber cómo decir las cosas y de expresar las emociones

Esto es parecido a lo de «decir las cosas de cualquier manera». Hay maestros que hablan a los padres de muy mala manera. Sí que es verdad que se comunican pero no de la mejor forma. Os pongo un ejemplo para que me entendáis mejor: hace unos meses una madre me comentaba que el maestro de su hijo le había dicho en una reunión que su hijo era un inútil y un vago. No creo que haya niños inútiles. Y el maestro no tuvo que emplear esas palabras bajo ningún concepto.


Se puede decir a la familia que los maestros encuentran al niño desmotivado, triste y con poco interés. Los profesores pueden preguntar a los padres si ha pasado algo en casa. Pero jamás, deben insultar a un niño (ni delante de la familia ni detrás). Está claro que maestros sin vocación hay en todos los centros. Ojo, también hay padres que hablan de la peor manera a los maestros echándoles la culpa a ellos de absolutamente todo. Y eso sí que no es justo.

Por eso, es imprescindible favorecer una relación de empatía y comprensión entre familias y docentes. Recomiendo también aprender a gestionar las emociones (de hecho, lo veo esencial para padres, educadores, maestros y profesores). ¡Seguro que será muy útil para las reuniones educativas y charlas educativas futuras! Y ahora os pregunto a vosotros: ¿cuáles son las claves principales para mantener una adecuada relación entre familias y docentes?


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