Final del verano, época de cambios y retos con nuestros hijos

niño en playa

El final del verano es mucho más que dar por terminadas una merecidas vacaciones. Supone iniciar cambios en nuestras rutinas, y como ya sabes, toda variación supone alguna que otra alteración en nuestros hijos. No es fácil adaptarse a los nuevos horarios, a las responsabilidades y volver a reajustar nuestros instantes de ocio con las obligaciones escolares.

No obstante, lejos de verlo como un problema, debemos enfocarlo como un reto. Es una oportunidad más que adecuada para fomentar la madurez y la responsabilidad en nuestros hijos, es un instante donde aprender a gestionar interesantes dimensiones que van a ser de ayuda a toda la familia. En «Madres Hoy» te invitamos a ponerlas en práctica.

Los cambios pueden prepararse con antelación

vuelta a clase

No podemos pasar por alto que el final del verano y sus consecuentes cambios en la rutina, van a generarnos estrés a todos. A grandes y pequeños. Toca volver a nuestra residencia habitual en caso de que hayamos estado fuera, debemos volver al trabajo, y dejar listo el tema de los libros, materiales y uniformes escolares.

Ahora bien, ten en cuenta que sufrir un poco de estrés en estos días es algo normal. El estrés es una reacción natural que nos pone en aviso ante una «posible amenaza o peligro». Mientras esta sensación sea puntual y la controlemos de forma adecuada, podremos sacar partido de ella.

Te explicamos cómo:

  • Debemos ser buenas previsoras: es decir, no vale la pena dejarlo todo para el último momento. Por ello, sería adecuado que tuviéramos solucionados, por ejemplo, la mayoría de los aspectos previos a la vuelta al cole.
  • Para afrontar la entrada al colegio, al trabajo y a la rutina en general, sería adecuado que una semana antes ya fuéramos cambiando hábitos.
  • Es importante preparar a los niños ante dichas variaciones en la rutina. Infórmales de cuáles van a ser sus horarios, de lo que vas a hacer tú y el resto de integrantes de la familia.
  • El cambio es para todos, y los niños deben sentirse integrados en ese equilibrio. Hay que hacerles partícipes.

Los cambios son buenos, «nos hacen ser responsables»

Debemos ser conscientes de que la vida de un niño, como la de cualquier otra persona, va estar llena de cambios constantes.

Nosotras, como madres, desearíamos construir para ellos una existencia lineal sin riesgo alguno, sin alteraciones que perturbaran su tranquilidad. Pero entonces, no les estaríamos educando «para la vida», sino para un mundo ideal que de momento, no es posible.

Sé su ejemplo, actúa con optimismo y tranquilidad

La vuelta al cole, por ejemplo, es ese cartel que por excelencia, anuncia el final del verano. Y no importa la edad que tenga tu hijo, para todo niño o adolescente, es una fuente de emociones, bien positivas o incluso amenazantes.

Debemos servirles de ejemplo, y para ello, es importante que durante estos días actúes con normalidad y sobre todo con optimismo:


  • Para la mayoría de los niños, el año, empieza ahora. Su vida se va a delimitar a través de años escolares más que de años naturales, de ahí que vean septiembre con una mezcla de ansiedad que no saben muy cómo definir.
  • No sanciones sus nervios, ni te rías de sus miedos. No es pedagógico ni saludable emocionalmente, puesto que con ello, lo que conseguimos es marcar distancias.
  • Motiva, acepta sus emociones, sean cuáles sean. Si es el primer año escolar de tu hijo es mejor evitar expresiones como «no tengas miedo» o «no te va a pasar nada», Enfoca tus palabras sólo hacia afirmaciones positivas: «lo vas a pasar muy bien», «vas a hacer muchos amigos», «vas a ser valiente y mamá se va a sentir orgullosa de ti».
  • El proceso de entrada al colegio debe darse ya semanas antes. ¿De qué forma? Familiarizándose ya con su mochila, su material escolar, sus libros…
  • Hazles ver que disponen de buenas aptitudes para hacer frente a cualquier reto. Que los cambios nos hacen ser más fuertes, y que a pesar de que es normal y comprensible pasar miedo, es una sensación que no durará demasiado.

Cuando el final del verano es fuente de tristezas

niño triste

Hay que tener en cuenta que no todos los niños son iguales, y que tú misma te asombrarás a veces por lo diferentes que son los hermanos entre sí.

  • Puede que tus hijos, en especial si están en la pubertad o la adolescencia, ese final del verano sea algo más bien traumático. En especial si ello supone tener que decir adiós a los nuevos amigos hechos durante el verano. Son situaciones muy comunes que debemos saber gestionar
  • No te limites a obligarle a «cerrar página». No le digas que son amigos que nunca volverá a ver o que «ahora toca pensar en el colegio». La vida de los niños y el modo en que afrontan este tipo de emociones, puede ser más intensa de lo que pensamos. Respeta sus sentimientos.
  • No obstante, tenemos claro que no es adecuado dejar que se encierren en ellos mismos, y que nos lleguen a odiar por favorecer esa «separación estival». Lo más adecuado es actuar con sutileza, y comprensión. Indica a tu hijo que no pierdan el contacto con esos amigos, que hablen por Skype, que mantengan la relación.
  • Haz que esa separación tenga esperanzas de reencuentro, pero a su vez, hay que dejar claro que el cambio, es necesario, que ahora toca enfocar nuestras vidas a nuestras responsabilidades. Porque todos en casa las tenemos, desde los adultos hasta los niños.

Hablemos de nuevos propósitos padre e hijas

Tal y como te hemos indicado antes, el inicio del curso escolar es para los niños empezar una nueva etapa en sus vidas. Así que, si solemos hacer lo mismo en navidad ¿por qué no marcarnos una serie de propósitos coincidiendo también con el final del verano?

Es una buena idea que nos va a ayudar a lo siguiente:

  • Motivar a los niños y a hacerlos partícipes de sus propios propósitos, y a su vez de los nuestros.
  • Liberar tensiones y estrés.
  • Enfocar el inicio de curso como algo positivo.
  • Unir lazos familiares.

El modo en que deberemos poner en práctica este sencillo ejercicio para que tenga auténtica trascendencia, es el siguiente:

  • Utiliza una pizarra, o una cartulina que colgaremos en algún lugar visible de la casa.
  • Cada miembro de la familia escribe sus propósitos, pero a su vez, también dejará reflejado lo que le gustaría que el resto consiguiera.

En tu caso, como madre, el ejemplo sería el siguiente: me marco como propósitos aprender a hacer esa tarta que tanto le gusta a mi hija, y conseguir un ascenso en el trabajo. A su vez, me gustaría que papá nos sacara más de viaje los fines de semana, y que mi hija mejorara en lectura y escritura, y que fuera cada día más feliz.

No pasa nada si los niños empiezan diciendo propósitos absurdos, acepta que se produzcan instantes de risas y distensión. No obstante, al final deben quedar reflejados esos deseos, y los niños deben visualizarlo en dicha cartulina.

Procura que los propósitos que como padres les marquéis, no sean muy amenazantes, o que les creen ansiedad (quiero que mi hijo saque un sobresaliente en matemáticas).

Se trata simplemente de motivar, de incentivar, de unir vínculos. De ahí la necesidad también de incluir dimensiones emocionales o afectivas: quiero que me de más abrazos, quiero que siga igual de guapo, que haga muchos amigos… etc.

El final del verano es una buena época para crecer, mantenernos unidos y emprender retos. Disfruta de tus hijos.


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