La forma en que venimos al mundo y sus posibles consecuencias

La forma en que venimos al mundo y sus posibles consecuenci

Si la concepción suele ser de por sí, un acto guiado por el amor entre dos personas, el parto debería ser también un delicado proceso de cariño entre la madre y su hijo. Ahora bien, todas tenemos claro que en la actualidad, la forma en que venimos al mundo está tan estandarizada y protocolizada, que el vínculo emocional queda muchas veces arrancando como ese cordón umbilical que los médicos se apresuran en cortar como quien arranca algo que sobra y que no tiene utilidad alguna.

En nuestro espacio de «Madres Hoy» queremos celebrar contigo la semana del parto respetado, ahí donde reflexionar sobre la importancia de ensalzar la necesidad de elegir de qué manera deseamos dar a luz. Ahora bien, sabemos que la seguridad y contar con buenos profesionales es algo esencial a la hora de tener a nuestros hijos, pero no podemos olvidar un dato que la propia OMS ha venido alertando en los últimos años: muchas mujeres están sufriendo un trato irrespetuoso y ofensivo en los centros de salud durante sus partos. Es necesario ahondar en este aspecto, cambiar prácticas y ante todo, ser capaces de decidir por nosotras mismas la forma en que deseamos parir. En esta ocasión, queremos explicarte las posibles consecuencias que pueden existir en el modo en que llegamos al mundo.

La forma en que venimos al mundo: el impacto para la madre

Pocas cosas pueden vivirse con mayor intensidad y emoción que el embarazo. Son nueve meses de planes, ilusiones que alimentar, ropa que comprar, una habitación que habilitar, un cuerpo y dos corazones que atender a través de una adecuada alimentación ejercicio y cómo no, de una acertada conexión emocional que cada día, intentamos establecer con ese bebé al que aprendemos a amar sin conocerle aún el rostro.

Podríamos decir sin equivocarnos que a lo largo de ese tiempo llevamos a cabo un complejo camino donde buscamos por encima de todo, conectar con esa criatura que ha crecido en nuestro interior. Ahora bien, cuando llega el momento del parto perdemos todo el control de la situación para ponernos en manos de los expertos, quienes garantizarán «que todo salga bien».

La forma en que venimos al mundo y sus posibles consecuenci

Lo que experimentan la mayoría de las mujeres en los hospitales es humillación y una dura despersonalización. Todo el rodaje emocional que habíamos trabajado a lo largo de 9 meses se rompe en la sala de parto sin pedir permiso y de forma abrupta.

  • Las mamás son colocadas en posición de litotomía y sometidas de forma rutinaria y generalizada a episiotomías, rotura prematura de membranas, afeitado, enemas y monitorización fetal electrónica.
  • Si el médico lo cree conveniente, se le inyectará oxitocina sintética para acelerar el parto.
  • En los últimos años estamos observando además el gran número de cesáreas, que junto a la propia inducción nos hace preguntarnos si es que la mujer de hoy en día es incapaz ya de tener un parto natural.
  • Otro aspecto del que suelen quejarse muchas mamás es la clara humillación sufrida durante el parto. El hecho de no poder elegir la posición a la hora de dar a luz (no podemos olvidar que «el potro» es la forma más cómoda para que los profesionales puedan trabajar), o cosas tan delirantes como ser rasuradas con las puertas abiertas, expuestas sin intimidad ante estudiantes en prácticas, desnudadas y orientadas en ocasiones a la cesárea como única opción, hace que el impacto emocional sea muy intenso.

El síndrome de estrés postraumático como consecuencia del parto

Desde la página «Birth Trauma association» de Reino Unido nos aportan múltiples trabajos sobre las consecuencias de estos partos traumáticos que sufren muchas mujeres en la actualidad.


