Las vacaciones de los niños pueden ser un problema para aquellos padres que tienen que trabajar, pero entre los abuelos, las escuelas de verano, las vacaciones laborales y la contratación de canguros en el hogar, van saliendo del paso durante todas las semanas que duran las vacaciones estivales de los niños. Pero el secreto de un buen verano es sobre todo saber equilibrar flexibilidad y rutinas.
Los niños necesitan rutinas diarias para poder sentir protección y estabilidad interna, pero al mismo tiempo, necesitan flexibilidad para poder acostarse un día más tarde porque es “especial”, para ir a sitios nuevos y tener experiencias maravillosas en familia, etc. Está claro que las rutinas nos ayudan a coordinar y organizar mejor la vida familiar, pero cuando llegan las vacaciones todo cambia.
Las rutinas serán diferentes y será una oportunidad de aprendizaje para toda la familia. Por eso, es necesario adaptarse a las vacaciones de los niños y que no sean ellos los que se tengan que adaptar en su tiempo libre a la vida estresante de sus padres. Es necesario organizar las cosas para que todos los miembros de la familia disfruten.
Los padres pueden dejar a un lado la estricta rutina del calendario escolar y abrir paso a la relajación física y mental, aunque solo sea porque las rutinas son diferentes, porque salen más a pasear, a la playa o a la piscina. Es necesario que esa rigidez pase a un segundo plano y que los padres prioricen en toda esta época estival el tiempo y las actividades en familia.
Porque los niños no necesitan ir de vacaciones al sitio más maravilloso del mundo, porque para ellos, lo que realmente importa en sus vacaciones es disfrutar de su familia, sea donde sea. Esa es la verdadera magia de las vacaciones de verano.