  • Monique Bydlowski es una psiquiatra especialista en la experiencia psicológica de la maternidad y el parto. Tanto es así, que ella es quien acuñó el término «neurosis traumática postobstétrica», como consecuencia de una realidad muy patente que empezó a ver ya en los años 60.
  • El parto es un momento de gran vulnerabilidad para la mujer,  a nivel cerebral hay un escenario neurobiológico y hormonal específico preparado para dar paso a la impronta y el inicio del vínculo con el bebé, que en caso de romperse, puede ocasionar más de una consecuencia. El estrés postparto es uno de ellos.
  • La angustia, la sensación de sentirse humillada, de no tener el control ni la capacidad de decidir en muchos casos, el ver cómo manipulan a su bebé y se lo llevan de su lado casi al instante para ponerlo, por ejemplo, en una incubadora, supone algo muy dramático a nivel psicológico.
  • Tampoco podemos olvidar algo importante: el nivel de estrés puede ser tan elevado que ese cortisol en sangre afectará  a la calidad de la leche durante la lactancia.

El parto debe ser un acto de amor, pero… ¿y si no es así?

Michel Oden es un médico obstetra francés conocido por su clara defensa por el parto natural.  La artificialidad de los quirófanos y las prácticas médicas de hoy en día está rompiendo esa impronta emocional que debe crearse entre la madre y el hijo nada más nacer. Según él mismo nos explica, si son las emociones y el amor lo que nos lleva a traer personas a este mundo, no se entiende por qué a día de hoy el acto de nacer puede ser, a veces, algo tan traumático para la madre y sobre todo para el niño.

Veamos ahora alguna de esas consecuencias de no disfrutar de lo que se conoce como «un parto con amor».

El mágico momento en el que Leilani Rogers coge la cámara para inmortalizar un parto

El cordón umbilical

  • Lo señalábamos al inicio. Una práctica habitual es la de cortar casi al instante ese vínculo físico con la madre que lo queramos o no, es un regalo de la naturaleza que deberíamos mantener durante algunos minutos.
  • En el interior del cordón umbilical hay 40 milímetros de fluido en el que se acumulan células madre, nutrientes, y múltiples sustancias beneficiosas para el futuro desarrollo del niño. Es un tributo de salud.
  • Si lo cortamos de inmediato ponemos en riesgo la vida del recién nacido. El cordón umbilical es como una «vacuna», que la madre le ofrece a su hijo para luchar, por ejemplo, frente a enfermedades como  el tétanos neonatal.

Los mil primeros minutos de tu vida pueden determinar tu existencia

No lo decimos nosotros, nos lo indica Nils Bergman célebre pediatra y neonatólogo que nos habla una vez más del estrés tóxico de un «mal parto», de un parto frío,  estandarizado, deshumanizado y en ocasiones hasta traumático para la madre y el hijo.

  • La separación inmediata entre el niño y su madre nada más nacer puede generar un nivel de estrés tan elevado que todo ello puede orquestar sutiles cambios metabólicos y cognitivos en el propio desarrollo del niño el día de mañana.
  • Las incubadoras pueden ser en ocasiones, espacios donde perdemos una parte del vínculo con nuestros hijos. No podemos olvidar que pocas cosas pueden ser tan poderosas como el contacto piel con piel entre la madre y el hijo, así como  esa primera lactancia materna.
  • Nuestro ADN espera esa unión inmediata entre la madre y el hijo, y si no acontece, si ese niño interpreta que el mundo «al que ha ido a parar» es algo hostil, frío y amenazante, puede generarse algún problema emocional el día de mañana.
  • Un parto llevado a cabo con amor, con respeto entre la madre y el hijo, donde se disfruten de esos 1.000 minutos juntos, piel con piel, inicia una maravillosa sintonía neuronal que construirá y fortalecerá estructuras tan poderosos como la amígdala o nuestra corteza prefontal: arquitectos de la inteligencia emocional y social.

Hemos de tenerlo en cuenta. Puedes y debes elegir qué tipo de parto deseas.

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